Los bancos genéticos de Brasil propiciaron en las últimas décadas un notable aumento de la productividad agrícola y forestal, pese a las limitaciones financieras y de recursos humanos.
La estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) mantiene 163 bancos de germoplasma (semillas, cortes o plantas enteras), distribuidos en todo el país, dijo a IPS la coordinadora del manejo de recursos genéticos de la institución, María Magaly Wetzel.
Embrapa, fundada en 1973 y con sede en Brasilia, cuenta con 40 unidades especializadas de investigación y servicios, 29 de las cuales albergan bancos genéticos.
La unidad de Recursos Genéticos y Biotecnología, más conocida por su nombre original, Centro Nacional de Recursos Genéticos, tiene sus propios bancos y coordina la actividad de los demás.
Este sistema es suficiente para apoyar el mejoramiento genético que requieren los principales cultivos del país, como algodón, arroz, frijoles, maíz, soja y trigo, estimó Wetzel.
Otros productos agrícolas tradicionales, como el café y la caña de azúcar, cuentan con bancos genéticos en centros que mantienen los gobiernos estaduales, como el Instituto Agronómico de Campinas, del meridional estado de Sao Paulo, de donde proceden variedades mejoradas de café.
Por otra parte, universidades y grandes empresas mantienen bancos menores, limitados a áreas de su particular interés, a menudo por iniciativa de investigadores.
Es singular el caso del eucalipto, árbol de origen australiano que experimentó un gran desarrollo en Brasil, pues es la principal materia prima de la industria local de celulosa y papel.
Brasil posee una de las colecciones genéticas de eucalipto más completas del mundo, incluyendo variedades ya extinguidas en Australia, destacó a IPS Rubens Garlipp, superintendente de la Sociedad Brasileña de Silvicultura.
Las empresas del sector forestal invirtieron mucho en la conservación del germoplasma de los árboles de mayor interés económico, como el pino, especialmente a partir de los años 70, dijo Garlipp.
En asociación con universidades y centros de investigación variados, las empresas lograron implantar más de 200 locales de conservación y reproducción de semillas dispersos en el país, según datos de la Sociedad Brasileña de Silvicultura.
Esto facilitó el mejoramiento genético según el clima, las características hídricas, de los suelos, y de la producción en las distintas regiones del país y explica por qué Brasil pudo triplicar la productividad del eucalipto en tres décadas, sostuvo Garlipp.
Casi 70 por ciento de las especies conservadas en los bancos de germoplasma de Embrapa son exóticas, debido a la necesidad de servir a la agricultura y la forestación, sostuvo Wetzel.
Pero debido al renovado interés gubernamental por la agricultura en pequeñas parcelas familiares, la institución favorece la incorporación de especies nativas a los bancos genéticos.
Las plantas medicinales son ahora una de las áreas prioritarias, especialmente en los centros de investigación de la Amazonia, donde se concentra buena parte de la diversidad biológica del país.
Las plantas con propiedades curativas tienen enorme importancia social porque son simultáneamente medicinas y fuentes de ingresos para una población muy pobre.
Solo la unidad Amazonia Oriental de Embrapa, ubicada en el septentrional estado de Pará, conserva 225 especies medicinales comunes de la región, señaló Wetzel.
Algunas compañías farmacéuticas contribuyen a la tarea de conservación, pues se trata de plantas cuyo principio activo aún no fue aislado.
Por otra parte, hay una enorme diversidad de plantas amazónicas frutales, aromáticas e insecticidas, que empiezan a interesar los bancos genéticos.
Pese a todo este esfuerzo, se ha hecho poco en favor de los recursos genéticos en Brasil, admitió Wetzel.
Conservar la diversidad biológica no es misión de Embrapa, cuyo propósito es servir al sector agropecuario, sin embargo, existen especies cuya pérdida de variedad puede atentar contra la producción futura, agregó.
Ese es el caso del árbol de caoba, una valiosa fuente de madera de gran calidad, cuya extracción está prohibida desde 1996 en Brasil, aunque la tala ilegal continúa.
La especie no está amenazada de extinción, pero sí lo están sus mejores ejemplares que son blanco preferido de los taladores, explicó.
Por otra parte, los recortes de presupuesto determinan la escasez de recursos humanos para mantener y ampliar las colecciones de recursos genéticos, lamentó la investigadora. (FIN/IPS/mo/dcl/en dv/02