La oposición de Afganistán cree que las elecciones parlamentarias de este jueves estarán signadas por el fraude, una acusación que el gobierno militar de Pervez Musharraf calificó de disparatada.
Más de 200 observadores extranjeros presenciarán los comicios, considerados por Musharraf como el cumplimiento de su compromiso de restaurar la democracia tres años después del golpe de Estado que encabezó en 1999.
Activistas de los derechos civiles afirman que el proceso está sesgado a favor de la elite militar y de los candidatos que ésta respalda. La no gubernamental Comisión de Derechos Humanos de Pakistán (HRCP) acusó la semana pasada al gobierno de tratar de ejercer influencia sobre los votantes.
Un portavoz del gobierno calificó el informe de la HRCP de totalmente infundado, calumnioso y disparatado, y que refleja la mente prejuiciosa de sus autores.
Infortunadamente, la HRCP asumió un papel político y, por lo tanto, no es capaz de brindar un punto de vista objetivo en cuestiones de interés nacional vital, agregó el portavoz.
Los intentos de distorsionar las elecciones serán reprimidos con severidad, dijo el presidente de la Comisión Electoral, Hassán Khan. Si alguien intenta dañar la imparcialidad y santidad de los comicios, será detenido y castigado de acuerdo con la ley, dijo Khan.
La HRCP aseguró haber realizado una verificación independiente de acusaciones presentadas por partidos políticos opositores, según las cuales algunos funcionarios del Estado utilizan recursos públicos para obligar a ciudadanos a dar su voto a los candidatos aliados con Musharraf.
El fraude electoral no es un fenómeno nuevo en Pakistán, pero la forma flagrante que asumió esta vez no tiene precedentes, sostuvo la HRCP.
Los incidentes constatados por nosotros son apenas la punta del iceberg. La vulgarización del proceso electoral y la burla de la voluntad ciudadana son preocupantes, dijo el presidente de la Comisión, Afrasiab Khattac.
Opositores afirman que el propio Musharraf está detrás del amañamiento de las elecciones, en respaldo de Quaid-e-Azam (QA) y de la coalición de seis partidos Alianza Nacional.
Fuerzas afines al gobierno militar alentaron la creación de QA, grupo escindido de la Liga Musulmana liderada por el exiliado ex primer ministro Nawaz Sharif, depuesto por Musharraf en 1999.
De mismo modo, los dirigentes de Alianza Nacional se separaron del Partido Popular Pakistaní que encabeza la también exiliada ex primera ministra Benazir Bhutto.
Musharraf se apropió hace tres años de la jefatura del gobierno y en junio de 2001 asumió también la presidencia de este país de 140 millones de habitantes. Sin embargo, afirmó que no interferirá en el trabajo del parlamento y del primer ministro que surjan de estas elecciones.
Pero dirigentes opositores prevén que el mandatario continuará dominando la escena política desde la presidencia, con el estilo autocrático que demostró al concentrar en sus manos todo el poder político, impedir el retorno de Sharif y Bhutto y prohibirles participar en las elecciones.
Musharraf procuró no sólo afirmarse en la presidencia a través de un referéndum en abril, que extendió su periodo hasta 2007, sino también institucionalizar el poder de las Fuerzas Armadas en el gobierno, al crear el Consejo de Seguridad Nacional, órgano compuesto por civiles y militares.
Sin embargo, observadores calculan que sus intentos por mantener la influencia de Bhutto y de Sharif lejos de las urnas fracasaron, lo cual habría llevado al mandatario a asegurarse de manera irregular un resultado electoral favorable.
Una encuesta realizada por la no gubernamental Organización de Desarrollo Pattan, radicada en Islamabad, indica que 50,2 por ciento de los 6.000 entrevistados con derecho a voto creen que Bhutto y Sharif tenían derecho a participar en las elecciones.
Sin embargo, 58,9 por ciento de los encuestados apoyaron apoyan a Musharraf como presidente. Mientras, 17,9 por ciento indicaron que votarían por el Partido Popular Pakistaní de Bhutto, convirtiéndolo en el segundo más votado, y 12 por ciento por la Liga Musulmana de Sharif.
A pesar de que están fuera de competencia, 21,6 por ciento de los potenciales votantes respaldan a Bhutto como primera ministra y 10,3 por ciento a Sharif, indica el estudio.
Una encuesta contratada por la cadena británica BBC indicó que 69 por ciento de los 2.827 entrevistados en 200 localidades califican de manera positiva el trabajo de Musharraf, con variaciones entre bastante bueno y bueno.
Sólo los graduados universitarios tienen derecho a presentarse como candidatos, de acuerdo con las normas establecidas por el régimen militar, lo que excluye a 97 por ciento de los 81 millones de personas habilitadas para votar. (FIN/IPS/tra- eng/ni/aag/js/mj/02