SALUD-EEUU: Investigación con células madre es elitista

Las investigaciones médicas sobre células embrionarias que financia el gobierno de Estados Unidos podrían ser útiles sólo para una elite pues las muestras carecen de diversidad genética, advirtieron científicos y activistas.

Los compromisos anunciados por el presidente George W. Bush hace un año permiten investigaciones financiadas por el gobierno sólo sobre los cultivos existentes de células madre obtenidos a partir de embriones ya descartados.

Las células madre indiferenciadas se obtienen a partir de un embrión o de la médula vertebral de un ser humano adulto y pueden ”especializarse” en el laboratorio para crear cualquier tejido humano y hasta órganos completos.

La decisión de Bush excluyó miles de embriones no deseados que permanecen guardados en centros de fertilización y que son la principal fuente de células embrionarias del mundo.

Sin embargo, Washington no prohíbe la financiación privada para investigar con ese material celular.

Cuando Bush llevó a cabo ese pronunciamiento, el 9 de agosto de 2001, sólo 64 cultivos o líneas de células madre en todo el mundo calificaban para la financiación federal.

Un año después esa cantidad asciende a 78, de acuerdo al registro de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), pero científicos y periodistas aseguran que apenas 10 o 20 líneas celulares son realmente viables para la investigación.

Las células se encuentran en 14 laboratorios en Estados Unidos, Australia, Suecia, Corea del Sur, India e Israel. Cada línea procede de material genético de dos personas, por tanto, la investigación se restringe a un máximo de 40 individuos.

Una muestra tan pequeña entraña muchos problemas, según expertos.

A fines del año pasado, el periodista estadounidense Jon Entine y la catedrática Sally Satel, del American Enterprise Institute, consultaron a 10 laboratorios que obtuvieron luz verde del gobierno para sus investigaciones.

Y descubrieron que de los 64 cultivos celulares inicialmente aprobados por Washington, 49 procedían de embriones de parejas blancas y las restantes 15 de donantes de Asia oriental.

Aunque los humanos comparten la mayor parte de sus 40.000 genes, existen pequeñas diferencias, debidas principalmente a la geografía. No es cuestión de ”blanco” o ”negro”, dijeron Entine y Satel.

”Está ampliamente documentado que las poblaciones de Africa, donde se originó el ser humano moderno, son las de mayor diversidad genética del mundo”, sostuvieron en un artículo publicado en el diario The Washington Post, titulado ”La raza debe estar en el debate sobre células madre”.

”Una política sobre células madre que no garantice un significativo porcentaje de cultivos de varias subpoblaciones africanas limitará la diversidad biológica humana y la efectividad de las terapias farmacológicas en esas y otras poblaciones no adecuadamente representadas en las actuales líneas celulares”, afirma el artículo.

Activistas afroestadounidenses también están preocupados por la escasa diversidad de esos cultivos.

”La decisión presidencial de restringir la investigación de células madre embrionarias es un lamentable paso atrás para la salud de las generaciones futuras y la eliminación definitiva de las disparidades raciales en la salud”, apuntó la presidenta del Proyecto Nacional de Salud de Mujeres Negras, Lorraine Cole.

La investigación ”tiene un enorme potencial para cambiar la tendencia de una variedad de enfermedades que afectan de modo desproporcionado a los afroestadounidenses, como la diabetes, los males de Alzheimer y de Parkinson, el cáncer, lesiones en la médula y muchas otras”, sostuvo Cole.

”Es muy cuestionable que la cantidad limitada de líneas celulares disponibles para la investigación refleje la diversidad genética de esta nación, mucho menos del mundo”, añadió.

El director de políticas públicas de la Sociedad Estadounidense para la Biología Celular, Kevin Wilson, señaló que las inversiones de los laboratorios privados para desarrollar sus propias líneas de células embrionarias empalidecen ante los millones de dólares otorgados por los NIH.

Y éstos están otorgando fondos sólo por un puñado de cultivos.

”La política de los NIH es caminar mientras uno corre. No hay nada malo en ello. Pero desde el punto de la investigación, necesitamos saber que existe un compromiso para ir más allá de lo que conocemos”, explicó Wilson.

”Una vez que se logre un descubrimiento importante, el público presionará para impulsar el trabajo científico”, agregó.

La investigación en este campo se convirtió en un asunto caliente en 1998, cuando un biólogo de la Universidad de Wisconsin logró aislar estas células en laboratorio.

Las células madre pueden obtenerse de una médula espinal de un ser humano adulto o de embriones humanos con pocos días de existencia.

Los científicos han descubierto cómo especializar las células embrionarias para crear cualquier tipo de tejijo humano, lo cual permitiría utilizarlas para reparar órganos dañados por enfermedades o heridas.

El proceso requiere separar el núcleo de una célula madre y reemplazarlo con núcleos de los tejidos que se desea reproducir, por ejemplo, nerviosos o cardíacos.

Una vez que la célula comienza a dividirse, las nuevas células madre pueden extraerse una semana más tarde. Teóricamente, es posible mantener la división celular en forma indefinida, creando así una línea de células madre.

Pero el uso de material embrionario, que implica la destrucción del embrión, es objeto de una controversia ética y religiosa. Los opositores arguyen que el embrión es ya un ser humano, y por tanto destruirlo para investigar es inmoral.

Señalan en cambio como alternativa el uso de células madre de inviduos adultos, aunque la mayoría de los científicos no están de acuerdo en su potencial.

La ley estadounidense constituye una posición intermedia entre los que piden libertad absoluta para investigar con células embrionarias y quienes reclaman su prohibición.

Otros sostienen que el dinero se debería destinar a reducir las desigualdades en la atención básica de salud.

”Este sector de la investigación sólo beneficia a una elite de la población”, opinó la profesora de epidemiología Abby Lippman, de la Universidad McGill de Montreal.

”El grueso de la población mundial carece aún de servicios de salud básicos. La pobreza y la violencia siguen siendo los problemas principales”, y ”las células madre son sólo una forma más de hacer dinero para las compañías de biotecnología”, añadió.

Los conocimientos se encuentran aún en pañales, así que incluso sus defensores son reacios a especular sobre los beneficios públicos.

”A largo plazo podremos descubrir que las células embrionarias son buenas para algunas cosas, y las células madre de adultos para otras. Aún no lo sabemos”, concluyó Kevin Wilson. (FIN/IPS/tra- eng/ks/ml/dcl/he pr/02

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