Serbia comenzó a desembarazarse del material radiactivo existente en su territorio, con lo que sepulta el sueño de posesión de armas nucleares acariciado a fines del siglo XX por Yugoslavia.
Sin embargo, el operativo para retirar el material utilizable en la fabricación de armas nucleares, realizado con la cooperación de Estados Unidos y de Rusia, aún resulta insuficiente para dar seguridad ambiental a Serbia, la principal de las dos repúblicas yugoslavas.
Tanto el patriarca del régimen comunista yugoslavo, el mariscal Tito (Josip Broz, quien gobernó entre 1945-1980), como el dictador Slobodan Milosevic, hoy procesado por crímenes de guerra y genocidio, quisieron incorporar el país al club de poseedores de la bomba nuclear.
Unos 1.200 soldados y docenas de helicópteros escoltaron una columna de camiones hacia el aeropuerto de Belgrado a fines de agosto. La operación duró seis horas, durante las cuales la mitad de Belgrado estuvo bloqueada.
El ministro de Ciencias de Serbia, Dragan Domazet, informó al día siguiente que 817 kilogramos de uranio altamente enriquecido, divididos en unas 6.000 barras, habían sido retirados del Instituto de Ciencias Nucleares de Vinca, a 12 kilómetros de Belgrado.
La carga se dirigió rumbo a un avión que lo llevó a Rusia, donde había sido fabricada hace tres décadas. El operativo se mantuvo en secreto hasta que el uranio llegó a Rusia, por temor a que alguna organización extremista intentara robar el uranio.
Era suficiente para dos bombas nucleares. El transporte (del material radiactivo) marcó el fin de una era y constituye una contribución a la batalla internacional contra el terrorismo, dijo Domazet en una conferencia de prensa.
Pero toneladas de residuos aún permanencen bajo el suelo de Vinca, procedentes de la central nuclear de Krsko y de otras dos en las repúblicas ex yugoslavas de Croacia y Eslovenia.
El operativo del 22 de agosto fue el primer paso hacia el retiro de Vinca de todo el material nuclear, usado o sin usar, afirmó Domazet.
El destino final del combustible radiactivo fue una instalación del Ministerio de Energía Atómica de Rusia en Dimitrovgrado, a 700 kilómetros de Moscú, donde se lo degradará hasta que sea inútil para la fabricación de armas nucleares, afirmó el ministro.
La misión costó dos millones de dólares y su planificación insumió dos años. Fue realizada con ayuda del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos, el Ministerio de Energía Atómica de Rusia y la Agencia Internacional de Energía Nuclear de la Organización de las Naciones Unidas.
La mayoría de los habitantes de Belgrado ignoraban que en Vinca, bajo la fachada de un centro de investigaciones científicas, existía hacía 44 años un reactor nuclear, apagado hacía un decenio porque el régimen de Slobodan Milosevic carecía de dinero para ponerlo en funcionamiento.
Los científicos de Vinca negaron la versión de medios de prensa occidentales según la cual Milosevic pretendía suministrar material nuclear a Iraq, Irán o Corea del Norte, y aseguraron que el centro habría sido incapaz de fabricar una bomba nuclear.
También negaron que el gobierno de Iraq les haya ofrecido empleo, como indicaba otra versión periodística.
Esas son puras invenciones. Todo el mundo está hablando sobre el ataque (que Estados Unidos planifica) contra Iraq. Nosotros sabemos lo que es un bombardeo. Estaríamos locos si fuéramos allí a desarrollar armas nucleares, dijo a IPS un científico que reclamó reserva sobres su identidad.
El primer dato sobre las actividades nucleares en Vinca se conocieron durante el bomberdeo contra Yugoslavia realizado por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1999.
Los científicos del centro advirtieron entonces que ocurriría un desastre ambiental si las instalaciones, entre ellas el cercano depósito de residuos radiactivos, eran alcanzadas por un misil.
El operativo del 22 de agosto dejó en evidencia que Vinca continúa siendo un basurero nuclear, para colmo con escasa vigilancia.
El retorno de la seguridad ambiental luego de decenios de negligencia, y después de los bombardeos de la OTAN, es, para mí, un problema mayor a la posibilidad de que los terroristas obtengan armas nucleares, dijo el ministro de Ambiente de Serbia, Anjelka Mihajlov.
Los bombardeos de la OTAN destruyeron docenas de refinerías de petróleo y centrales de energía, lo cual ocasionó grandes vertidos tóxicos en ríos, en el suelo y en la atmósfera.
Es bueno ver que, finalmente, el viejo sueño de Tito de poseer armas nucleares se desmanteló. También es bueno ver que el país coopera de nuevo con la comunidad internacional, luego de una década de aislamiento, dijo el experto en asuntos militares Miroslav Lazanski.
Pero es preocupante que aún permanecen residuos nucleares a los que nadie presta atención, concluyó. (FIN/IPS/tra- eng/vz/ss/mj/en ip/02