El presidente palestino Yasser Arafat y el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, lograron réditos políticos con el sitio israelí a las oficinas de Arafat en la central ciudad cisjordana de Ramalá, que duró 10 días hasta el domingo.
Es probable que Sharon haya reforzado su popularidad en Israel y afirmado una posición de fuerza ante la comunidad internacional, pero también le hizo un favor político a Arafat en el intento de precipitar su derrota.
Los críticos de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), entre ellos dirigentes y parlamentario del movimiento Fatah que Arafat lidera, debieron cesar la presión por reformas y cerrar filas en torno al presidente.
La mayoría de los miles de personas que protestaron en las calles contra el sitio eran activistas de Fatah que pocos días antes criticaban con dureza a su líder, señaló Elias Zananiri, director de la compañía de medios de comunicación israelí Netvision.
Sin embargo, apenas los tanques y topadoras comenzaron a destruir edificios en Ramalá, todos esos críticos corrieron al rescate de su líder histórico, de modo que Sharon y su ejército salvaron a Arafat, como dicen algunos con ironía en Ramalá, comentó.
En el plano internacional, la ofensiva determinó que el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas declarara el 24 de septiembre que Israel debía levantar el sitio. Estados Unidos se abstuvo en esa votación, pero no ejerció su derecho a veto en el Consejo.
De todos modos, el primer ministro israelí alega que las relativamente escasas protestas callejeras contra el sitio y la débil reacción de los gobiernos árabes ante esa situación demostraron que Arafat, de 73 años, está cerca del fin de su trayectoria política.
Sharon ordenó el sitio y la destrucción de los edificios que rodeaban las oficinas de Arafat con la intención declarada de presionar al presidente palestino para que entregara a 20 personas a las que acusa de terrorismo, tras atentados suicidas palestinos que causaron la muerte de siete israelíes el 17 y el 18 de septiembre.
Además de mantener rodeado a Arafat, junto con 250 colaboradores y funcionarios, el ejército israelí realizó ataques en Gaza que causaron la muerte de por lo menos 25 palestinos.
Esa ofensiva frenó las críticas palestinas contra la ANP, acusada de corrupción, incompetencia y gestión poco democrática, que forzó el 11 de septiembre la renuncia de los ministros nombrados por Arafat en mayo, para evitar que el parlamento palestino, dominado por Fatah, les retirara la confianza.
Arafat afronta creciente descontento en el frente interno, pero se transforma en símbolo de nuestra lucha por la independencia cuando es atacado en el frente externo por israelíes y estadounidenses, explicó a IPS el empresario palestino Mohmoud Mansour, residente en Emiratos Arabes Unidos.
Para Sharon, el sitio fue un paso más hacia la expulsión de Arafat de los territorios palestinos, con la intención de incidir en la elección de un nuevo líder de la ANP, más dispuesto a ponerse de acuerdo con los israelíes, opinó P. V. Vivekanand, director del diario de Emiratos The Gulf Today.
El primer ministro israelí sabe muy bien que Arafat pagaría un alto costo político si entrega a los acusados de terrorismo para salvarse, luego de la impopular decisión de enviar al exilio en mayo a otros 13 palestinos acusados por Israel, apuntó.
Por otra parte, si el presidente palestino no entrega a los acusados, se fortalece la tesis de Sharon de que Arafat protege o dirige a quienes realizan atenatados contra Israel, añadió Vivekanand.
La operación en Ramalá fue parte de nuestra estrategia para frenar la escalada terrorista y reducir la capacidad palestina de realizar operaciones contra Israel, sostuvo Sharon en una entrevista publicada el jueves por el diario israelí Jerusalem Post.
El mensaje del primer ministro israelí a Estados Unidos fue que no abandonará su agresiva línea de acción contra Arafat, aunque eso afecte el difícil esfuerzo de Washington por lograr apoyo árabe a un ataque contra Iraq, dijo a IPS el profesor de ciencia política Khaliq Abdulla, de la Universidad de Emiratos.
Eso aumenta la probabilidad de que Sharon sea reelegido en 2003, opinó.
Sin embargo, hubo duras críticas israelíes contra la ofensiva de los últimos días.
Sharon cometió un grave error al tomar como blanco las cisjordanas oficinas de Arafat, mientras la mayoría de los dirigentes del extremista grupo Hamas estaban en Gaza, alegó el columnista Roni Shaked, del diario Yediot Ahronot.
Mientras Arafat estaba bajo sitio, los dirigentes de Hamas tuvieron tiempo y libertad para ensalzar los ataques suicidas u prometer que habrá más de ellos, en declaraciones a los medios de comunicación árabes, arguyó.
En vez de castigar a esos dirigentes, Sharon hostigó una vez más a Arafat, quien no puede detener a los extremistas porque los ataques israelíes han destruido la infraestructura de seguridad de la ANP, añadió Shaked. (FIN/IPS/tra-eng/nj/js/mp/ip/02