La distribución de espacios gratuitos de publicidad electoral en la televisión abierta de Brasil, concretada este martes, favorece al candidato oficialista José Serra, quien tiene entonces la oportunidad de mejorar su alicaída popularidad.
Serra dispone de más tiempo en televisión y radio que los otros participantes en la campaña para las elecciones del 6 de octubre debido a que los partidos que lo apoyan tienen una mayor representación parlamentaria.
En cuanto a su posición en las encuestas, no es buena. Sólo obtiene un tercio de las adhesiones que logra el izquierdista Luis Inácio Lula da Silva y la mitad del centroizquierdista Ciro Gomes.
Los distintos aspirantes a presidente, gobernadores estaduales, senadores y diputados ocuparán en los próximos 45 días en conjunto dos horas diarias de transmisiones radiofónicas y televisivas para difundir sus ideas, propuestas y biografía.
El tiempo en el horario electoral es proporcional a la representación parlamentaria de los partidos que apoyan a cada uno de los candidatos.
Serra salió favorecido con 20 minutos y 46 segundos los martes, jueves y sábados, además de cinco inserciones diarias de medio minuto durante la programación de los medios de comunicación. Es el doble del tiempo de que dispondrá Lula y un poco más que el de Gomes.
Esa ventaja se debe a que Serra es postulado por la coalición conformada por dos grandes fuerzas, su propio Partido de la Socialdemocracia Brasileña y por el Partido del Movimiento Democrático Brasileño.
En cambio Lula es respaldo de su Partido de los Trabajadores (PT) y el pequeño Partido Liberal, mientras que Gomes es candidato del Frente Laborista, compuesto de tres agrupaciones chicas.
Un cuarto candidato, Anthony Garotinho, se acerca a Serra en la preferencia de los entrevistados en las encuestas, aunque los expertos entienden que ya está fuera de la disputa efectiva por la presidencia.
El pequeño Partido Socialista Brasileño de Garotinho le otorga a éste sólo cuatro minutos y 27 segundos de televisión por día y, además, su popularidad se concentra en Río de Janeiro, estado que gobernó hasta marzo, y entre los evangélicos, corriente cristiana a la que adhiere.
El oficialismo apuesta a la televisión para llevar a su candidato por lo menos al segundo lugar en la primera vuelta electoral, para así poder disputar la segunda ronda presidencial el 27 de octubre.
Esa posibilidad parece hoy casi imposible ante la impopularidad del gobierno de Fernando Henrique Cardoso, agravada por la severa crisis financiera que afronta el país.
Sin embargo, las esperanzas de los dirigentes oficialistas están cifradas en la inconstancia del electorado brasileño, revelada por las numerosas encuestas realizadas en los últimos meses.
Serra permaneció por largo tiempo limitado a un escaso siete por ciento de los encuestados, trepó luego a casi 20 por ciento entre marzo y junio, cuando quedó en segundo lugar detrás de Lula, para después perder ese puesto a manos Gomes, quien registró una trayectoria inversa.
La promesa de crear ocho millones de nuevos empleos y el hecho de haber sido el mejor ministro de Salud del mundo, como dicen sus partidarios, fueron destacados por Serra en su programa inaugural en radio y televisión.
La imagen de Serra se nutre del repaso a su infancia pobre y a su condición de economista.
También ayudan los proyectos sociales elaborados por su compañera de fórmula presidencial, la diputada Rita Camata, que le permite levantar la consigna de continuidad de la parte buena del actual gobierno, que es la estabilidad económica, pero con mayor preocupación social.
Lula, con el horizonte seguro de pasar a la segunda vuelta con una votación consolidada de al menos 30 por ciento del electorado como ocurrió en las sucesivas elecciones presidenciales desde 1989, trató de mostrar su programa de crecimiento económico, vía desarrollo del mercado interno.
El candidato del PT advirtió, en su primer programa televisivo, que la empresa petrolera estatal Petrobrás está contratando la construcción de tres plataformas marítimas de extracción petrolera en Singapur y en otros países, pese a que Brasil dispone de astilleros capaces de hacerlas.
Eso significa transferir 1.500 millones de dólares al exterior, mientras el país necesita desesperadamente de divisas, y la pérdida de 25.000 empleos durante tres años, sostuvo Lula, para añadir que eso no ocurrirá si llega al gobierno.
En tanto, los más jóvenes Gomes, de 44 años, y Garotinho, de 42 años, realzaron su experiencia exitosa como alcaldes y gobernadores estaduales. El objetivo es asumir una comparación favorable en relación a Lula, que nunca ejerció un cargo ejecutivo.
Gomes buscó, en su primera sesión televisiva, neutralizar su imagen de destemplanza, aparentando serenidad. En el futuro se propone aprovechar la presencia de su postulante a la vicepresidencia, Patricia Pillar, conocida actriz de telenovelas.
Lula y Gomes enfrentan la tarea de afirmarse como opositores, defendiendo un cambio del modelo económico, pero sin agravar el nerviosismo del mercado financiero, que obligó a Cardoso a negociar un nuevo préstamo de 30.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Cardoso invitó el lunes a los cuatro principales candidatos a reemplazarlo, obteniendo de ellos la garantía de que cumplirán los compromisos firmados con el FMI, para así evitar mayores turbulencias.
Sin embargo, los mercados financieros prefieren claramente un triunfo del oficialismo y solo se tranquilizarán cuando Serra gane algunos puntos en las encuestas. (FIN/IPS/mo/dm/ip/02