GRAN BRETAÑA: Costosos e insólitos regalos a la Reina

La celebración en Gran Bretaña de 50 años de reinado de Isabel II incluye una exhibición de regalos recibidos por la soberana en ese periodo, que a menudo lleva a especular sobre las intenciones de quienes se los dieron.

Los obsequios pueden verse en el Salón de Cenas y Bailes del Palacio de Buckingham, residencia londinense de la realeza. La mayoría de ellos provienen de países de la Comunidad Británica, formada por ex colonias de Londres que en algunos casos aún reconocen a la Reina como simbólica jefa de Estado.

”Su Majestad ha realizado 76 visitas de Estado al extranjero, acompañada por el duque de Edimburgo (su esposo, el príncipe Felipe), y 149 visitas a países de la Comunidad Británica”, se indicó en un comunicado de prensa oficial, cuyos autores no consideran del todo extranjeras a esas naciones.

Según esa información, Isabel ha ”viajado más que ningún otro monarca en la historia, con un recorrido equivalente al de varias vueltas al mundo”, y ha recibido en el país visitas de más de 75 jefes de Estado, lo cual explica que haya recibido unos 40 regalos oficiales por año durante su reinado.

Las autoridades no han informado sobre los regalos realizados por Isabel II en los últimos 50 años, y la consulta de IPS sobre el asunto sorprendió a varios funcionarios del palacio, pero todo indica que la Reina recibió más de lo que dio.

Sólo unos 200 de los obsequios recibidos están en exhibición, y eso significa uno de cada 10, con destaque de algunos de los mayores y más costosos, pero entre los seleccionados hay varios que pueden haber sorprendido a la soberana.

Es probable que el presidente sudafricano Nelson Mandela (1994- 1999) tuviera buena intención cuando obsequió a Isabel II un pañuelo de seda con la imagen de una antigua especie de vaca.

No cabe atribuir malicia a niños de la sudoccidental ciudad australiana de Perth que le regalaron un bumerán en 1963, cuando comenzaban a circular rumores sobre el fin de su reconocimiento como jefa de Estado de Australia.

La Reina recibió dos bumeranes australianos más en 1992, en visitas a Perth y a Sydney.

El duque de Edimburgo tiene fama de torpe en el país, y es difícil pensar que la Casa Blanca lo ignorara cuando el ex presidente estadounidense Ronald Reagan (1980-1988) le regaló una computadora.

El príncipe consorte recibió en 1991 botas de vaquero en el meridional estado estadounidense de Texas, y el gobierno de Camerún le obsequió una máscara de bronce con una sonrisa.

Una firma de Estados Unidos regaló a la pareja real una sirena como las que se usan para indicar la posición de barcos en la niebla.

Las autoridades de Berlín obsequiaron a la Reina con un fragmento del muro que dividió a esa ciudad de 1961 a 1989, y el papa Juan Pablo II le entregó una edición del Nuevo Testamento, en un gesto muy simbólico porque Isabel II encabeza la Iglesia de Inglaterra, que la corona británica independizó del Vaticano en el siglo XVI.

Daniel arap Moi, presidente de Kenia, regaló a la Reina un cofre tachonado como los que se asocian con el almacenamiento de tesoros, y se puede pensar que eso fue una alusión al saqueo británico de riquezas de sus colonias.

Un juego de escritorio con estilográficas que parecen plumas fue regalado por las autoridades de Pakistán, como símbolo de la libertad de expresión.

Uno de los presentes del gobierno francés fue lo que parece un saltamontes de 1,5 metros, y es en realidad un artefacto para enfriar vinos.

El regalo de mayor tamaño recibido por la Reina fue un enorme escritorio con su silla, entregado en 1961 por el entonces sha de Irán, Reza Pahlevi. Nadie ha usado desde entonces esos adornados muebles.

Los regalos más costosos provinieron del mundo árabe, y son de oro macizo, entre ellos una palmera regalada por Emiratos Arabes Unidos, camellos bajo palmeras y un escudo británico obsequiados por Arabia Saudita, y la réplica completa de un oasis, proveniente de Qatar.

Hay una sección entera de obsequios labrados en marfil, recibidos de Alemania, Ghana, India, Sudán, Zambia y otros países, antes de que los movimientos de defensa de las especies amenazadas lograran su actual popularidad.

De todos modos, la exhibición de esos regalos puede resultar chocante para los ambientalistas, al igual que la de un diente de ballena obsequiado por Fiji en 1963, o la de una espada hecha con con dientes de tiburón, que el gobierno de Kiribati entregó a la Reina en 1982.

Entre los obsequios excluidos con razón de la muestra están anteojos de sol, un par de sandalias, piñas, dos docenas y media de huevos, una docena de latas de atún, siete kilogramos de camarones, un cocodrilo recién nacido de Gambia, dos tortugas gigantes de Seychelles y un elefante de Camerún.

En los tiempos que corren, los 18 dólares que cuesta entrar a ver la exhibición no son un regalo despreciable. (FIN/IPS/tra- eng/ss/jrc/ip cr/02

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