NEPAL: Elecciones en peligro por violencia

La creciente violencia política en Nepal pone en peligro las elecciones parlamentarias, mientras el primer ministro Sher Bahadur Deuba opta ahora por exhortar a los insurgentes maoístas a dialogar.

Los comicios en que se eligirán los 205 miembros de la Cámara de Representantes fueron convocados por Deuba luego de la disolución del cuerpo en mayo. El Poder Legislativo nepalés también está integrado por un Consejo Nacional, de 80 miembros electos cada seis años.

Deuba tomó esta decisión presionado por las fuertes disputas dentro del gobernante Partido Nepalés del Congreso en torno de las acciones para hacer frente a la insurgencia.

El gobierno confiaba entonces en que podría contener la violencia, pero dirigentes políticos tanto del oficialismo como de la oposición consideran ahora que la imposibilidad de lograr ese objetivo impedirá la realización de las elecciones.

Deuba llamó a fines de septiembre a los rebeldes maoístas a iniciar ”honestas y sinceras” negociaciones de paz con el gobierno. ”Las elecciones deberían ser una oportunidad para que se unan a la actividad política y dejen atrás la violencia”, dijo el primer ministro al periódico en inglés Kathmandu Post.

Pero los llamados de Deuba no convencieron a la oposición ni a los insurgentes, que tomaron las armas en 1996 para convertir a este reino del Himalaya en un país comunista y que se inspiran en la organización peruana Sendero Luminoso.

Seis partidos políticos exigieron el 26 de este mes a Deuba para que garantice la seguridad o que, de lo contrario, recomiende al rey Gyanendra Bir Bikram Sha Deva que suspenda las elecciones y restaure el parlamento disuelto.

”No entendemos cómo se pueden llevar a cabo las elecciones en un ambiente de seguridad tan deteriorado. La campaña no comenzó y ya hay temor en el pueblo”, dijo el líder del Partido Comunista, Subash Nembang.

Observadores atribuyen la situación a la incapacidad del gobierno. Los problemas se agravaron inmediatamente después de que Deuba levantara el 28 de agosto las medidas de seguridad de emergencia que regían desde el año pasado.

Desde entonces, los maoístas, que operaban principalmente en la selva y en las montañas del occidente y el oriente del país, comenzaron a detonar explosivos en zonas urbanas y atacar bases militares en distritos remotos.

Más de 200 soldados murieron a manos de los rebeldes en el último mes.

El secretario del Interior, Tika Dutta Niraula, admitió a fines de septiembre que la violencia constituye un gran problema y pidió a la independiente Comisión Electoral que divida a los comicios en ocho etapas para que las fuerzas de seguridad puedan controlar debidamente el proceso.

El actual escenario era impensable pocos años atrás.

En general, los 23 millones de habitantes de este país valoran su monarquía constitucional, creada al influjo de un fuerte movimiento popular en 1990. Pero en estos 12 años de democracia también quedó en evidencia el resentimiento dominante en algunos sectores de la sociedad.

La corrupción, el nepotismo y la incapacidad de las elites gobernantes para mirar más allá de sus propios intereses es, según analistas, lo que alimenta el descontento, una situación que los insurgentes aprovechan.

”La situación derivó en tal situación que hay temor sobre el futuro. ¿Qué pasaría si no se puede garantizar la seguridad y se realizan las elecciones?”, se preguntó el analista político Narayan Wagle.

”Todos los partidos quieren que se realicen las elecciones, pero tenemos que pensar más allá de eso. Debemos ser lo suficientemente realistas para tratar la situación de forma correcta”, dijo por su parte el dirigente del Partido Nepalés del Congreso Narhari Acharya.

Deuba ha rechazado en reiteradas oportunidades la posibilidad de solicitar al rey que reinstale el parlamento disuelto.

”No hay necesidad de pensar en esa opción. Somos lo suficientemente capaces para garantizar la seguridad en las elecciones”, dijo el primer ministro al diario Kathmandu Post.

Deuba procura a través del diálogo que los rebeldes se comprometan a no realizar acciones violentas durante los comicios, pero esa parece una meta casi imposible de alcanzar.

El gobernante inició negociaciones con los líderes maoístas al asumir el poder en julio de 2001. Los insurgentes las interrumpieron cuatro meses después.

El primer ministro se vio obligado a adoptar las medidas de emergencia y desde entonces rechazó todas las ofertas de paz presentadas por los rebeldes, por considerar que eran ”trampas para ganar tiempo”.

Pero ahora la situación cambió por completo, pues el ejército perdió muchas batallas y los maoístas, que ganaron fuerza, anunciaron que boicotearán las elecciones.

Sin embargo, los dos principales líderes maoístas, Pushpa Kamal Dahal y Baburam Bhattarai, divulgaron a fines de septiembre un llamado a todas las fuerzas políticas a participar de una mesa de negociaciones para resolver la crisis.

Luego de este comunicado, Deuba volvió a invitar a los rebeldes a reanudar el proceso de paz, pero aún no obtuvo respuesta.

Analistas prevén que la tensión aumentará conforme pasen los días y todos coinciden en que, como señaló el diario Kathmandú Post en un editorial, de aquí al 13 de noviembre ”serán dos meses muy largos”. (FIN/IPS/tra-eng/sp/js/rp/mj/ip/02

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