IRAQ-EEUU: Primer disparo se enfría en la recámara

Los planes del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, para derrocar a su par de Iraq, Saddam Hussein, se empantanan por falta de apoyo en Europa y en Medio Oriente, mientras el vínculo entre Washington y sus aliados árabes se deteriora día a día.

La inexistencia de argumentos contundentes que justifiquen un ataque contra Iraq y la persistente violencia en los territorios palestinos ocupados por Israel, el principal aliado de Estados Unidos en Medio Oriente, conspiran contra las intenciones de Bush.

Por otra parte, la oposición a una operación contra Iraq crece aun entre los principales aliados internacionales de Estados Unidos, incluso en Europa. Alemania lidera la oposición europea a un eventual ataque, acompañada con más discreción por España, Italia y Francia.

La crecientes críticas europeas, sumadas a las que surgen dentro del Partido Laborista, gobernante en Gran Bretaña, restan entusiasmo al apoyo de ese país, que suele acompañar a Estados Unidos en sus incursiones aéreas sobre territorio iraquí y cuyo respaldo a una operación masiva parecía asegurado.

Por otra parte, Israel favoreció la posición de Saddam Hussein ante el mundo árabe con sus reiteradas operaciones militares en Cisjordania y Gaza, sostuvo el periodista Ed Blanche, del diario libanés The Daily Star.

”Estados Unidos tiene un difícil dilema. La instintiva alianza de Bush con Israel deja en la nada cualquier posibilidad de forjar una coalición contra Saddam Hussein con participación árabe”, agregó.

Jordania, uno de los principales aliados árabes de Estados Unidos, ya rechazó la posibilidad de prestar su territorio como base para una invasión terrestre.

”Nos negamos a ser utilizados para cualquier acto contra nuestro hermano Iraq o que se utilice nuestro suelo o espacio aéreo con ese objetivo”, dijo el ministro de Información jordano Mohammad al-Adwan.

En igual sentido se manifestaron Kuwait, que sufrió la invasión de Iraq en 1990, y Arabia Saudita, principal aliado árabe en la coalición encabezada por Estados Unidos que desalojó a las tropas de Saddam Hussein de aquel país en 1991.

Incluso los kurdos del norte de Iraq rechazan los planes de Bush, a pesar de que se oponen al régimen de Saddam Hussein y que podrían reclamar una mayor autonomía como retribución a su apoyo en un eventual ataque.

Mientras, Turquía, aliada militar de Estados Unidos en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), se resiste a la creación de cualquier entidad kurda en su frontera sudoriental, incluso una provincia iraquí con amplia autonomía, pues teme que eso aliente el separatismo de los kurdos que luchan por la independencia en su territorio.

El actual presidente estadounidense carece del apoyo en el mundo árabe que tuvo en 1991 su padre, el entonces presidente George Bush, cuando encabezó una coalición internacional que atacó Iraq para obligarlo a retirarse de Kuwait, país que Saddam Hussein había ordenado invadir el año anterior.

El ministro de Comercio de Iraq, Mohammed Mehdi Saleh, alertó este mes en Siria que Estados Unidos se embarcaría en un ”nuevo Vietnam” si ataca Iraq. ”Bush repetiría la mayor humillación militar de su país. No tememos a Estados Unidos, ni a Gran Bretaña, ni a nadie”, dijo Saleh en Siria.

”Incluso si Estados Unidos utiliza todas sus fuerzas, Iraq lo enfrentará con su ejército y convertirá la región en un nuevo Vietnam. Podemos manejar una ofensiva si ésta ocurre”, afirmó el ministro iraquí.

”Estamos en una mejor posición que hace hace algunos años y mejor preparados para asegurarnos la victoria ante cualquier ataque, con la voluntad de Dios”, agregó.

Bush y funcionarios de su gobierno afirmaron en reiteradas ocasiones que están decididos acabar con el gobierno de Saddam Hussein, quien, afirman, respalda a organizaciones terroristas y procura reanudar sus programas de desarrollo, fabricación y almacenamiento de armas químicas, nucleares y biológicas.

El presidente estadounidense afirmó en enero que existe un ”eje del mal” formado por Corea del Norte, Irán e Iraq, aunque evitó acusar a sus gobiernos de estar relacionados con los atentados del 11 de septiembre contra Nueva York y Washington, atribuidos a la organización islámica Al Qaeda.

Siria, que apoyó a en 1991 a Estados Unidos en la guerra para desalojar a Iraq de Kuwait, advirtió ahora que no aceptará un ataque con el mismo destino.

Funcionarios sirios creen que Washington pretende realizar tal ataque con la finalidad de rediseñar el mapa de Medio Oriente e imponer regímenes dóciles, y no descartan que Líbano y Siria sean, a su vez, blanco de subsiguientes operaciones militares.

”Al parecer, nadie quedará al margen del escenario de guerra. Estados Unidos quiere cambiar todos los regímenes árabes. Pero una guerra contra Iraq no sería un paseo. La situación es realmente peligrosa. Cualquier cosa es posible”, dijo el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Damasco Imad Shueibi.

”Los estadounidenses no aprendieron ni quieren aprender que la fuerza no da resultado. Este ataque dará origen a más terrorismo. La región no gozará de mayor estabilidad, y tampoco Estados Unidos”, advirtió Shueibi.

Siria e Iraq están gobernados por facciones rivales del Partido Socialista Baath, que no es islámico sino laico. La animadversión aumentó cuando Siria apoyó a Irán en la guerra contra Iraq (1989- 1988), y a Estados Unidos en la guerra del Golfo de 1991.

Pero los vínculos comenzaron a recomponerse a fines de los años 90, en especial desde 2000, cuando Bashar Al-Assad sucedió en la presidencia a su fallecido padre, Hafez Al-Assad.

El intercambio comercial bilateral se reanudó en 1997. Las exportaciones de Siria a Iraq aumentaron de 500 millones de dólares ese año a 2.000 millones en 2002, según estadísticas iraquíes.

”En más de 10.000 años, Siria jamás ha conocido la palabra sumisión”, dijo el presidente de Siria, Bashar Al-Assad en un discurso público.

Assad se refería a un proyecto de ley que prevé en Estados Unidos sanciones para Damasco si persiste en calificar de organizaciones de resistencia contra la ocupación israelí de territorio árabe al Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), Guerra Santa (Jihad Islámica) y al Partido de Dios (Hizbolá), considerados terroristas por Washington.

Decenas de miles de personas se manifestaron en julio en las calles de Bagdad para celebrar el cumpleaños 65 de Saddam Hussein, en lo que pareció un mensaje claro para Estados Unidos de que el éxito en una operación militar no estaba asegurado. (FIN/IPS/tra- eng/gb/sm/mj/ip/02

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