SRI LANKA: Pragmatismo, mediación y respeto son la clave

El pragmatismo, la mediación internacional eficaz y el respeto mutuo dieron origen a las señales de paz de la recién concluida ronda de negociaciones sobre el conflicto étnico de Sri Lanka.

Esos tres elementos formaron la base de las conversaciones que comenzaron el lunes y terminaron el miércoles en la base naval de Sattahip, en Tailandia, entre representantes del gobierno srilankés y de los insurgentes Tigres de Liberación de la Patria Tamil.

Así, ya en la primera ronda se logró un avance sustancial, que fue la sustitución de la demanda de los rebeldes de independencia por la de autodeterminación en las provincias del norte y este, que ellos llaman ”Tamil Eelam” (Patria Tamil).

Además, ambas partes lograron fijar fecha para tres rondas más de negociaciones, a fines de octubre, diciembre y enero próximos.

Gran parte del cauteloso optimismo sobre las conversaciones, reanudadas luego de una brecha de siete años, se deriva de la visión común que las dos partes tienen sobre el camino para resolver la guerra civil que azota a Sri Lanka desde 1983.

El primer día de las conversaciones, los jefes de ambas delegaciones —Gamini Lakshman Peiris por Colombo y Anton Balasingham por los separatistas Tigres de Tamil— establecieron la forma que adoptaría la negociación.

En base a las lecciones aprendidas de fracasadas rondas anteriores, acordaron un enfoque gradual y realista, es decir que se negociarían primero las cuestiones menos contenciosas para pasar a los asuntos más espinosos en rondas posteriores.

Los primeros temas acordados se relacionaron con problemas cotidianos de los civiles que viven en el norte y este de Sri Lanka, las áreas azotadas por la guerra, donde reside la mayor parte de la minoritaria etnia tamil.

Los acuerdos tienden a aumentar los esfuerzos para limpiar esa área de minas terrestres (se estima que hay entre un millón de 1,5 millones) y ayudar a la reubicación de un millón de personas desplazadas internamente por la guerra.

Las partes acordaron dejar para rondas posteriores los asuntos relacionados con la distribución de poder y el desarme de los Tigres, que según estimaciones tienen entre 3.000 y 10.000 combatientes y otra cantidad similar de miembros sin armas.

”Al comienzo del proceso de negociaciones, no se pide la entrega de las armas. Eso debe hacerse luego de haber logrado avances sustanciales”, declaró Peiris en una conferencia de prensa ofrecida el miércoles.

En contraste, en la última ronda de conversaciones, celebrada entre noviembre de 1994 y abril de 1995, ambas partes iniciaron el proceso con visiones diferentes.

Mientras los Tigres promovían un enfoque gradual, el gobierno, entonces encabezado por la actual presidenta Chandrika Kumaratunga, pretendía una agenda más amplia que abarcara tanto cuestiones humanitarias como políticas.

En esta etapa, en cambio, Peiris destacó ya en la ceremonia inaugural que ”no se trata de que el ganador se lleve todo”.

Por su parte, los Tigres revelaron una nueva disposición al diálogo al cambiar su exigencia de un estado separado por la de autodeterminación.

Hasta ahora, el reclamo de independencia estaba en el centro de su lucha armada.

Balasingham, el jefe del equipo de negociador de los insurgentes, señaló que ”patria no significa estado separado”, pero advirtió que ”si la demanda de autonomía regional o autogobierno es rechazada, el pueblo tamil no tendrá otra opción que la separación”.

Por su parte, Peiris dijo que ”sus aspiraciones (de los Tigres) pueden concretarse si llegamos a un acuerdo apropiado sobre ellas”.

Tan importante como las posiciones políticas fijadas en las negociaciones fue el respeto mutuo que ambos equipos negociadores manifestaron pese a las características sangrientas del conflicto, que hasta ahora causó la muerte a unas 64.000 personas.

La participación internacional, ausente en instancias previas de negociaciones, también aumenta las posibilidades de éxito.

El gobierno de Noruega, que actúa como mediador en el conflicto desde 1998, estuvo presente en la mesa de negociaciones y ayudó a redactar la declaración final, según una fuente diplomática.

También hay una presencia internacional en Sri Lanka a través de la Misión de Vigilancia de Sri Lanka, que supervisa el acuerdo de tregua firmado entre Colombo y los Tigres en febrero. (FIN/IPS/tra-en/mmm/js/mlm/ip/02

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