Papa-tel, el servicio telefónico creado en México para dejar mensajes al papa Juan Pablo II, que este martes comenzó una visita de tres días, está saturado de pedidos por la salud de personas y para conseguir milagros.
Los mensajes registrados por Papa-tel serán tenidos en cuenta en las oraciones del Papa, prometen quienes atienden ese servicio, administrado por la Nunciatura (representación diplomática del Vaticano).
Muchas personas acampan en aceras para asegurarse que podrán ver a Juan Pablo II, de 82 años, en el segundo país en número de católicos después de Brasil.
Esta visita es la quinta del Papa a México desde que encabeza la Iglesia Católica, y al igual que en 1979, 1990, 1993 y 1999, las cuestiones políticas y sociales del país quedan relegadas a planos secundarios.
Es el momento de una tregua, coincidieron en señalar portavoces del gobierno del presidente Vicente Fox y diversos líderes políticos.
En México estamos hoy emPapados, sostuvo la columnista Katia DoArtigues, del diario Milenio.
En una encuesta nacional del diario Reforma, que publicó este martes sus resultados, 77 por ciento de los consultados dijeron estar algo o muy emocionados por la visita de Juan Pablo II.
La maquinaria comercial vinculada con la visita entró en plena marcha hace varias semanas.
La Iglesia Católica local no ocultó su esperanza de sacar una buena tajada por la venta de recuerdos oficiales firmados por el Papa y de imágenes del indígena Juan Diego, a quien Juan Pablo II declarará santo el miércoles en la capitalina Basílica de Guadalupe.
El Vaticano sostiene que la madre de Jesús se apareció varias veces a Juan Diego en 1531, y que dejó estampada por milagro su imagen en una tela de sus vestiduras.
Esa es la base del culto de la Virgen de Guadalupe o Virgen Morena, venerada como patrona del país y de las Américas, pero historiadores, otros expertos y algunos religiosos católicos han puesto en duda el presunto milagro y la propia existencia de Juan Diego.
Los medios de comunicación elevaron sus tarifas de publicidad con motivo de la presencia del Papa, y numerosas empresas pagaron grandes cantidades para poder exhibir propaganda en las vallas que flanquearán el recorrido de Juan Pablo II.
Según la Cámara Nacional de Comercio, la visita dejará ganancias de unos 600 millones de dólares a hoteles, comerciantes y dueños de restaurantes de la capital.
En los dos últimos días, visitantes en su mayoría jóvenes colmaron la capacidad del aeropuerto y las terminales de autobuses de la capital, desde donde muchos se dirigieron directamente a ocupar con tiendas de campaña lugares en las aceras para esperar el pasaje del Papa.
Los fieles, algunos instalados en tiendas de campaña, apenas podrán ver unos segundos a Juan Pablo II, cuando pase a bordo del vehículo llamado papamóvil.
Para mí, ver al Papa es lo más importante. Sé que este sacrificio (de dormir en la calle) valdrá la pena, señaló Anselmo, un joven del estado de Puebla, vecino a la capital.
Juan Pablo II recorrerá en sus tres días de visita unos 80 kilómetros por las avenidas de la capital, donde estarán apostadas casi 11 millones de personas, según cálculos de los organizadores.
Unos 50.000 policías fueron encargados de la seguridad del Papa, y ese dispositivo no tiene precedentes para visitas de líderes sociales o religiosos.
Para los mexicanos, el Papa es un imán, un líder religioso, una figura publicitaria, un gestor de milagros y hasta un santo, opinó Carlos Montes, sociólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El país, de más de 97 millones de habitantes, ha mantenido una gran proporción histórica de católicos pese a continuos roces entre las autoridades políticas y religiosas, e incluso a una guerra entre laicos y católicos en la segunda década del siglo XX.
Sin embargo, la proporción de católicos se redujo de 91 a 87 por ciento en el periodo 1990-2000, según datos oficiales.
Apuntalar esa fe frente al avance de otras religiones es el motivo principal de las visitas que ha realizado Juan Pablo II a México, según observadores.
La devoción a la virgen de Guadalupe, proclamada Reina de las Américas por el Vaticano en 1960, es parte central del catolicismo de los mexicanos, y el Papa asegura que la admira en especial. (FIN/IPS/dc/mp/cr/02
