MEXICO: Un presidente aún popular, pero de escasas realizaciones

Los cambios radicales prometidos a los votantes mexicanos por el presidente Vicente Fox, quien este martes celebrará sus 60 años de edad y el segundo aniversario de su triunfo electoral, siguen en el tintero, pero la popularidad del mandatario es todavía alta.

El presidente que puso fin a siete décadas de gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) logra una aprobación popular de 56 por ciento cuando lleva 19 meses de gestión. Son ocho puntos más que en diciembre de 2001, cuando completó el primero de los seis años de su mandato.

Así lo indica una encuesta nacional realizada por el diario Reforma, que realiza mediciones trimestrales sobre la gestión del mandatario y cuyos resultados son tomados como referencia por la mayoría de los políticos mexicanos.

Pero los opositores señalan que Fox tenía antes de asumir la presidencia el apoyo de 79 por ciento de los encuestados, y afirman que ha perdido respaldo social por su errores como gobernante.

”La corrupción sigue ahí, no se dieron los cambios estructurales ofrecidos en materia de electricidad, petróleo, recaudación fiscal y combate a la pobreza, pero además la gente no percibe que exista el gran cambio prometido”, dijo a IPS el politólogo Jorge Martínez.

No obstante, el apoyo que la encuesta de Reforma adjudica a Fox es el más alto entre los presidentes latinoamericanos.

El único gobernante de América Latina que, como Fox logra el apoyo de la mitad o más de los votantes, según las encuestas realizadas, es el chileno Ricardo Lagos, que tendría 50 por ciento. La mayoría no superan 40 por ciento.

Fox es un fracaso y ha perdido casi toda su credibilidad, sostiene el izquierdista Partido de la Revolución Democrática, la tercera fuerza política en el Congreso de México, detrás del PRI y del gobernante Partido Acción Nacional.

Los críticos se equivocan cuando dicen que Fox ya no convence a nadie, pues mantiene un alto nivel de aceptación. Basta compararlo con otros mandatarios de América Latina, dijo el propio presidente, en reunión con corresponsales extranjeros.

Asesorado por un equipo que incluye a ex ejecutivos de empresas de publicidad y de la televisión comercial, Fox orienta muchas de sus baterías a mantener y mejorar su imagen pública.

Constantes apariciones públicas, propaganda continua en los medios de comunicación y un carisma que pocos niegan, son las armas que usa el mandatario, un ex ejecutivo de la Coca-Cola.

El triunfo de Fox hace dos años fue considerado por múltiples expertos en mercadotecnia el resultado de una inteligente campaña publicitaria en momentos que México requería un cambio político profundo.

Fox y el grupo que ganó las elecciones el 2 de julio se olvidaron que lo que hacía ”era darle resultados al nuevo régimen (…) y quisieron continuar la marca épica de su victoria”, dijo el analista social Jesús Silva Herzog, columnista de varios medios de comunicación.

”Durante muchos meses sus errores fueron ocultados y perdonados, (pero) a partir de ahora tendrán costos”, advirtió Silva Herzog.

El secretario (ministro) de Gobernación, Santiago Creel, admitió que no todos los cambios prometidos se concretaron.

Pero el cambio no se puede hacer sin consenso. En el México de hoy existe un poder político plural, ningún partido tiene mayoría absoluta y los poderes del Estado son independientes, puntualizó Creel.

La propuesta de Fox de reformar la constitución por consenso y definir un acuerdo político nacional que marque el camino que seguirá el país en el futuro, tras la era PRI, no ha prosperado debido a discrepancias con la oposición.

Por la misma causa no ha podido discutirse la reforma del sistema energéticos ni los cambios radicales en las políticas de distribución y generación de los ingresos del Estado , tal como lo anunció Fox.

La única reforma aprobada por el Congreso fue una nueva ley fiscal, pero el resultado distó mucho de lo ofrecido por Fox: quien pretendía cambiar de raíz el sistema tributario. Los opositores modificaron de tal forma la propuesta que el gobierno lamentó el resultado.

”En México todos los poderes del Estado, y no sólo el Ejecutivo, aún deben aprender del nuevo momento histórico para concretar el cambio que dicen buscar”, observó Martínez.

Lo que no discuten los opositores respecto a los nuevos momentos que vive México es la nueva forma de conducirse del presidente, del Congreso y el Poder Judicial.

En tiempos del PRI, el mandatario semejaba un rey y el Congreso aprobaba todas las iniciativas del Poder Ejecutivo. Mientras, las resoluciones del Poder Judicial ponían en duda su independencia. Eso ya no es así: la separación de los poderes del Estado parece ahora asegurada. (FIN/IPS/dc/ff/ip/02

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