ESTADOS UNIDOS: Disparos rebotan contra la comunidad musulmana

La noticia de que el principal sospechoso de la última ola de asesinatos en Washington es musulmán preocupa a la comunidad islámica de Estados Unidos, que ha sido blanco de acoso luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Cuando la afgana Manizha Naderi, residente en Nueva York desde 1984, oyó por primera vez del francotirador llamado ”el asesino del Tarot”, lo primero que pensó fue: ”Dios, por favor, que no sea musulmán.” Aún estaban frescas en la memoria las agresiones que Naderi sufrió el año pasado.

La hija de de la mujer, de ocho años, recibió amenazas de muerte y debió asistir a la escuela protegida por agentes policiales durante dos meses.

”Y el otro día oí de nuevo en la radio a personas hablando sobre Islam y violencia”, sostuvo Naderi.

El 24 de este mes, el musulmán John Allen Muhammad, de 37 años, fue arrestado y poco después acusado de matar a 10 personas y de herir a otras tres a larga distancia con un rifle especial en Washington y localidades cercanas a la capital.

El activista Muhsin Alidina, del Centro Islámico Al-Khoei de Nueva York, sostuvo que ”el intento de vincular al Islam con la violencia es profundamente perturbador”. ”Cuando supe que el francotirador era musulmán me dije: 'Dios mío, otra vez no'”, agregó.

Los atentados de 2001 contra la sede en Washington del Departamento de Defensa y contra las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York abrieron un periodo de inquietud para miles de estadounidenses originarios de Asia meridional y de Medio Oriente, tanto musulmanes como no musulmanes.

No se registró, como muchos temían, una ola de violencia a gran escala contra musulmanes, pero integrantes de esta comunidad afirman que la actitud del resto de los estadounidenses hacia ellos se endureció luego de los atentados.

El Islam es la religión de más rápido crecimiento en Estados Unidos, con siete millones de fieles.

Muchos muestran alivio de que el francotirador no sea de origen asiático o árabe, pues se trata de un estadounidense negro convertido al Islam ya adulto. Pero otros afirman que eso no constituye una diferencia, dado el enfoque concentrado en la religión mostrado por los medios de comuncación.

”Los ataques contra el Islam no son nuevos en Estados Unidos, pero el tratamiento que dio la prensa al caso alentó la paranoia pública hacia los musulmanes. Los miembros de nuestra comunidad se sienten afectados por los actos irresponsables de un individuo errante”, dijo Alidina.

”Nadie discute si el asesino se llama 'John' o 'Allen', sino que se concentran únicamente en el apellido 'Muhammad'”, agregó.

Tan perturbador como la actitud de los medios de prensa es el silencio de los dirigentes políticos, afirmó el activista. ”Con su silencio no están ayudando a Estados Unidos como un todo. ¿No es ésta una gran nación?”, se preguntó.

Mientras, el Consejo de Relaciones Islámico-Estadounidenses (CAIR) alertó contra las especulaciones y la fijación de estereotipos sobre la base del nombre del sospechoso.

”Nos preocupa que el apellido del sospechoso obligue a los estadounidenses musulmanes a afrontar una caza de brujas”, dijo Nihad Awad, del CAIR.

”Los informes policiales indican que los sospechosos (Mohammad y el jamaiquino John Lee Malvo, de 17 años) actuaron solos, con sus propias motivaciones. No hay evidencias de que este caso se relacione con el Islam o con los musulmanes”, añadió.

Dos días después del arresto de Muhammad, octavillas intolerantes fueron repartidas en las cercanías de un centro islámico en el insular estado de Hawaii, en el océano Pacífico, para advertir a los musulmanes que estarían bajo vigilancia de ”residentes patrióticos”.

El CAIR expuso otros incidentes contra musulmanes en los últimos dos meses, entre ellos un ataque a balazos a una mezquita en el nororiental estado de Ohio y actos de vandalismo en centros islámicos del noroccidental estado de Idaho y el sudoriental de Virginia.

Además, las autoridades detectaron un plan para atacar unas 50 escuelas islámicas y mezquitas del sudoriental estado de Florida.

Luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001, personas inocentes fueron asesinadas porque parecían musulmanes afganos al usar turbante —aunque profesaban la religión sij, de Asia meridional— y los árabes estadounidenses vivieron en permanente zozobra, sostuvo el periodista sudasiático Arun Sharma.

Un informe de la Asociación Sudasiática de Líderes del Mañana (SAALT) afirmó el año pasado que los medios de comunicación estadounidenses no habían cubierto de manera adecuada las agresiones cometidas contra personas de origen sudasiático y árabe luego de los atentados de septiembre de 2001.

”La percepción de los medios de comunicación fue que los crímenes de odio fueron incidentes aislados”, a pesar de que hubo una veintena de homicidios entre las 645 agresiones detectadas por la prensa, según la SAALT.

”El sentimiento antiislámico es evidente otra vez. Aún está por verse cómo influirá el caso del francotirador en la mente de los estadounidenses”, sostuvo el vicepresidente de la SAALT, Debasish Mishra.

Por otra parte, árabes y sudasiáticos sufren acoso en las inspecciones al azar a los que son sometidos en los aeropuertos de Estados Unidos, donde el color de su piel atrae miradas suspicaces, sostuvo Sharma.

”La confianza y la tolerancia de Estados Unidos está en peligro, quizás para siempre. Y no se podrá medir el impacto de la discriminación social, económica y laboral”, concluyó. (FIN/IPS/tra-eng/au/ml/mj/cr ip/02

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