El viaje a México que prevé realizar a fines de este mes el papa Juan Pablo II podría ser el último de los cerca de 100 que efectuó en 24 años de gestión, desde una primera gira con escala mexicana, opinan observadores.
¿Cuál es el plan en caso de que el Papa sufra un colapso o muera durante su visita a México, que será la quinta?, fue una de las preguntas frecuentes en reuniones de portavoces de la Iglesia Católica y el gobierno con periodistas para dar a conocer los detalles de la visita.
Juan Pablo II tiene 82 años, y apenas ha podido mantenerse en pie y leer discursos en sus últimas apariciones públicas, lo cual hizo cobrar fuerza a versiones sobre su posible renuncia, desmentidas por las autoridades católicas.
Los católicos mexicanos, segundos del mundo en número, después de los brasileños, muestran evidente preocupación por la deteriorada salud de su líder espiritual.
En una encuesta nacional realizada por el diario Reforma, 58 por ciento de los católicos consultados dijeron que habrían preferido que se cancelara la visita en aras de la salud de Juan Pablo II.
Está previsto que el Papa llegue a la capital en la noche del 30 de julio, luego de visitar Canadá y Guatemala, y que durante su visita canonice (declare santo) al indígena mexicano Juan Diego, a quien los creyentes veneran como testigo en 1531 de una aparición de la madre de Jesús.
Esa aparición fue causa de la construcción del santuario de la Virgen de Guadalupe, declarada patrona del país y luego de toda América Latina.
La fecha prevista de regreso al Vaticano de Juan Pablo II es el 1 de agosto.
Los organizadores de la visita indicaron que el Papa evitará cuanto sea posible desplazarse por sus propios medios, y que es probable que sus mensajes sean leídos por asistentes.
Trascendió además que se ubicará a los periodistas de modo que no registren de cerca sus desplazamientos al subir y bajar de aviones y automóviles, para que no transmitan testimonios de las dificultades físicas que afronta.
Me da pena que se obligue al Papa a realizar este viaje. No era necesario, y muchos estamos seriamente preocupados por lo que le pueda pasar, debido a su salud, señaló Santiago Archundia, sacerdote católico de una zona marginal de la capital.
Lo que creemos muchos fieles es que este viaje será o debería ser el último, apuntó.
El antropólogo Marcelo Dehesa, especialista en asuntos religiosos, opinó que los hechos transformarán la próxima visita del Papa a México en su última salida del Vaticano.
Ante versiones periodísticas sobre una posible cancelación de la visita por problemas de salud, el arzobispo Norberto Ribera, máxima autoridad católica de México, consideró lamentable que en México haya quienes no estiman los esfuerzos que realiza Juan Pablo II.
El Papa estará en México a pesar de los malos augurios, aseguró Ribera, a quien observadores identifican como uno de los posibles sucesores de Juan Pablo II.
A mi sí me da pena verlo al Papa tan malito, pero estaré en las calles para animarlo como se pueda, expresó Hortensia Ruiz, dedicada a tareas de su hogar, quien se precia de haber visto al líder religioso en sus cuatro visitas anteriores al país.
Juan Pablo II visitó México en 1979 como parte de su primer gira, que incluyó además Santo Domingo y Bahamas, y regresó en 1990, 1993 y 1999.
Al igual que en las ocasiones anteriores, empresarios aprovechan la ocasión para tratar de vender todo tipo de productos con leyendas y fotos que aluden a la presencia de Juan Pablo II, incluyendo refrescos y papas fritas.
La Iglesia Católica mexicana puso en venta fotos firmadas por el Papa e imágenes bendecidas de Juan Diego y de la Virgen de Guadalupe, y las cadenas de televisión anunciaron que sus tarifas publicitarias se duplicarán durante la visita, porque prevén que la transmisión de la misma tendrá mucho público.
Es una lástima que se saque provecho económico de un personaje que ya vive sus últimos días, pero la Iglesia y el Papa también son un negocio, expresó Dehesa.
Se prevé que millones de personas se muevan en forma sucesiva para formar una ola humana de ida y vuelta a lo largo de 40 kilómetros el 31 de julio, día de la canonización de Juan Diego, desde la residencia del nuncio (representante del Vaticano) en la capital hasta el santuario de la Virgen de Guadalupe.
Empresarios que participan en la organización de la visita convocaron a responsables de la firma británica Guinness, especializada en marcas mundiales de todo tipo, a registrar que esa ola humana será la mayor de su tipo.
El gobierno de la capital, encabezado por el izquierdista Manuel López, autorizó a cientos de vendedores ambulantes a comercializar productos con significado religioso durante la visita, pero la Iglesia Católica pidió a sus fieles que sólo adquieran los autorizados y bendecidos por el Vaticano o por Ribera. (FIN/IPS/dc/mp/cr/02