ISRAEL-PALESTINA: Avanza el muro

El esqueleto de una torre de ocho metros de altura en las afueras del septentrional poblado cisjordano de Qalquilya será parte del muro de 130 kilómetros que separará Israel de territorio palestino.

Las obras comenzaron el mes pasado. La finalidad del proyecto es impedir atentados palestinos en territorio israelí. El primer ministro Ariel Sharon aceptó el muro con reticencia.

Se prevé que a comienzos del año próximo estará terminada la primera parte de la obra, en el norte de Cisjordania.

Qalqilya, de unos 80.000 habitantes, está junto al cinturón de seguridad que pretende ceñirse Israel. El muro y la línea sobre la que éste se construye se ha convertido en motivo de controversia entre palestinos y también entre israelíes.

Muchos políticos derechistas de Israel se oponen a las obras porque suponen una demarcación de la vieja frontera de Cisjordania, unida hasta 1967 a Jordania y hoy parte del territorio en que los palestinos aspiran a crear su estado.

La demarcación, afirman, es un reconocimiento de que Israel y Palestina son dos entidades nacionales separadas.

Los palestinos, por su parte, advierten que partes del territorio en que pretenden constituir su estado quedarán del lado israelí del muro, que, por otra parte, dificultará aun más el tránsito entre poblados cisjordanos y entre Palestina e Israel, donde muchos trabajan.

”A veces hablo con los agricultores palestinos, que se quejan de que no podrán ver la puesta del sol a causa del muro”, dijo el encargado de las obras en la zona de Qalqilya, Erez Rubinstein.

Pero el problema no es paisajístico. Como muchos israelíes, Rubinstein considera que el muro, si bien no es deseable, era la última opción que dejaban los atentados suicida cometidos por palestinos en Israel.

”Cuando hablo con la gente del otro lado del muro, no veo ninguna voluntad de detener los ataques terroristas. No teníamos alternativa. Por ahora no hay ninguna solución, pero espero que en algún momento podamos demoler esta cosa”, dijo Rubinstein.

Barta'a se ubica 30 kilómetros al norte de Qalqilya. La mayor parte de la localidad es palestina, y el resto está habitado por árabes-israelíes. El presidente del concejo local árabe-israelí, Ahmed Ibrahim Kabha, solicitó, con éxito, que toda Barta'a quedara del lado palestino del muro para mantener su unidad.

Ahmed Ibrahim Kabha sabe que se trata de un asunto delicado. ”Pregunté a algunos residentes palestinos qué querían y todos ellos dijeron que preferían estar del lado israelí, pero ninguno quiso manifestarse en público porque tenían miedo de ser considerados traidores”, dijo.

El presidente del concejo local palestino de Barta'a, Hassan Kabha, puso en duda que su contraparte árabe-israelí pudiera haber influido en la decisión. ”Los israelíes siempre quisieron robar nuestras tierras. ¿Usted cree que escucharían a unos pocos árabes antes de tomar la decisión?”, preguntó.

Hassan Kabha también quiere que Barta'a siga unida, pero bajo el régimen palestino. ”Pertenecemos a la Autoridad Nacional Palestina, y esperamos que algún día pertenezcamos al estado palestino. El muro no nos desalentará”, dijo.

Los israelíes habían dificultado el tránsito entre Barta'a y el resto de Cisjordania aun antes del inicio de la construcción del muro. El camino a la cercana Jenín, la principal ciudad del norte, fue cortado. Antes, ”el viaje insumía media hora y ahora dos, si tengo suerte”, dijo Hassan Kabha, quien es profesor en Jenín.

Muchos palestinos ”harán cosas peligrosas para alimentar a sus familias, incluso saltar el muro. Ya es bastante peligroso ir a Israel, pero muchos aún lo intentan”, dijo el activista de derechos humanos Mustafá Barghouti, residente en Ramalá.

Algunos expertos no creen que el muro sea necesario. ”Una barrera significa que permaneceremos pasivos, que esperaremos detrás del muro hasta el próximo ataque”, dijo el experto del Centro Interdisciplinario para Investigaciones sobre Terrorismo, Yoni Fieghel.

El muro no es una solución de largo plazo, agregó. ”El resentimiento aumentará por nuestra presencia allí y por la situación humanitaria”, explicó Fieghel, quien propuso incursiones rápidas basadas sobre datos de inteligencia.

Por otra parte, entre los poblados palestinos de Tulkarem y Qalqilya se encuentra el asentamiento judío de Sal'it, un oasis de árboles y césped en medio de un terreno rocoso y estéril.

Miriam Geppner, residente del asentamiento fundado en 1979, dijo que no le importa si éste quedará del lado israelí del muro. Algunos altos funcionarios militares israelíes viven allí.

”Sólo espero que los vecinos árabes no tengan inconvenientes por el muro”, dijo Geppner. Ella siempre se sintió segura en Sal'it, pero le preocupa que la nueva construcción aumente el resentimiento entre la población palestina local y los colonos judíos. (FIN/IPS/tra-eng/fb/ss/mj/ip pr/02

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