Alemania lidera la oposición europea a un eventual ataque de Estados Unidos contra Iraq, acompañada con más discreción por España, Italia y Francia, lo cual resta entusiasmo al apoyo de Gran Bretaña a la operación.
La cada vez más dura posición de los líderes europeos parece responder al humor de la ciudadanía. Ese es el caso del canciller (jefe de gobierno) alemán Gerhardt Schroeder, quien corre peligro de perder el cargo en los comicios de fines de septiembre.
Incluso en el Partido Laborista, gobernante en Gran Bretaña, surgen voces contrarias a una campaña bélica en Iraq. Muchos parlamentarios laboristas afirmaron que el gobierno de George W. Bush debería concentrar su atención en presionar al primer ministro de Israel, Ariel Sharon.
Medio Oriente necesita paz, no una nueva guerra, sostuvo Schroeder el jueves en una columna publicada por el diario Bild.
Una operación en Iraq no sería percibido como acto de defensa, como sí lo fue la guerra en Afganistán luego de los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos, y destruiría la alianza internacional contra el terror formada entonces, afirmó el canciller alemán.
Estamos prontos para ser solidarios, pero este país, bajo mi liderazgo, no está disponible para aventuras, había advertido el lunes.
Schroeder y el presidente de Francia, Jacques Chirac, habían firmado la semana pasada una declaración en que condicionaban la participación de sus países en esa posible operación al mandato del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Pero el secretario general del gobernante Partido Socialdemócrata alemán, Franz Muentefering, advirtió luego que Berlín se mantendría fuera del ataque aun con un mandato de la ONU.
Independientemente de los que la ONU decida, debe haber un modo alemán de hacer las cosas, de decidir por nosotros. No deberíamos involucrarnos en ningún conflicto o guerra en Iraq, afirmó Muentefering.
También el ministro de Relaciones Exteriores, Joschka Fischer, del Partido Verde, había advertido a comienzos de este año que Estados Unidos no debería emprender acciones unilaterales dando por descontado el apoyo de sus aliados en la guerra contra Afganistán.
La coalición internacional contra el terror no es la base para hacer cualquier cosa contra cualquiera, dijo Fischer.
Estados Unidos acusa a Iraq de intentar reconstruir sus programas prohibidos de armas químicas, nucleares y biológicas y de respaldar el terrorismo, y anunció que planea atacar ese país para derrocar al presidente Saddam Hussein.
Bush afirmó en enero que existe un eje del mal formado por Corea del Norte, Irán e Iraq, aunque no acusó a sus gobiernos de estar relacionados con los atentados de septiembre.
El miércoles, el vicepresidente estadounidense Dick Cheney sostuvo que Washington no estará satisfecho hasta que se produzca un cambio de régimen en Iraq.
Alemania fue el primer aliado europeo de Estados Unidos en advertir a Washington contra un eventual ataque.
Luego, Alfredo Mantica, alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia, advirtió que su país sólo actuaría contra Iraq en el marco de una resolución de la ONU y en conjunción con el resto de Europa.
Por su parte, el gobierno de España declaró el jueves que los medios diplomáticos y políticos para resolver la crisis en Iraq están lejos de haberse agotado.
En marzo, 117 parlamentarios laboristas británicos firmaron una declaración de oposición a una acción militar contra Iraq. Ese y otros movimientos podrían derivar en un retiro del apoyo de Londres a los planes de Bush.
Funcionarios del gobierno de Tony Blair advirtieron que Bush carece de una política coherente y clara en relación con Iraq. Mientras, diplomáticos británicos indicaron a sus contrapartes de la Unión Europea que el país no querrá figurar como el único que apoya un ataque.
Soldados alemanes fueron enviados a los Balcanes y a Afganistán, pero la mayoría de los ciudadanos se opone a la participación del país en operaciones bélicas en el extranjero, según las encuestas. (FIN/IPS/tra-eng/ys/ss/mj/ip/02