ESTADOS UNIDOS: Bush pierde impulso

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, está perdiendo el impulso en su esfuerzo por mantener a la nación concentrada en la aparentemente inacabable ”guerra contra el terrorismo”, 10 meses después de los ataques contra Nueva York y Washington.

La caída desde el martes de la Bolsa de Nueva York a niveles sin precedentes desde 1997, registrada luego de un discurso de Bush ante empresarios, sembró preocupación sobre la salud de la economía estadounidense y también sobre la capacidad del presidente para atacar la corrupción corporativa.

Al finalizar la semana, legisladores del Partido Republicano, al que pertenece Bush, anunciaban su respaldo a duras regulaciones a la contabilidad de las compañías propuestas por sus rivales del Partido Demócrata, dirigidas a restablecer la confianza perdida en el mundo de los negocios.

El panorama internacional, en el que Bush reinaba sin desafíos desde el 11 de septiembre, también es desalentador.

Los aliados de Washington no vacilaron en expresar su enojo por las amenazas de Bush de vetar las operaciones de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) si no se garantizaba inmunidad de los militares estadounidenses que participen en ellas ante la Corte Penal Internacional que juzgará crímenes de guerra y genocidio.

Sorprendido por la intensidad de las críticas, el gobierno de Bush se mostró por primera vez, al finalizar la semana, dispuesto a llegar a una solución negociada. Washington pensaba que sus aliados ”se limitarían a reclamar y que al final se rendirían”, dijo un activista de derechos humanos.

También la actividad de Estados Unidos en Afganistán quedó en entredicho luego del asesinato a comienzos de este mes del ex vicepresidente del gobierno de transición en Afganistán, seguido por un ataque aéreo estadounidense contra un poblado que dejó al menos 50 muertos civiles, muchos de ellos mujeres y niños.

”Nuestras fuerzas parecen estar cazando aquí y allá, y tropezándose en un desastre de fuego amistoso atrás de otro. Podríamos deslizarnos en una dinámica decadente”, dijo un militar retirado al diario The Washington Post.

La preocupación parece haber invadido incluso el Congreso legislativo, que hasta este mes había mostrado un firme alineamiento con el presidente.

”Las críticas a la guerra contra el terrorismo se quedan sin límites políticos”, rezaba esta semana el título principal de Congressional Quarterly, publicación dedicada a cubrir la información del Poder Legislativo desde hace medio siglo.

”Me temo que el gobierno de Hamid Karzai y nuestros esfuerzos en Afganistán no funcionarán si no hacemos la inversión apropiada en hombres, en esfuerzos y en recursos”, dijo el senador republicano Chuck Hagel, quien visitó Afganistán hace pocos días.

”Si hay retrocesos, será una gran derrota simbólica para nosotros en esta región y para la confianza internacional en los estadounidenses. No podemos permitirnos eso”, sostuvo Hagel.

Los temores no se limitan a Afganistán. Funcionarios estadounidenses están preocupados por el vecino Pakistán, donde los intentos del gobierno militar de Pervez Musharraf por ampliar su poder parecen haberle restado respaldo de los sectores medios y laicos, dejándolo apenas sostenido por el ejército y por Washington.

El propio ejército está dando señales de fisuras por la presión estadounidense para que coopere en la persecución de miembros de la organización Al Qaeda (La Base) y del movimiento fundamentalista islámico afgano Talibán y para que reprima el ingreso de militantes a la parte india de Cachemira.

”Si Estados Unidos cesara su apoyo, Musharraf no duraría un día”, pues ”está cometiendo todo tipo de inconstitucionalidades porque tiene el respaldo estadounidense. Pero Estados Unidos no es nuestro amigo”, dijo un empresario de Islamabad citado por el diario The New York Times.

Los hechos tampoco marchan como Bush quiere en Medio Oriente y en el Golfo.

El primer ministro de Israel, Ariel Sharon, mostró esta semana su gratitud por el intento de Bush de aislar al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat, clausurando la oficina de Sari Nusseibeh, un hombre que es ”la voz líder de la moderación en la política palestina”, según The New York Times.

Nusseibeh, que trabajó durante años por la reconciliación con Israel, condenó los atentados suicida de militantes palestinos e incluso se pronunció por abandonar el reclamo del regreso de los refugiados que debieron abandonar sus hogares antes de la guerra de 1967.

Este es precisamente el tipo de líder palestino que Washington esperaba para allanar el camino a una nueva dirigencia.

La Casa Blanca calificó el cierre como ”complicado”, un cuestionamiento que Sharon ya ha ignorado en el pasado.

”El último discurso de Bush sobre Medio Oriente fue percibido por Sharon, lamentablemente, como una luz verde para hacer lo que quiera con los palestinos. El ataque de Sharon a Nusseibeh mina cualquier esperanza de negociaciones serias”, apuntó el portavoz de la organización Estadounidenses por la Paz Ahora, Lewis Roth.

Mientras Bush reiteró esta semana en una conferencia de prensa su determinación de derrocar de cualquier modo al presidente de Iraq, Saddam Hussein, filtraciones y rumores procedentes del oficialismo sugieren que también esto está en duda.

La silenciosa renuncia el mes pasado del general Wayne Downing de su cargo como director de antiterrorismo en el Consejo Nacional de Seguridad dio pie a los rumores de que el gobierno, presuntamente abocado a diseñar un plan de invasión a Iraq para el año próximo, está en medio de un revuelo.

Siguieron rumores sobre el retiro de dos altos funcionarios del Departamento (ministerio) de Defensa (Pentágono).

Pero la filtración de un documento preliminar para la invasión, publicado por el diario The New York Times esta semana, convenció a los analistas de que los profundos conflictos sobre la preparación de la guerra y sobre qué hacer después están muy lejos de resolverse.

En efecto, los cuestionamientos de los comandantes de las Fuerzas Armadas, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Departamento de Estado (cancillería) parecen haber puesto a la defensiva, por primera vez en meses, a los duros del Pentágono y de la Casa Blanca.

Bush ”está empezando a entender cuán ajustadas son sus opciones. Si quiere deponer a Saddam Hussein, deberá preparar una invasión a gran escala”, sostuvo esta semana el analista Michael O'Hanlon, especialista en Medio Oriente del gobierno de Bill Clinton (1993-2001).

”Deberá hacerlo en el contexto de una violenta situación entre palestinos e israelíes, escaso apoyo aliado y el conocimiento de que el último intento no aseguró a George Bush (el padre del actual presidente) la reelección”, concluyó O'Hanlon. (FIN/IPS/tra- eng/mj-dcl/ip/02

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