COREA DEL NORTE: Otra causa de divergencias en EEUU

El histórico acercamiento alcanzado por el primer ministro de Japón, Junichiro Koizumi, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong Il, creará nuevas tensiones entre los ”halcones” y las ”palomas” del gobierno de Estados Unidos.

Altos funcionarios del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos presionaron durante meses para que se enviara una misión oficial a Pyongyang con el objetivo de iniciar un diálogo serio con el régimen de Kim.

Pero la propuesta fue bloqueada por los ”halcones” del Departamento de Defensa (Pentágono) y de la oficina del vicepresidente Dick Cheney, en especial luego de que Bush incluyó en enero a Corea del Norte en el ”eje del mal” de asistencia al terrorismo, junto con Irán e Iraq.

Al reunirse el martes con Koizumi en Pyongyang, Kim sorprendió al mundo al admitir que agentes de su régimen habían secuestrado a 11 ciudadanos japoneses en los años 70 y 80 para obligarles a enseñar el idioma japonés y al pedir disculpas por estas acciones.

Las ”palomas” del Departamento de Estado, ya enfrentadas con los ”halcones” por la política de Washington respecto de Medio Oriente e Iraq, consideraron esa confesión una gran oportunidad para iniciar conversaciones con Corea del Sur.

Los ”halcones” alientan medidas unilaterales, sin descartar las de carácter militar, para solucionar los conflictos internacionales. Las ”palomas”, en cambio, se inclinan por apelar a mecanismos multilaterales y a la distensión, principios predominantes en la diplomacia de Washington desde 1945.

Al recibir a Koizumi, Kim también se comprometió a alargar más allá de 2003 la moratoria unilateral sobre las pruebas norcoreanas de misiles, una decisión que elimina un motivo de preocupación tanto de Japón como de Estados Unidos.

Además, el líder norcoreano le pidió al primer ministro japonés que le transmitiera a Washington que ”las puertas están abiertas para el diálogo” bilateral directo.

Por su parte, Koizumi se disculpó ante Kim por la ocupación militar japonesa de la península coreana entre 1910 y 1945, y sugirió que su gobierno estaba dispuesto a reparar el daño ocasionado.

Según informes de prensa procedentes de Tokio, la reparación podría ascender a 10.000 millones de dólares a entregar a lo largo de varios años.

Koizumi y Kim se comprometieron también a impulsar la normalización del vínculo entre sus países, que nunca tuvieron relaciones diplomáticas plenas.

La ronda anterior de conversaciones al respecto había comenzado en 1997 y se interrumpió al año siguiente, a causa de la insistencia de Tokio en pedir información sobre los ciudadanos japoneses secuestrados como condición para mantener el diálogo, y la de Pyongyang en negar esos hechos.

”Esta es una gran apertura. Si el Departamento de Estado quiere ganar la jugada, deberá enviar a alguien a Pyongyang para seguir el asunto”, dijo el experto en cuestiones asiáticas John Gershman, de la organización académica izquierdista Foreign Policy in Focus.

”Esta será otra prueba para ver quién manda en el gobierno en los asuntos internacionales clave”, afirmó Greshman.

Funcionarios del gobierno aplaudieron los resultados de la visita de Koizumi a Kim, en especial los estrechos contactos mantenidos al respecto por el primer ministro japonés antes de la entrevista.

Pero aún no se tomaron medidas, entre las que se menciona una gira del principal funcionario del Departamento de Estado a cargo de las relaciones con Asia oriental y el Pacífico, John Kelly.

”Existen algunos puntos que discutiremos con Corea del Norte en el momento adecuado. Estamos analizando cuándo ocurriría eso”, dijo este miércoles el portavoz del Departamento de Estado, Richard Boucher.

Se prevé que Japón y Corea del Norte presionarán ahora a Washington para que impulse el proceso de normalización de las relaciones y coordine sus políticas.

”Ambos quieren la participación de Estados Unidos, entre otras cosas para que no se contrapongan intereses”, dijo Alan Romberg, especialista en asuntos del noreste de Asia del Centro Henry L. Stimson, un grupo de expertos en seguridad internacional con sede en Washington.

Pero si el gobierno de Bush complacerá o no esa aspiración es otro asunto.

Originalmente, Powell planeaba aprovechar los esfuerzos ya realizados por el ex presidente Bill Clinton (1993-2001) para normalizar los vínculos con Corea del Norte al comienzo del gobierno de Bush, quien asumió la presidencia en enero de 2001.

Fue Clinton quien aprobó en 1994 el acuerdo marco por el cual Pyongyang acordó congelar la operación y construcción de reactores nucleares que, según funcionarios estadounidenses, formaban parte de un programa encubierto de armas atómicas.

A cambio, Estados Unidos le prometió dos reactores de agua liviana, cuyos productos derivados no pueden usarse fácilmente en el desarrollo de armas nucleares.

El pacto marcó un hito y condujo a la exploración de acuerdos en otras áreas de seguridad, a tal punto que a fines de 2000, la entonces secretaria de Estado Madeleine Albright viajó a Pyongyang con el fin de preparar el camino para una posible visita de Clinton.

Esa visita habría conducido a un acuerdo final sobre pruebas de misiles y sobre el cese de la exportación de misiles de Corea del Norte —una importante fuente de divisas para ese país— a Irán y otros estados que Washington considera ”renegados”.

La contrapartida habría sido ayuda económica y acceso al crédito de instituciones financieras internacionales, como el Banco Mundial.

En medio de la incertidumbre electoral tras los comicios de noviembre de 2000, Clinton optó por no viajar a Corea del Norte, pero sus asesores urgieron a la administración de Bush a continuar el proceso.

Sin embargo, para decepción de Powell, sólo seis semanas después de asumir la presidencia e inmediatamente después de recibir al presidente surcoreano Kim Dae Jung en la Casa Blanca, Bush declaró que el líder norcoreano Kim Jong Il era ”indigno de confianza”.

La declaración de Bush humilló al líder surcoreano, que había recibido el Premio Nobel de la Paz por su diplomacia ”luz de sol” hacia Corea del Norte, y marcó el primer golpe del sector radical del nuevo gobierno, que por largo tiempo había criticado a Clinton por ”confraternizar” con Corea del Norte.

Aunque el asunto quedó paralizado desde entonces, hace dos meses Powell se reunió brevemente con el canciller norcoreano al margen de una reunión de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, en lo que se consideró una señal de flexibilidad por parte de Washington.

Pero un previsto viaje de seguimiento de Kelly nunca se concretó, en medio de las especulaciones y los enfrentamientos internos sobre las intenciones de Washington hacia Iraq, que arreciaron desde principios de agosto.

De hecho, dos semanas antes del viaje de Koizumi a Pyongyang, John Bolton, subsecretario de Control de Armas y un estrecho aliado de Rumsfeld y Cheney, llegó a calificar a Corea del Norte de ”régimen perverso”.

La cuestión ahora es si el viaje de Koizumi destrabará la situación en Washington y pasará la iniciativa al Departamento de Estado.

Los halcones mantienen su férrea oposición a cualquier acercamiento a Corea del Norte en ausencia de concesiones concretas, en particular la autorización a la Agencia Internacional de Energía Atómica para que inspeccione las instalaciones nucleares y las reservas de plutonio de Pyongyang.

Además, temen que cualquier reducción de la hostilidad de Washington hacia Corea del Norte debilite la actual campaña contra Iraq.

La mayoría de los analistas coinciden en que los radicales deberán aceptar al menos una visita de exploración de Kelly a Pyongyang en los próximos meses, aunque sólo sea para evitar dar una imagen demasiado beligerante a la Unión Europea, Rusia y China, cuya aprobación es esencial para un ataque a Iraq.

Mientras, altos oficiales del Pentágono están preocupados por el creciente sentimiento anti-estadounidense en la juventud de Corea del Sur, que ve a Washington como un obstáculo para la reunificación de la península y rechaza la presencia de 37.000 soldados estadounidenses en su país.

”El envío de Kelly podría contrarrestar, al menos por un tiempo, la mala prensa que (el gobierno de Bush) tiene con respecto a Corea del Norte, la Corte Penal Internacional y el Protocolo de Kyoto, entre otros asuntos”, señaló John Feffer, un experto del American Friends Service Committee.

”Además, la medida sería una dádiva más para Rusia y China”, agregó Feffer. (FIN/IPS/tra-en/jl/ml/mj-mlm/ip/02

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