POBLACION-PORTUGAL: La ola del este

Portugal, tradicional destino de inmigrantes procedentes de sus ex colonias de Africa y América, es hoy el lugar elegido por naturales de Europa oriental que abandonan sus países en busca de mejores condiciones de vida.

Portugal tiene un nivel de industrialización modesto en comparación con la mayoría de los restantes países de la Unión Europea (UE), pero su producto interno bruto de 13.200 dólares por habitante cuadruplica el de las economías más promisorias de los países ex socialistas del continente.

La inmigración desde Europa oriental, en especial desde la disuelta Unión Soviética, también es alentada por la creación de empleo gracias a los fondos que envía la UE para modernizar la infraestructura de Portugal, con el fin de cerrar la brecha de desarrollo que separa a este país de sus 14 socios.

Estos recursos convierten a Portugal en el país de la UE donde más se construye, lo cual aumenta la demanda de obreros especializados. Pero también muchos médicos, ingenieros, abogados y dentistas de Europa oriental solicitan empleo en grandes obras de construcción civil.

La mayoría de los inmigrantes de las repúblicas ex soviéticas autorizados a residir en Portugal proceden de Ucrania, Moldavia, Belarús, Georgia, Lituania, Kazajstán, Uzbekistán, Letonia, Estonia, Kirguisztán, Armenia, Tayikistán y Turkmenistán, en ese orden.

En las principales ciudades portuguesas son frecuentes hoy las publicaciones en ruso, el idioma común de la antigua Unión Soviética.

Algunos periódicos, como Slobo o Nasha Gazeta, editados en Lisboa, llegan a tiradas de 31.000 ejemplares, es decir, la tercera parte de Jornal de Noticias, de Oporto, el diario de mayor circulación del país. En los escaparates de las librerías, además, es frecuente encontrar libros en caracteres cirílicos.

También alimentos como la col (repollo) ácida o bebidas como vodka y cerveza rusa se encuentran sin dificultad en los principales mercados de Portugal.

Los inmigrantes procedentes de las ex colonias portuguesas de Brasil y Cabo Verde constituían antes los principales contingentes de extranjeros con residencia legal en Portugal, que sumaban en total 1,9 por ciento de los 10 millones de habitantes.

Hoy, Brasil fue superado por Ucrania. La proporción total de extranjeros subió a 4,1 por ciento de la población, y 65 por ciento proceden de Europa oriental, calculó el oficial Servicio de Extranjeros y Fronteras (SEF).

”El deseo de integrarnos” a la sociedad portuguesa ”es grande, pero la nostalgia por nuestras cosas también”, dijo a IPS un trabajador que habló en nombre de un grupo de inmigrantes ucranianos en la entrada de un supermercado.

Muchos de ellos recorrieron toda Europa en busca de un trabajo que les permitiera sostener a su familia en la lejana Ucrania. La costa portuguesa parece la frontera final, la última esperanza, si bien muchos esperan cruzar algún día el océano Atlántico rumbo a Estados Unidos.

Otros, como el ucraniano Gennadi Starskov, que en 10 meses logró aprender el idioma, desean hacer su vida en Portugal. ”La gente nos trata con cariño y solidaridad y, si hay suerte, hay buenos empleos en las obras de construcción”, dijo.

Pero las leyes de inmigración aprobadas o en vías de aprobación en la UE impiden la integración plena de un extranjero en la sociedad, según analistas. Los gobiernos del bloque ”se están rindiendo ante la agenda política de la extrema derecha”, dijo la columnista Teresa de Sousa, del diario Público, de Lisboa.

El gobierno de Italia, encabezado por Silvio Berlusconi ”trata al inmigrante legal como una mera fuerza de trabajo, sin otro derecho que el de trabajar o ser expulsado”, y el primer ministro portugués Jose Manuel DurFo Barroso sigue esa tendencia, afirmó De Sousa.

El director de Público, José Manuel Fernandes, sostuvo que Portugal no debería adoptar ”el modelo italiano”, que ”trata al inmigrante como un trabajador desechable y su actitud raya en la xenofobia”.

”La vieja Europa no tiene tradición de integrar al inmigrante, al diferente, sino por el contrario, su tradición histórica es expulsarles”, cuando su número es excesivo, afirmó Fernandes.

Los ucranianos con residencia legal en Portugal eran 63.553 en junio, según el SEF. El cónsul Oleg Trykozensko calculó que legales y clandestinos suman 200.000, ”es decir, los habitantes de una ciudad ucraniana promedio”.

El tercio de millón de extranjeros con residencia legal podría acercarse a los 700.000 si se les sumaran ”los ilegales de todas las nacionalidades”, dijo a IPS un funcionario del SEF que solicitó reserva de su identidad.

La mayoría de los inmigrantes clandestinos proceden de las ex colonias portuguesas (Angola, Brasil, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique, Santo Tome-Principe y Timor Oriental), difíciles de identificar por la policía dado su dominio del idioma.

Organizaciones delictivas de Europa oriental y empresas de construcción alentaron, según diversas denuncias, la inmigración clandestina de trabajadores de esa región, cuyos salarios cuestan la tercera parte de los abonados a un portugués o a un extranjero con residencia legal.

Los trabajadores con contratados de manera verbal y trabajan a menudo en condiciones de semiesclavitud, pues no gozan de derecho a despido, seguridad social, atención médica, vacaciones ni días libres, según denuncias periodísticas.

Con frecuencia son denunciados por los propios traficantes de manera anónima a inspectores de migración para que los expulsen, aseguraron activistas.

El ex primer ministro Antonio Guterres (1995-2002) promovió una ley que legalizó la situación de trabajadores inmigrantes en situación irregular, a pedido de los propios empresarios.

Portugal es el país de menor productividad de la UE y ”debe apostar por la inmigración” de Europa oriental, que constituye ”una ventana de oportunidad para un salto cualitativo de nuestro desarrollo”, afirmó la socióloga María Baganha.

Pero asociaciones de inmigrantes lusoafricanos y de Brasil se quejaron en julio de que más de 90 por ciento de los empleos ofrecidos a inmigrantes ”fueron dirigidas a ucranianos, rumanos, rusos y moldavos”.

El presidente de la Asociación de la Construcción Civil, Rui Viana, sostuvo que ”los inmigrantes no son todos iguales: los africanos son más difíciles de tratar y son normalmente analfabetos, mientras que los de Europa oriental son más cultos, más educados y mejores profesionales”.

El diputado socialista portugués Fernando Ka, nacido en Guinea- Bissau, acusó a los empresarios de ”discriminación racial” y de preferir a los europeos orientales porque estos ”aceptan trabajar a cualquier precio y a cualquier hora”.

Los inmigrantes de Europa oriental ”son más dóciles con los jefes”, pero ”los africanos y los brasileños conocen la lengua y saben moverse mejor en el mercado de trabajo”, sostuvo Ka, portavoz de la comunidad lusoafricana. (FIN/IPS/mdq/mj/pr lb/02

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