AMERICA LATINA: De Río a Johannesburgo, una oportunidad perdida

Los participantes latinoamericanos de la Cumbre de la Tierra, realizada en Río de Janeiro en 1992, sabían que cumplir los compromisos allí asumidos no sería fácil, pero quizás no imaginaron que en los siguientes 10 años la región podría retroceder tanto en materia de desarrollo social.

La parábola que dibujó Argentina entre 1992 y 2002 es ilustrativa de esa regresión imprevista. Los resultados de este país desalientan a quienes participarán en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible —conocida como ”Río más 10”— que comenzará este mes en Johannesburgo, Sudáfrica.

La economia argentina creció 8,9 por ciento en 1991 y 8,7 por ciento en 1992. El desempleo se ubicaba entonces entre 6,5 y siete por ciento de la fuerza de trabajo y la pobreza declinaba como consecuencia de la recién lograda estabilidad de precios, hasta afectar a 35 por ciento de la población.

Un decenio después, Argentina vive un verdadero marasmo económico y social. Para este año —el cuarto consecutivo de recesión— se prevé una caída del producto de 13,6 por ciento. El desempleo alcanzó 21,4 por ciento, el triple que hace 10 años, y 51 por ciento de la población vive ahora en la pobreza.

Marcelo Aranda es electricista. Hasta 1995 trabajó en una empresa con un salario equivalente a 1.000 dólares mensuales. Ahora es un piquetero, como se llama a los jóvenes desempleados que expresan su protesta a través de los cortes de ruta, y reclama un subsidio por desempleo de 42 dólares al mes.

La crisis argentina arrastró a la región. La Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (Cepal) sostuvo que ”la desaceleración económica es generalizada”.

”Desde mediados de los (años) 80 no se registraba una situación tan adversa y de perspectivas decepcionantes”, indica el informe publicado por la Cepal este año.

”El espítitu de Río (de Janeiro) es imposible de recrear”, dijo a IPS la dirigente de la Fundación Ecológica Universal Liliana Hisas, cuya organización está dedicada a desarrollar un programa para la aplicación de los principios de la Cumbre de la Tierra en 10 países latinoamericanos.

”En una década no se avanzó nada en materia de ayuda financiera al desarrollo”, sostuvo Hisas.

Los 10 años transcurridos entre la conferencia de Río de Janeiro y la de Johannesburgo podrían bien considerarse para América Latina como una nueva década perdida, denominación que recibieron los años 80 en que, según diversos expertos, la región perdió el tren del desarrollo.

El crecimiento económico que se insinuó en los tempranos años 90 se desaceleró a mediados de la década. Ahora, la región retrocede mientras ve crecer la pobreza y el desempleo.

”Hay una brecha entre las expectativas surgidas del modelo económico de los (años) 90 en la región y las actuales perspectivas precarias de crecimiento””, advirtió la CEPAL.

Esa brecha ”despierta una serie de interrogantes sobre la sostenibilidad económica y social de los patrones actuales de desarrollo”, indicó esta agencia de la Organización de las Naciones Unidas.

A partir de 2000, el crecimiento económico promedio de América Latina comenzó a retroceder. La región finalizará este año por cuarta vez consecutiva con una fuga neta de capitales. El cuadro está muy alejado de la expectativa de cooperación y transferencia de tecnología al mundo en desarrollo surgida en Río de Janeiro.

El desempleo, que alcanzaba en promedio a 4,6 por ciento de la población económicamente activa de la región en 1990, creció hasta 8,6 por ciento en 1999. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) pronosticó para este año el desempleo más alto desde la década perdida, cuando ascendió a casi 10 por ciento.

Estos resultados decepcionantes son los que exhibirán los países latinoamericanos en la cumbre de Johannesburgo, a la que asistirán casi con las últimas monedas de la alcancía tras una década de foros, reuniones preparatorias y cumbres en que se gastaron enormes recursos para confirmar más retrocesos que avances.

Según el diagnóstico realizado por representantes de los países de América Latina y el Caribe reunidos el año pasado en Río de Janeiro, la conciencia ambiental de la población, la aprobación de normas en la materia y la participación de la sociedad civil en el desarrollo tuvieron avances significativos.

Así mismo, afirmaron que las instituciones democráticas de la región se consolidaron, lo cual crea un ambiente más propicio para la inversión, el crecimiento económico y la caída de la pobreza y el desempleo, escenario indispensable para alcanzar el desarrollo sustentable.

Sin embargo, señalan que después de la Cumbre de la Tierra ”las condiciones de pobreza se han incrementado de manera dramática, se hicieron cada vez más apremiantes las necesidades de desarrollo, el deterioro del medio ambiente se ha agudizado y el ritmo acelerado de la globalización plantea nuevos retos, sobre todo de equidad”.

El porcentaje de población en condiciones de pobreza descendió a lo largo de la década, pero el número de pobres aumentó 11 millones de personas, calculó la Cepal. Cuarenta y cuatro por ciento de los latinoamericanos están sumergidos en la pobreza.

La agencia de la ONU informó, además, que 78 por ciento de los pobres latinoamericanos —unos 165 millones de personas— carecen de acceso al agua potable, y que aproximadamente 30 por ciento viven hacinados en viviendas precarias con más de tres personas por habitación.

Los informes muestran, así mismo, que la distribución del ingreso en América Latina, la más inequitativa del mundo, continuaba siendo al final de la década el rasgo económico y social sobresaliente de la región.

”En la mayoría de los países la desigualdad no mejoró a lo largo en los (años) 90”, sostuvo la Cepal. A pesar de que en algunos casos, como en Chile, hubo un crecimiento económico sostenido, esa expansión no modificó la inequidad del ingreso. ”De 17 países analizados, solo dos hicieron progresos” en este sentido, afirma el estudio.

Los latinoamericanos también están desilusionados por el incumplimiento por parte del mundo industrializado de compromisos de liberalización del comercio, cuya implementación podría compensar la merma en la ayuda al desarrollo.

En este sentido, creen que en Johannesburgo deberán insistir en el reclamo para que los países industriales pongan fin a sus prácticas proteccionistas.

”No hemos conseguido avanzar en la liberalización del comercio, ni tampoco se concreta la tan ansiada ayuda al desarrollo”, dijo a IPS el director de Asuntos Ambientales de la Cancillería argentina Raúl Estrada Oyuela.

Los países latinoamericanos, que en 1992 apenas reconocían algunos síntomas aislados de la globalización, ya constataron efectos negativos de ese proceso, que conspiran contra el cumplimiento de las metas del plan de desarrollo sustentable aprobado en la Cumbre de la Tierra.

Entre los principales efectos adversos, los representantes de América Latina y el Caribe se unirán en Johannesburgo para señalar ”la inestabilidad económica y financiera, la exclusión social y el agotamiento de los recursos nacionales”, perjuicios acentuados en los últimos años y que afectan el camino hacia un desarrollo con equidad.

Por eso, indicaron, la consigna de la cumbre debería ser ”Hacia una nueva globalización que garantice un desarrollo sustentable, equitativo e incluyente”, aunque la mayoría de los participantes no son demasiado optimistas.

Las organizaciones no gubernamentales también consideraban en 1992 que los compromisos asumidos por los gobiernos eran limitados. El camino recorrido aun más escépticas ante esta nueva reunión, en la que América Latina le pasará la antorcha a Africa con la sensación amarga de haber perdido una oportunidad. (FIN/IPS/mv/mj/en/02

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