El colapso de la coalición de gobierno encabezada por Ariel Sharon en Israel casi coincidió con la recuperación política del presidente palestino Yasser Arafat, en una reversión de la situación de dos líderes que luchan por la supervivencia.
Los israelíes dijeron hace poco que los días del gobierno de Arafat estaban contados, pero parece que son los días de Sharon los que están contados, comentó un legislador palestino.
Apenas un día después de que Arafat obtuviera la aprobación para formar su nuevo gabinete por una mayoría de votos inesperada, el gobierno de unidad nacional de Israel se derrumbó el miércoles con la retirada del moderado Partido Laborista.
Los laboristas decidieron salir de la coalición en protesta por lo que consideran la asignación excesiva de fondos para los asentamientos judíos en territorios palestinos ocupados, en el plan presupuestal de 2003.
El ministro de Defensa y presidente del Partido Laborista, Benyamin Ben-Eliezer, pretendía que parte de esos fondos se desviaran hacia proyectos sociales y de educación dentro de Israel.
El gobierno rechazó esa demanda, y entonces Ben-Eliezer y sus ministros renunciaron.
Ben-Eliezer, que en tres semanas enfrentará elecciones internas en su partido, justificó su renuncia diciendo que la administración de Sharon no tiene un plan de paz con los palestinos y ha abandonado a los pobres de Israel.
El Partido Laborista era el principal socio del Partido Likud de Sharon en la coalición, y su salida obliga al primer ministro a depender de partidos religiosos y de extrema derecha para obtener una mayoría parlamentaria.
Políticos cercanos a Sharon sugirieron la posibilidad de adelantar las elecciones previstas para noviembre de 2003, pero el primer ministro dio a entender que no tiene intenciones de renunciar. Esperamos continuar gobernando al país de manera responsable y sensata, dijo a la Knesset, el parlamento israelí.
Sin embargo, Sharon se enfrentará el lunes a una moción de censura, y si no obtiene los votos suficientes, deberá convocar a elecciones en un plazo de 90 días o permanecer en el poder al frente de una estrecha coalición de gobierno y dejar que la Knesset fije fecha para elecciones anticipadas.
Seguramente Sharon enfrentará desafíos a su liderazgo del Partido Likud a medida que se aproximen las elecciones, y el ex primer ministro Benjamin Netanyahu tiene grandes probabilidades de reconquistar ese liderazgo, según las encuestas.
La convulsión política en Israel contrastó con la fácil victoria el martes de Yasser Arafat en el Consejo Legislativo Palestino, que aprobó el nuevo gabinete de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) por un amplio margen de votos.
La victoria de Arafat fue notable porque el nuevo equipo de ministros apenas difiere del que renunció hace dos meses porque resultaba inaceptable al Consejo. Sólo cuatro de los 19 ministros son nuevos, y todos ellos son leales al presidente palestino.
Arafat recibió el respaldo de su facción Al Fatah, que tiene la mayoría de los escaños, aunque hubo marcadas diferencias internas entre los representantes.
Ziad Abu Amr y Hanan Ashrawi, dos legisladores reformistas, pusieron en duda que el nuevo gobierno implemente las reformas exigidas por el Consejo.
Mientras, grupos más radicales criticaron duramente al nuevo gabinete. La ANP se ha vuelto adicta a ignorar la voluntad del pueblo y el llamado de la insurrección, declaró desde Damasco el Frente Popular para la Liberación de Palestina.
Pese a las diferencias, los representantes de Fatah decidieron respaldar a su líder por la unidad nacional, y manifestaron su rechazo a los planes de Estados Unidos e Israel para marginar a Arafat.
Ambos países exigieron reformas dentro de la ANP, en especial de los servicios de seguridad, pero el nuevo ministro palestino del Interior, Hani Al-Hassan, replicó que la seguridad y la ocupación no pueden coexistir.
En enero habrá elecciones para la presidencia de la ANP y el Consejo Legislativo Palestino. Arafat aventaja a todos sus rivales en las encuestas de opinión. (FIN/IPS/tra- en/fb/ss/mlm/ip/02