ARGENTINA: Un parlamento de personas sin voz

Unas 400 personas que viven o trabajan en las calles de la capital argentina se reunieron durante cuatro días para detectar problemas comunes y establecer una agenda de prioridades para la acción conjunta.

La reunión, a la cual asistieron personas sin techo, recolectores informales de cartón y otros residuos, pobladores de barrios pobres y trabajadores sexuales, fue convocada por la revista Hecho en Buenos Aires (HBA), un proyecto de los sin techo y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El objetivo fue contribuir al avance de un plan de diálogo entre actores de la sociedad civil para proponer alternativas ante la grave situación económica, social y política del país.

Desde diciembre se instaló un cuadro de crisis generalizada con gran inestabilidad, importantes trabas a la actividad económica y aumento del desempleo y la pobreza. Como resultado de ese proceso, cada día aumenta la cantidad de personas que viven junto a las vías de un tren o bajo un puente.

La directora de HBA, Patricia Merkin, dijo a IPS que los participantes en el encuentro debatieron e intercambiaron ideas en talleres, y luego trabajaron en plenario.

”Era como un gran parlamento de los que no tienen voz, de los que no tienen las herramientas para negociar y pelear por sus derechos”, explicó.

Lo más importante fue lograr que las personas y organizaciones participantes se conozcan, interactúen y se acostumbren al intercambio con organizaciones mayores como las gubernamentales o las del sistema de las Naciones Unidas, opinó Merkin.

Las conclusiones fueron presentadas en el último día de reunión, mediante un documento titulado ”Diálogo por la gente de la calle”, difundido ante un grupo de representantes del Area de Derechos Humanos de la cancillería, el PNUD y la Secretaría de Desarrollo Social de la Ciudad de Buenos Aires.

Participaron mujeres, travestis y transexuales que se dedican a la venta de servicios sexuales en las calles, una actividad creciente en el marco de la crisis. También personas sin techo, vecinos de barrios pobres llamados ”villas miseria” e inquilinos de hoteles pagados por el gobierno, en los cuales muchos viven hacinados.

Hubo también representantes del cada vez mayor sector de cartoneros, formado por familias enteras que desde la tarde comienzan a recorrer las calles con pequeños carros, en busca de residuos de papel y cartón que luego venden por kilogramo para que sean reciclados.

Esa actividad se tornó un poco más lucrativa este año debido a la depreciación del peso, que encareció el papel, y el auge de la pobreza y el desempleo condujo a un gran aumento del número de cartoneros.

Hubo polémicas en la ciudad sobre esa modalidad informal de recolección de residuos, que unos quieren tolerar con límites y otros proponen prohibir porque ”afea la ciudad”.

”Tenemos deberes cívicos que cumplir, pero también tenemos derechos”, explicó a IPS Julio Andrada, de 59 años, uno de los sin techo que participó en los talleres de salud, derechos humanos y trabajo y reinserción laboral.

”La gente tiene miedo a hablar, pero una vez que empieza nadie la para, y lo que más sale en este momento es el problema de la corrupción, a todo nivel”, comentó.

Andrada trabajó por su cuenta como electricista hasta 1985, y afirma que después la crisis lo ”absorbió”.

”Cada año bajaba un punto, hasta que terminé viviendo en la calle”, relató. Pero su situación cambió desde que comenzó a trabajar en HBA.

La revista Hecho en Buenos Aires es producida con estrictos criterios de calidad por un grupo de voluntarios, para que personas sin techo la vendan en las calles a un peso por ejemplar. En la actualidad el peso equivale a 35 centavos de dólar.

Hay 250 vendedores de la revista en las calles de la capital, y Andrada es uno de ellos.

”Vivo de esto. Puedo pagar un hotel, mandar mi ropa al lavadero, puedo comer. Gracias a Dios, si uno se lo propone vende y puede salir del pozo”, aseguró.

Los participantes en talleres destacaron la ”profunda discriminación” de la que son víctimas, y que los relega a la marginalidad, la exclusión y ”la pérdida de dignidad”. En ese marco, se refirieron a los obstáculos a su reinserción laboral.

El desempleo afecta en la actualidad a 21,4 por ciento de la población económicamente activa, y en los talleres se subrayó que la prolongada falta de trabajo causa un proceso de deterioro de la salud física y mental, con soledad, desorientación e impotencia, que a veces conduce a depresión y alcoholismo.

Por eso pidieron apoyo del Estado a proyectos de autogestión, incluyendo microempresas cooperativas, y programas de apoyo a la reinserción laboral de desempleados con orientación y capacitación, como el de la revista.

En materia de salud, todos los grupos señalaron que el sistema es en la actualidad incapaz de responder en forma satisfactoria al conjunto de demandas de los sectores con menores recursos económicos que viven en la calle.

Trabajadores sexuales y personas sin techo expresaron ”profunda preocupación y sufrimiento” por la discriminación a la que se sienten sometidos cuando necesitan asistencia médica, la falta de acceso a tratamientos y medicamentos, los requisitos exigidos para atenderse y la falta de educación sanitaria.

”Queremos ser respetados” y ”que se mejore el trato”, pero parece que es preciso recordarle a los médicos que ”nosotros también somos seres humanos”, se señaló en el informe de conclusiones, que recoge de modo textual intervenciones en reuniones de plenario.

Los asistentes al taller de derechos humanos afirmaron que el Estado no garantiza sus derechos, e incluso los viola con sus políticas, sobre todo en locales policiales, hoteles subsidiados, hogares de tránsito y hospitales.

Por eso recomendaron una difusión más amplia de los derechos ciudadanos y aseveraron: ”No queremos asistencialismo ni que nos den una mano, queremos que nos saquen de encima las dos y nos dejen crecer”. (FIN/mv/mp/dv/02

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