ARGENTINA: Fracaso sin excusas de centroizquierda

El ex vicepresidente argentino Carlos Alvarez señaló este miércoles que el hundimiento de su alianza con Fernando de la Rúa, quien renunció a la presidencia en diciembre último, significó el fracaso de ”la búsqueda de una vía alternativa entre el populismo y el fundamentalismo de mercado”.

Refugiado en un absoluto hermetismo desde que en octubre de 2000 renunció a la vicepresidencia, el centroizquierdista Alvarez reapareció en público este miércoles en una rueda con corresponsales extranjeros en la que presentó su libro ”Sin excusas”.

Allí hace una profunda autocrítica de su papel en el gobierno encabezado por De la Rúa (1999-2001). También celebró el triunfo del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones del último domingo en Brasil.

El Partido de los Trabajadores (PT), de Lula, con un largo proceso de construcción política detrás, ”fue más inteligente que nosotros, porque su alianza es un espejo invertido de lo que fue la nuestra, donde lo más nuevo estaba por detrás y lo viejo estaba hegemonizando la coalición”, comparó Alvarez.

También destacó que en Brasil hay centros de debate político que no existen en Argentina, y un sector empresarial fuerte y dispuesto a arriesgar en inversiones productivas.

Indicó, además, que el PT tiene entre sus bases a la clase trabajadora, que es el motor de los cambios, mientras que en Argentina, ese segmento es casi monopolizado por el Partido Justicialista, actualmente en el gobierno.

Alvarez se negó rotundamente a dar algún consejo al gobierno que asumirá el 1 de enero en Brasil, como le pidieron algunos periodistas, porque consideró que su experiencia había sido ”un fracaso”.

Pero sí destacó que el proceso electoral brasileño representó ”una excepción en América latina”, por su contribución al fortalecimiento de la democracia.

Al frente del Frente País Solidario (Frepaso), Alvarez se coligó en 1997 con la Unión Cívica Radical (UCR), de De la Rúa para frenar la ofensiva del entonces presidente Carlos Menem (1989- 1999) en busca de una nueva reforma constitucional que le permitiera competir por el gobierno por tercera vez consecutiva.

De ese modo nació la Alianza entre el centroizquierdista Frepaso y la tradicional UCR, y su fórmula presidencial De la Rúa- Alvarez, que conquistó la presidencia en 1999 con poco más de 50 por ciento de los votos.

Pero esa sociedad duró poco. La agudización de la crisis económica y la falta de apoyo de De la Rúa al combate contra la corrupción en el Senado iniciado por Alvarez desgastaron la Alianza, que había asumido el gobierno en diciembre de 1999.

El punto culminante del deterioro entre los dos partidos que conformaban la Alianza fue la renuncia de Alvarez apenas 10 meses después de comenzar a gobernar, tras quedar solo en su intento por confirmar las denuncias de cobro de soborno para aprobar determinadas leyes en el Senado, cuerpo que él presidía.

Alvarez dejó la vicepresidencia y se fue para su casa, pero sin retirar el Frepaso del gobierno. ”Me quedé a mitad de camino”, dijo.

Ahora admitió que ese fue uno de los principales errores que cometió, aunque justificó su decisión en el temor de que la crisis económica que se avecinaba fuera atribuida a una defección del partido que lideraba.

El 20 de diciembre de 2001, sólo 13 meses después del alejamiento de Alvarez, también De la Rúa se vio obligado a renunciar ante el colapso económico, que derivó en saqueos de comercios, protestas sociales y una sangrienta represión policial, con un saldo de unos 30 muertos y decenas de heridos.

La crisis institucional se superó sólo el 31 de diciembre, cuando el Congreso legislativo designó a Eduardo Duhalde para completar el mandato constitucional de cuatro años de De la Rúa. Antes había fracaso Adolfo Rodríguez Saá, quien gobernó apenas 7 días.

En su reaparición pública de este miércoles, Alvarez explicó que, a su entender, hoy existe un divorcio entre la dirigencia política y la sociedad.

”Los políticos son vistos como una clase expoliadora y parasitaria”, lo cual llevó a ”un sistema político fragmentado, en el que ningún candidato supera 18 por ciento” de adhesión, apuntó.

Las próximas elecciones presidenciales están previstas para el 30 de marzo, pero hasta el momento ningún precandidato supera ese 18 por ciento en las encuestas de intención de voto, mientras que más de 20 por ciento de los consultados responde que no votará a nadie.

Alvarez, licenciado en Historia y profesor de la Universidad de Quilmes, consideró que Argentina va en camino de repetir el proceso electoral de Bolivia y Ecuador, donde ninguno de los candidatos a la presidencia suscitó gran expectativa.

En cuanto a la fallida alianza con De la Rúa, precisó que en las postrimerías del gobierno de Menem había una fuerte demanda social en favor de una coalición de políticos honestos que lo derrotara.

Había un gran hartazgo respecto de la corrupción y, en contraste, se veía a De la Rúa como el gran cambio en ese sentido, añadió.

”Esa situación permitió que nuestro partido tuviera una mirada complaciente hacia la UCR y ocultó, además, nuestra precariedad como fuerza política en formación”, comentó.

”Entonces, me dejé llevar por ese clima, relativicé zonas oscuras de De la Rúa y no supe diferenciar entre un moderado y un conservador” como es el ex presidente, admitió.

Sostuvo que un político moderado sabe construir consensos y está en condiciones de encarar ciertas rupturas. Alvarez dijo que una vez en el gobierno se dio cuenta que De la Rúa no tenía voluntad de cambiar prácticas corruptas que había en el Senado y en otras áreas del Estado y de la actividad privada.

También consideró un error haber aceptado la vicepresidencia, que es un cargo alejado de las decisiones políticas en Argentinma. ”La desilusión de mucha gente con mi renuncia vino porque había una expectativa desmedida respecto de lo que yo podía hacer como vicepresidente”, indicó.

”Presidía el Senado, pero tenía un solo senador de mi partido sobre 70”, justificó. ”Era como plantearse una batalla sin un ejército”, se quejó.

El ex vicepresidente, quien aseguró que no quiere volver a la política partidaria, señaló que en Argentina es difícil construir una fuerza progresista, porque entre los dirigentes no hay una visión de largo plazo sino que siempre se pretende ganar la próxima elección.

”Creo que hay un desajuste muy grande entre el énfasis que pone el progresismo en la construcción de poder político para llegar al gobierno, y el que se pone en el estudio técnico de los grandes temas. Eso, cuando se llega al gobierno, obliga a tercerizar el conocimiento convocando a técnicos que tienen sus propios planes”, explicó.

A su juicio, la política hoy es 30 o 40 por ciento de concepción estratégica y 60 o 70 por ciento de calidad de gestión.

Por eso apuntó que hay que prepararse, estudiar los temas y la forma de administrar las mejores propuestas para cuando se llega al gobierno, todas cosas que la Alianza no hizo. (FIN/IPS/mv/dm/ip/02

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