CUBA: Parejas homosexuales en crisis de identidad

Las parejas de gays y de lesbianas afrontan en Cuba una severa crisis de identidad y por es resulta común que reproduzcan el modelo de relación heterosexual y opten por el aislamiento ante el rechazo social, según un estudio especializado.

”Si algún grupo tiene crisis de identidad es el homosexual, pues está reclamando construir la propia y que ésta sea aceptada”, afirmó Aldnay Maqueira González, graduada de psicología en la Universidad de La Habana.

Maqueira González considera que, tras varios años de estudio de la homosexualidad como una inclinación sexual que define la vida de muchas personas, la humanidad tendrá que ”empezar a hablar de un tercero o cuarto género”.

”La actual división genérica parte de la preconcepción de que ser hombre o ser mujer es ser heterosexual. Si identidad es lo que nos define y lo que nos diferencia, pero hay que preguntarse qué es ser hombre gay y qué es ser mujer lesbiana”, dijo.

La experta defendió su título de psicóloga en julio con la tesis llamada ”Más allá del género: seis historias de la familia contracultural”, considerada toda una novedad en el panorama cubano de las ciencias sociales.

La investigación, a la cual tuvo acceso IPS, incluye una amplia búsqueda bibliográfica y de estudio a través del método de entrevistas y observación de seis parejas cubanas, tres de gays y tres de lesbianas, constituidas como familias.

La familia homosexual fue definida como una pareja formada por personas de un mismo sexo, que viven juntas, comparten un presupuesto común de gastos y un proyecto a largo plazo que incluye responsabilidad, estabilidad y compromiso mutuo.

En Cuba ”hemos trabajado mucho la perspectiva de género femenino y masculino así como las asignaciones culturales opresivas a uno u otro”, sin embargo, ”poco sabemos de la identidad homosexual”, opinó la psicóloga Patricia Arés, profesora de la Universidad de La Habana.

Arés añadió que se desconoce el ”sufrimiento existencial” que la sociedad cubana, ”aún homofóbica y patriarcal, depara al homosexual”, así como ”los múltiples mecanismos de defensa a que recurre el homosexual y su pareja para vivir esta anomia social”.

Las leyes cubanas excluyeron a fines del siglo XX cualquier tipo de sanción vinculada a la homosexualidad, pero la comunidad de gays y lesbianas sigue siendo víctima de la discriminación y el rechazo condicionados por la cultura machista dominante.

En la isla de régimen socialista no existen asociaciones de gays y lesbianas, la homosexualidad se mantiene como una cuestión tabú para 0los medios de comunicación y demandas como la legalización de las uniones y la adopción de hijos ni siquiera se tratan.

Cálculos considerados conservadores señalan que entre cuatro y seis por ciento de los 11,2 millones cubanos son homosexuales.

”Si no logro que me acepten como soy, crees que puedo ponerme a retar a la gente con la historia de que queremos adoptar un hijo”, comentó a IPS un homosexual de 42 años, que lleva seis años viviendo con su pareja en un pequeño departamento de La Habana.

Como en cualquier estudio de familia, Maqueira González encontró una gran ”diversidad estructural y funcional”, pero también pudo delinear algunas tendencias comunes a todas las parejas, independientemente del nivel cultural de sus miembros.

La investigación arrojó que la construcción social de los géneros femenino y masculino también marca la convivencia al interior de las parejas de homosexuales, así como las diferencias entre familias de gays y lesbianas.

El heterosexual, al reproducir el único modelo de pareja disponible, la jerarquía y responsabilidad recae en la persona de mayor edad, nivel cultural y poder económico, que viene a desempeñar el papel tradicional del hombre.

La extrapolación a una pareja homosexual de los estereotipos heterosexuales implica, según Maqueira González, que uno de los miembros de la pareja ”asuma conductas y actitudes propias del sexo opuesto, con los que conciente o inconscientemente sienten incomodidad”.

Además, afirma la investigadora, ”el establecimiento de roles conyugales tradicionales” trae consigo ”el mayor o menor ejercicio del machismo, en dependencia de la apropiación del modelo cultural que hagan ambos cónyuges”.

Por supuesto, como sucede en la sociedad cubana actual y entre las uniones heterosexuales, hay parejas que rompen los esquemas y establecen una relación más recíproca y comunicativa, alejada de la posición de poder de una persona sobre la otra.

La educación que reciben los cubanos desde la infancia, según los papeles culturalmente asignados según el sexo, define a la larga una de las más marcadas diferencias entre las familias homosexuales femeninas y masculinas estudiadas.

Mientras las lesbianas centran su relación en la expresión del afecto y la ternura que sienten una por la otra, los hombres como norma dan prioridad por encima de cualquier cosa a ”la práctica sexual y el goce de la genitalidad”, aseguró Maqueira González.

En tanto, resulta común a todas las parejas los conflictos con al menos una de las familias de origen y la tendencia al aislamiento del medio social como mecanismo de defensa ante un entorno social homofóbico.

Este proceso trae consigo una limitación de los intercambios externos al ámbito laboral y a la satisfacción de las necesidades básicas, sin que la comunicación con la mayoría de las personas más cercanas trascienda el ámbito formal.

La investigación agrega que estas parejas ”se centran en sí mismas, al punto de aparecer muchas veces como una fusión que atenta contra el despliegue de las identidades individuales” y se abren como norma sólo a personas de su misma orientación social. (FIN/IPS/da/dm/pr/02

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