La popularidad en Francia del presidente Jacques Chirac aumenta a medida que se consolida como líder de la oposición mundial a los planes de guerra de Estados Unidos contra Iraq.
Sesenta por ciento de los ciudadanos franceses entrevistados para una encuesta publicada el 20 de este mes por el semanario Le Journal du Dimanche aprueban la gestión de Chirac. El periódico atribuyó la mejora de la imagen pública del mandatario a su campaña diplomática de oposición a una guerra contra Iraq.
El derechista Chirac había recibido 82 por ciento de los votos en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de mayo —a pesar del 19,6 por ciento obtenido en mayo—, pero sólo porque su rival era el ultraderechista Jean Marie Le Pen, contra el que se volcaron aun partidos políticos adversarios del presidente.
Apenas seis meses después, incluso el diario comunista L'Humanité consideró que la posición de Chirac contra los planes de guerra de Estados Unidos era la única posición concebible para cualquier país independiente y soberano.
Chirac obliga a Bush a dar marcha atrás fue el título que le dedicó al asunto el periódico Le Monde, liberal e izquierdista, tradicionalmente crítico de las posiciones políticas del jefe de Estado. Mientras, el diario conservador Le Figaro consideró que, gracias a Chirac, Francia volvió a la escena internacional.
Estados Unidos sólo quiere eliminar a (el presidente iraquí) Saddam Hussein por cualquier medio, mientras Francia subraya el respeto por la ley internacional, asociada con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), observó el analista de política internacional Michel Schifres, de Le Figaro.
Chirac se puso el 18 de este mes al frente del bloque francófono en su campaña para impedir que Estados Unidos se enfrente sin el aval de la ONU en una guerra con Iraq para derrocar al presidente Saddam Hussein.
El mandatario francés manifestó con persistencia su oposición a los planes de Estados Unidos contra Iraq, y logró un compromiso de la comunidad internacional para que cualquier acción militar deba ser autorizada antes por el Consejo de Seguridad de la ONU. Washington pretendía actuar unilateralmente.
Chirac no es el único líder internacional que se opone a esos planes, pero sus esfuerzos diplomáticos son, al parecer, los únicos que han dado resultado.
El mandatario francés reiteró el 18 de este mes su oposición a la guerra en la ceremonia de apertura del octavo Foro de la Francofonía, asamblea de jefes de Estado y representantes de unos 40 países de habla francesa, celebrada en Beirut.
Medio Oriente no necesita una nueva guerra, dijo Chirac, en un discurso aplaudido por la asistencia.
No debe haber piedad en la batalla contra el terrorismo, pero debe ser conducida respetando los derechos humanos y la ley. Si usamos el pretexto del terrorismo para violar esos principios, estaremos en manos de aquellos que procuramos combatir, dijo Chirac.
Los países democráticos deberían procurar la aprobación en la ONU de resoluciones que establezcan el marco para la lucha contra el terrorismo, agregó.
De visita en Ammán, Chirac declaró, luego de reunirse con el rey Abdullah de Jordania: Quisiera ver a la comunidad internacional presionando suficiente a las autoridades iraquíes para convencerlas de iniciar un proceso de desarme controlado, lo cual reduciría las perspectivas de guerra.
Chirac afirmó que la acción militar debe ser el último recurso para convencer al gobierno de Saddam Hussein de que permita a los inspectores de armas de la ONU acceso irrestricto a los arsenales iraquíes.
La oposición de Chirac a los planes del gobierno de George W. Bush tuvo su precio. Grandes democracias europeas no vieron en los años 30 el avance del fascismo nazi, dijo a la prensa un funcionario estadounidense que pidió reserva de su identidad.
La declaración fue percibida como una clara referencia a la colaboración brindada por muchos franceses a los invasores del régimen alemán encabezado por Adolf Hitler.
El secretario (ministro) de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, canceló una conferencia de prensa conjunta con su par francesa Michele Alliot-Marie agendada a mediados de mes. Rumsfeld aseguró que se trató de un malentendido.
Alliot-Marie sí participó el 17 de este mes en una conferencia de prensa conjunta con el secretario de Estado (canciller) estadounidense Colin Powell. Ambos afirmaron que la cuestión iraquí insumió apenas unos pocos minutos en su reunión.
El gobierno de Bush mostró una hostilidad similar al de Alemania, encabezado por el canciller Gergard Schroeder, quien anunció en septiembre que su país no participaría en una guerra contra Iraq aun cuando el Consejo de Seguridad de la ONU la avalara.
Pero la posición de Francia tiene un peso mayor que la de Alemania por su carácter de miembro permanente del Consejo de Seguridad, lo que le confiere derecho a veto sobre las resoluciones del organismo junto con China, Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia.
Las gestiones francesas tuvieron cierto éxito.
Estados Unidos ya se mostró dispuesto a aceptar, como propuso Francia, la aprobación en el Consejo de Seguridad de una resolución que fortalezca las potestades de los inspectores de armas en Iraq y, en una segunda etapa, emitir otra que autorice el uso de la fuerza en caso de que ese país no brinde cooperación plena con los funcionarios.
Estados Unidos y Gran Bretaña, en cambio, habían manifestado inicialmente una suerte de autorización automática para atacar a Iraq si ese país no cooperaba con los inspectores internacionales de armas. (FIN/IPS/tra-eng/jg/ss/mj/ip/02