ARABIA SAUDITA-EEUU: Creciente deterioro de relaciones

Las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita se han deteriorado con rapidez desde los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, tras décadas de alianza privilegiada.

Entre los últimos hechos que marcan ese deterioro están la discrepancia de Riyadh con los planes de Washington para atacar Iraq, y un informe de la revista especializada en economía Financial Times sobre masivo retiro de capital saudita de Estados Unidos.

Funcionarios estadounidenses ya no se refieren a Arabia Saudita como un confiable amigo, y gana terreno la visión de ese país como ”núcleo del mal”, planteada el 10 de julio en la Mesa Política de Defensa, asesora del Pentágono (Ministerio de Defensa).

En esa reunión, sobre la cual informó el diario estadounidense The Washington Post, también se calificó al gobierno saudita de ”oponente más peligroso” de Estados Unidos en Medio Oriente.

Hasta ahora, las tensiones han sido contenidas mediante movimientos diplomáticos relacionados con intereses políticos y económicos comunes de largo plazo, como los del comercio petrolero, pero existe el peligro de una ruptura.

Financial Times publicó esta semana un informe desde Londres que insinuó el retiro de Estados Unidos de inversiones sauditas de por lo menos 200.000 millones de dólares, un tercio del total calculado de esas inversiones.

Según ese informe, gran parte de la suma retirada se había invertido en acciones bursátiles, bonos y propiedades, y se sacó de Estados Unidos para expresar protesta contra los crecientes sentimientos antisauditas en ese país.

La noticia se difundió tras la demanda de indemnización de un billón de dólares presentada por familiares de víctimas de los atentados del 11 de septiembre, entre cuyos demandados hay tres príncipes sauditas, uno de ellos el ministro de Defensa y Aviación, Sultan bin Abdul Aziz al Saud.

La demanda se dirigió también contra bancos sauditas y de otros países, y contra el gobierno de Sudán.

Los demandantes sostienen que esas personas e instituciones son responsables de haber apoyado al saudita Osama bin Laden, a quien el gobierno estadounidense acusa de los atentados de septiembre.

Un grupo de sauditas replicó con el anuncio de que se proponen demandar a la Casa Blanca y a medios de comunicación estadounidenses, por causarles perjuicios psicológicos y económicos al vincular a Arabia Saudita con aquellos atentados.

La mayor parte de los demandantes sauditas son estudiantes que asistían a universidades de Estados Unidos y alegan que debieron abandonarlas debido a creciente hostigamiento racista.

Muchos sauditas retiraron fondos de Estados Unidos porque ”temían que el gobierno de ese país decidiera bloquear su acceso al dinero, pero con la intención de depositarlo en filiales estadounidenses de bancos de otros países, para que esté más seguro”, alegó en una entrevista el banquero Mohammed Al Muhairi, de Dubai, uno de los Emiratos Arabes Unidos.

Sin embargo, Muhairi está seguro de que ”parte de ese dinero fue invertido en Europa, Japón o la propia Arabia Saudita”, e indicó que algunos inversores ”expresaron interés en Líbano y Emiratos”, pero no por razones políticas, sino por ”temor a una grave recesión en Estados Unidos”.

Ese temor se debe a que ”los problemas de la economía estadounidense pueden agravarse por recientes escándalos financieros y por los rumores de guerra” con Iraq, explicó.

”Los mercados europeos son relativamente más estables, y el euro parece una apuesta más segura que el dólar. De todos modos, es difícil prever si la especulación de esos inversores les dará resultados positivos”, añadió Muhairi.

Otros sostienen que muchos sauditas decidieron invertir en el mundo árabe para apoyar un boicot contra productos estadounidenses.

Según datos oficiales de Estados Unidos, las exportaciones de ese país a Arabia Saudita cayeron en el primer semestre de este año a su nivel más bajo desde 1990, cuando la invasión de Iraq a Kuwait condujo a la Guerra del Golfo de 1991.

Parte de esa caída de exportaciones se registró en los rubros de bebidas y tabacos, y parece ser consecuencia de una campaña de organizaciones de base sauditas contra los productos provenientes de Estados Unidos, que comenzó en abril para protestar contra la posición de Washington en el conflicto de palestinos e israelíes.

Pero el magnate y príncipe saudita Alwaleed bin Talal, uno de las personas más ricas del mundo y nieto del rey saudita Fahd, sostuvo que Financial Times manejó datos incorrectos.

”Mantengo todas mis inversiones en Estados Unidos, y mi posición es compartida por toda la familia real saudita”, aseguró el príncipe en una entrevista con la estatal emisora de radio y televisión británica BBC.

La actual hostilidad estadounidense contra Riyadh comenzó con el descubrimiento de que 15 de 19 ejecutantes suicidas de atentados el 11 de septiembre eran sauditas.

Sin embargo, eso puede explicarse sin involucrar a Riyadh, por vínculos de Bin Laden con otros sauditas. Además, el líder de Al Qaeda, expulsado de su país y privado de su ciudadanía, es tan enemigo del gobierno saudita como del estadounidense.

La situación empeoró cuando Washington insinuó que podría retirar las tropas que mantiene desplegadas en territorio saudita, y Riyadh respondió con la insinuación de que podría exigir la retirada de esas tropas.

En junio, el gobierno saudita admitió por primera vez que Al Qaeda (La Base), la organización de Bin Laden, opera en Arabia Saudita y constituye una amenaza para la seguridad de ese país.

El último episodio fue la difusión del informe a la Mesa Política de Defensa de Laurent Murawiec, analista del conservador grupo de expertos estadounidense Corporación Rand.

”Los sauditas están en todos los eslabones de la cadena del terrorismo internacional, desde el planeamiento y financiamiento hasta la conducción y ejecución, y desde la ideología a la instigación”, afirmó Murawiec según The Washington Post.

Arabia Saudita ”apoya a nuestros enemigos y ataca a nuestros aliados”, sostuvo el experto, en alusión al conflicto entre el mundo árabe e Israel.

La Mesa de Política de Defensa está integrada por dos docenas de personas, entre ellas el ex secretario de Estado Henry Kissinger, el ex vicepresidente Dan Quayle, y los ex secretarios de Defensa James Schlesinger y Harold Brown, además de altos militares retirados.

El Pentágono destacó que no es responsable del informe de Murawiec, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, admitió dificultades en la relación con Arabia Saudita.

La Casa Blanca quiso que ese informe llegara a medios de comunicación, ”para advertir a los sauditas que pueden perder sus campos petroleros y sus dinero en Estados Unidos, si no actúan en forma más eficaz contra el terrorismo ni participan en la guerra contra Iraq”, opinó en una entrevista el analista político kuwaití Ali Jaber al Sabah.

”No hay evidencia alguna que apoye las acusaciones estadounidenses contra los sauditas, pero el daño que han causado durará mucho tiempo”, escribió el comentarista político saudita Khaled al Maeena en el diario The Gulf News, de Dubai. (FIN/IPS/tra-eng/nj/aag/js/ip/02

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