En México y América Central se han extinguido 23 especies de fauna y otras seis sólo sobreviven en cautiverio, de acuerdo con la Lista Roja publicada por la Unión Mundial para la Naturaleza (IUCN).
Si Cristóbal Colón pudiera visitar América en 2002, ya no encontraría algunos de los animales que lo maravillaron cuando llegó por primera vez al continente, hace 510 años.
Una de las especies que llamó su atención, y que mencionó al retornar a Europa, era una foca que nombraron lobo de mar.
Medía hasta 2,7 metros de largo y tenía el dorso color marrón intenso y la parte inferior gris. Se trata de la foca monje del Caribe (Monachus tropicalis), que hoy ya no existe.
Sobrevivió casi cinco siglos tras la llegada de los españoles. Pero en 1954 desapareció de las costas de México y América Central, en buena medida por la caza indiscriminada.
Este es sólo uno de los animales extinguidos que figuran en la Lista Roja de las Especies Amenazadas 2002, un recuento de la biodiversidad planetaria en riesgo que elabora la no gubernamental Unión Mundial para la Naturaleza (IUCN).
La desaparición de especies es un fenómeno de toda la historia del planeta, pero nunca se había dado un proceso tan acelerado como el actual, en buena parte por la intervención humana, explicó a Tierramérica Enrique Lahmann, director de la IUCN para Mesoamérica.
La paloma migratoria (Ectopistes migratorius), por ejemplo, protagoniza una historia casi inverosímil.
Hasta el siglo XIX, esta paloma de plumaje azul, rojo y blanco, era el ave más abundante en todo el mundo. Se estima que sólo en América del Norte y parte de América Central había más de 2.000 millones de ejemplares que surcaban los cielos y poblaban los árboles.
Las últimas aves silvestres fueron cazadas en 1900. En 1914 murió la última paloma cautiva.
La caza a la que fue sometida, debido a su apetecida carne, provocó una marcada reducción de las poblaciones, que luego hizo a la especie muy vulnerable a diversas enfermedades. Otro de los aspectos que contribuyó a su desaparición fue la falta de alimentos: los frutos de robles y hayas.
Este es un ejemplo de lo que puede pasar si el hombre altera en forma desmedida el funcionamiento de la dinámica ecológica, explicó a Tierramérica la bióloga Ana Virginia Mata, consultora de la UICN.
Es muy importante no reducir demasiado el tamaño poblacional de una especie, para garantizar que en caso de una catástrofe o de una situación extrema, puedan sobrevivir algunos individuos, los más aptos, para que luego se reproduzcan y con ello se recupere la especie, puntualizó Mata.
En la nueva Lista Roja, publicada este mes, figuran 23 especies animales que ya no pueden hallarse en tierras mexicanas y centroamericanas.
Por ejemplo, un halcón endémico de la isla mexicana de Guadalupe, varias especies de peces de agua dulce, un roedor del bosque húmedo de Honduras y el zambullidor de Atitlán, un ave acuática guatemalteca.
La desaparición de especies, advierten los científicos, tiene repercusiones sociales, pues al agotarse un recurso se destruyen fuentes naturales para la producción y se merma, a largo plazo, un potencial económico.
La Lista Roja contiene asimismo seis especies de animales que sólo sobreviven en cautiverio en México y América Central: cinco peces de agua dulce, entre ellos el biznaguita y el perrito de Potosí, y un ave mexicana, conocida popularmente como paloma de la Isla Socorro.
* Publicado originalmente el 26 de octubre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (FIN/Tierramérica/nms/dcl/en/02