El maravilloso resurgimiento del desierto florido en el norte de Chile corre el riesgo de devenir en un desastre ecológico, a raíz de la depredación a manos de turistas, el comercio ilegal y las carreras de vehículos motorizados.
Las masivas floraciones en el desierto de Atacama, que se producen luego de excepcionales lluvias, este año alcanzaron dimensiones inéditas gracias a la pluviosidad sin precedentes en el último medio siglo, atribuidas a los efectos tempranos de El Niño.
El fenómeno de El Niño es cíclico y deriva de una corriente de agua cálida que nace en el océano Pacífico frente a Australia y se desplaza hacia el este hasta las costas de América.
Las lluvias despiertan semillas que permanecen largamente enterradas entre la arena y las rocas del desierto de Atacama, uno de los más áridos del mundo, para permitir el renacimiento de flores autóctonas que forman tapices multicolores donde antes existía sólo un paisaje gris y monótono.
Estos jardines naturales del desierto son parte de un ecosistema muy frágil, que puede verse alterado irreversiblemente por la invasión incontrolada de personas, advirtió Jenia Jofré, presidenta del Comité pro Defensa de la Flora y Fauna (Codeff), la más antigua de las organizaciones ecologistas chilenas.
La belleza de paisajes floridos surgidos casi de la nada, desde el norte de la cuarta región hasta el sur de la segunda, a una distancia entre 450 y 1.100 kilómetros de Santiago, está atrayendo un incesante flujo turístico.
La mayor afluencia de visitantes de produjo entre el miércoles 18 y el domingo 22, con el feriado de las fiestas de la independencia de Chile seguido de un largo fin de semana.
En La Serena, capital de la cuarta región de Coquimbo, la policía detuvo a dos comerciantes ilegales que vendían a los turistas flores arrancadas del desierto en los estacionamientos de supermercados y hoteles.
La alcaldesa de la ciudad, Adriana Peñafiel, informó que a los dos detenidos se les aplicó una multa de unos 200 dólares, en cumplimiento de una ordenanza (decreto) municipal sobre Protección y Conservación de la Flora Silvestre.
La norma, aprobada en 1997, año en que también se produjo el mismo fenómeno, castiga a quienes cometan actos de cortar, arrancar, transportar y comercializar las especies silvestres del desierto florido.
Las autoridades, tanto en La Serena como en la tercera región de Atacama, llevan a cabo campañas para instruir a los turistas de la prohibición de arrancar flores y advertirles que sólo se debe fotografiar el espectáculo transitando por senderos habilitados para esos efectos.
La detención de dos comerciantes ambulantes es una gota de agua en el océano. Fueron muchos más los que durante las vacaciones de las fiestas patrias vendían flores del desierto en las calles, dijo a IPS Pablo Garrido, un estudiante que pasó el feriado en La Serena.
Al final es lógico que ocurra esto. En un país donde hay casi 10 por ciento de desocupación laboral es difícil pedir conciencia ambientalista a gente que lleva meses sin trabajo y ve en este comercio ilegal la posibilidad de ganar algunos pesos, añadió Garrido.
Más condenable, a juicio del estudiante, es la conducta de los turistas, tanto de aquellos que compran las flores como de quienes las arrancan para llevarse un recuerdo durante los recorridos fotográficos por las áreas de floración.
Cortar una especie provoca un daño tremendo, porque se interrumpe el proceso (de reposición de semillas) y se termina por dañar al resto de los miembros de la cadena (biológica), como los insectos y roedores, señaló Bernardo Reyes, del Instituto de Ecología Política (IEP).
Las flores no suelen durar mucho una vez que se han cortado, sólo un par de horas y 12 a lo más. No tienen mucho aprovechamiento fuera de su hábitat, dijo Jofré.
El desierto florido es un fenómeno que ocurre cada cierto tiempo y para que suceda es vital la presencia de semillas, sin ellas no hay flores, subrayó la presidenta de Codeff.
El espectáculo del desierto florido es único en el mundo. Desde la altura se ven inmensos retazos multicolores en que los verdes se alternan con tonos fucsias, morados, violetas, rojos violentos y amarillos.
Son más de 200 plantas, cuyos nombres populares adquieren connotaciones mitológicas, como las llamadas garras de león, patas de guanaco, mariposas del campo y los Diego de la noche, esta última llamada así porque abre sus pétalos sólo en la oscuridad.
Crecen igualmente las orejas de zorro, lirios del campo, la flor del minero, las hierbas del salitre, azulillos, monjitas y pajaritos, así como flores de denominación indígena, como las añañucas y el huilli.
La mayoría de esas especies son endémicas, es decir, existen sólo en estos lugares gracias a las peculiares condiciones del desierto de Atacama, una cantera de salitre y otros minerales, acorralado al igual que todo Chile por la cordillera de Los Andes en el oriente y el océano Pacífico a occidente.
El IEP señaló como otra amenaza depredadora del desierto florido a un rally (carrera) de motos y automóviles que se realizó en ocasión del asueto de las fiestas de la independencia, cuyo trayecto atravesó la tercera región de Atacama de sur a norte.
Reyes sostuvo que la carrera afectó en gran escala la biodiversidad de la región, limitando el potencial de regeneración de las flores del desierto y de la fauna que alberga, compuesta por insectos, pequeños roedores y serpientes.
Héctor Correa, director de Corporación Nacional Forestal (Conaf) en Copiapó, capital de la tercera región, rechazó las aseveraciones del ecologista y dijo que la carrera se circunscribió a caminos costeros, alejados de las áreas silvestres que protege esa agencia gubernamental.
No hay que confundir el 'rally' (carrera) con los 'raid' (recorridos motorizados) que organizan (por el desierto florido) operadores turísticos, indicó Correa, agregando que contra estos últimos se presentaron denuncias ante los tribunales en Copiapó.
Yasna Provoste, intendenta (representante del Poder Ejecutivo) de la tercera región, aseguró también que durante la competencia se adoptaron todas las medidas adecuadas de protección de la flora y fauna.
El vicepresidente del Grupo de Acción Ecológica de Atacama, Jorge Oporta, dijo al diario Las Ultimas Noticias que, en rigor, el rally implicó la ocupación de un área mucho más extensa que la asignada.
Las motos y automóviles que participaron en la competencia llevaron como apoyo el acompañamiento de vehículos de doble tracción, que hicieron maniobras fuera del trazado de la carrera, a lo cual hay que sumar el impacto de los campamentos en que los conductores pernoctaron, dijo el activista.
Los participantes en el rally causaron daños graves. Matan la flora y fauna del desierto florido, que es un atractivo turístico, sostuvo Oporta.
Además, abandonan latas de refrescos y cervezas, botellas de vino, restos de comidas y envases plásticos, acumulando así mucha basura, que quedan botadas en el desierto y que el viento, los roedores y los zorros diseminan, agregó el ecologista. (FIN/IPS/ggr/dm/en/02