IRAQ: Presión sobre Australia reduce apoyo a ataque de EEUU

El gobierno australiano relativizó su apoyo al eventual ataque estadounidense contra Iraq, tras amenazas de represalias comerciales de Bagdad y presiones internas de agricultores que venden trigo al mercado iraquí.

El primer ministro John Howard prometió un amplio debate parlamentario sobre el asunto, y aseguró las tropas del país sólo participarán en una ofensiva de Washington contra Iraq si él se ”convence por completo de que eso sirve a los intereses nacionales”.

”Mi deseo, dentro de lo humanamente posible, es lograr un acuerdo bipartidario (entre el gobernante Partido Liberal y el opositor Partido Laborista, los dos mayores del país) para cualquier decisión sobre uso de fuerzas militares”, afirmó el primer ministro el martes ante la Cámara de Representantes.

Howard había dicho a periodistas el fin de semana que estaba dispuesto a enviar tropas a Iraq sin un acuerdo bipartidario y que no informaría antes al parlamento sobre sus motivos, porque un debate legislativo ”politizaría en forma indebida una cuestión muy delicada, y eso podría tener conscuencias adversas para el interés nacional”.

El viraje se debe en gran medida a que Iraq, principal mercado del trigo australiano, suspendió sus compras y advirtió que las cesaría en forma definitiva si Howard no revisaba su posición, tras lo cual productores del grano amenazaron con demandar compensaciones gubernamentales por la pérdida de ventas.

El país exporta unos dos millones de toneladas de trigo anuales a Iraq, por valor de 449 millones de dólares, en el marco del programa Petróleo por Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que administra excepciones al embargo contra Bagdad vigente desde la invasión iraquí a Kuwait de 1990.

Tal amenaza fue planteada a Howard el martes por Keith Perret, presidente del Consejo Australiano de Granos, que agrupa a productores agrícolas.

Esa organización había pedido antes al primer ministro que moderara sus críticas a Bagdad para evitar la pérdida de un lucrativo mercado, en un marco de dificultades previas a los actuales problemas con Iraq, debido a la combinación de una prolongada sequía y una caída de los precios internacionales.

La sequía determinó que la estatal Oficina de Recursos Económicos y Agrícolas corrigiera a la baja en junio su pronóstico sobre la próxima cosecha de trigo, para la cual previó unos 20,5 millones de toneladas, 13,7 por ciento menos que en la anterior.

Pero la firma GrainCorp, una de las principales del mercado de granos, previó a mediados de julio que la cosecha logrará sólo de 14 a 15 millones de toneladas.

”Los productores agrícolas debemos afrontar constantes variaciones del clima y del mercado de divisas, y ahora estamos expuestos también al dañino impacto de cambios de posición del gobierno en materia de política internacional”, se quejó Perret.

Dos ex primeros ministros, el liberal Malcolm Fraser y el laborista Bob Hawke, criticaron la semana pasada la actitud de Howard en la cuestión iraquí.

Por otra parte, una encuesta de la firma NewsPoll, encargada por la emisora de televisión SBS, indicó escaso apoyo a la participación del país en una guerra contra Iraq.

La mitad de 1.200 entrevistados expresaron rechazo a esa participación, 39 por ciento la apoyaron, y los demás consultados no opinaron.

El mayor porcentaje de apoyo se registró en los encuestados de 18 a 34 años, y el mayor rechazo entre los mayores de 50, o sea en la generación que tuvo experiencia directa del involucramiento australiano en la guerra de Estados Unidos contra Vietnam (1965- 1975).

”La relativa debilidad de la posición del gobierno se relaciona en forma directa con la falta de claridad de las razones para la guerra”, comentó el especialista en relaciones internacionales Andy Butfoy, de la Universidad de Monash.

”El gobierno está desconcertado, porque anunció que estaba dispuesto a seguir a Washington a la guerra, y luego se dio cuenta de que el gobierno estadounidense aún no había definido su posición. A eso se suma el escepticismo del público local, que puede transformarse en hostilidad”, añadió.

Las tensiones con Iraq comenzaron el mes pasado, cuando declaraciones de Howard y de integrantes de su gabinete sugirieron que los Servicios Aéreos Especiales, la fuerza militar de elite del país, participarían en primera línea en un ataque estadounidense contra Iraq, al igual que tropas británicas.

Es probable que ese ataque sea lanzado antes de fin de año, según expertos.

El ministro de Relaciones Exteriores australiano, Alexander Downer, sostuvo en Washington el 11 de julio, tras reunirse con el secretario de Estado (ministro de Relaciones Exteriores) de Estados Unidos, Colin Powell, que ”sólo un tonto” apoyaría una política de conciliación con Saddam Hussein.

Iraq suspendió el mes pasado una compra de 500.000 toneladas de trigo australiano, y luego advirtió que cesaría por completo sus importaciones de ese grano si Howard no cambiaba su ”posición hostil” hacia Bagdad.

Las autoridades iraquíes mantuvieron detenidos en el puerto de Umm Qasr hasta fines de la semana pasada cuatro barcos cargados con 130.000 toneladas de trigo australiano, en nombre de un presunto problema de contaminación.

El ministro de Comercio de Iraq, Mohammad Saleh, autorizó el ingreso a su país de ese cargamento tras reunirse en Bagdad con una delegación del Consejo Australiano de Granos, encabezada por el director administrativo de esa organización, Andrew Lindberg.

Pero Saleh advirtió a Lindberg que las compras de trigo australiano por parte de Iraq no se normalizarán hasta que Howard se comprometa a impulsar soluciones diplomáticas para los problemas entre Washington y Bagdad.

Los primeros pedidos de compensación gubernamental por la pérdida de ventas de trigo provinieron de la Federación Occidental de Granjeros Australianos, responsable de más de un tercio de las exportaciones trigueras del país.

El influyente diario Australian Financial Review señaló que Howard ”parece ansioso” por adecuar su posición a nuevas expresiones de cautela en Estados Unidos sobre una ofensiva contra Iraq.

Parlamentarios del gobernante Partido Republicano estadounidense han comenzado a expresar reservas sobre ese ataque, y señalan que la Casa Blanca no ha demostrado que sea necesario ni planteado un plan coherente para realizarlo.

Esa campaña podría desbaratar la coalición antiterrorista internacional forjada por el presidente George W. Bush tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, advirtió Brent Scowcroft, asesor de seguridad nacional durante la Guerra del Golfo contra Iraq (1991), en declaraciones al diario The Wall Street Journal.

Scowcroft fue asesor del presidente George Bush, padre del actual mandatario. (FIN/IPS/tra-eng/si/js/mp/ip if/02

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