El rescate de los recolectores informales de basura del municipio industrial brasileño de Sao Bernardo do Campo profundizó la conciencia ambiental de sus 700.000 habitantes.
El propósito del Programa Basura y Ciudadanía, puesto en marcha en 1998 por la alcaldía de Sao Bernardo, cerca de la meridional ciudad de Sao Paulo, fue sacar del vertedero de residuos de Alvarenga a 92 familias, con 176 niños, niñas y adolescentes, que sobrevivían en 40 hectáreas de basural a cielo abierto.
El programa identificó a otros 160 recolectores en las calles (los catadores), lo que lleva a mil las personas que viven directa o indirectamente de la basura urbana.
Aunque muchas ciudades brasileñas tienen iniciativas para erradicar el trabajo infantil en los basurales, que afecta a 50.000 niños y niñas del país que viven en condiciones inhumanas, la experiencia de Sao Bernardo es considerada un ejemplo.
El plan se basa en un sistema de recolección selectiva a cargo de cooperativas de trabajadores y supone la asistencia de niños y niñas a jardines maternales y escuelas y la alfabetización y capacitación profesional de los adultos.
La basura se convierte en eje de un proceso de desarrollo humano sustentable, que combate la discriminación y promueve la educación ambiental, señaló a Tierramérica la directora del Departamento de Medio Ambiente de la alcaldía, Sonia Lima.
El primer paso fue reconocer a los catadores como prestadores de un servicio público, pues se ocupan de recolectar un cuarto de la basura local, observó.
El estigma que cargan estos trabajadores se refleja en los nombres que reciben en América Latina: pepenadores en México, basuriegos en Colombia, hurgadores en Uruguay y excavadores en Venezuela.
La discriminación dificultó la permanencia de los niños de la basura en las escuelas, a menudo humillados por entrar al aula con los zapatos sucios, sostuvo Lima. Fue necesario capacitar a las maestras, y suministrar vestimenta, alimentación y respaldo pedagógico a niños y niñas.
Doce adolescentes fabrican envases, tarjetas y cuadernos con papel reciclado en el marco del proyecto Araçarí. A Elder Batista de Oliveira, de 17 años, le gusta esa artesanía, un trabajo bonito, mientras sueña con un empleo y con estudiar derecho.
El programa dispuso en la ciudad 209 ecopuntos, conjuntos de cuatro recipientes de colores, donde la población coloca en forma separada desechos de papel, plásticos, vidrio y metales.
El material es trasladado por empresas recolectoras a los depósitos de dos centros de ecología, donde es empaquetado o triturado.
En uno de estos centros trabajan 27 antiguos catadores, reunidos en la Asociación Rayo de Luz. En el otro, 26 trabajadores que dejaron el vertedero de Alvarenga, organizaron la Asociación Refazendo.
Nuestra vida mejoró, aquí trabajamos protegidos del sol y la lluvia, con guantes, equipos de seguridad, cocina y baño, dijo Geralda Cándido, de 43 años, 13 de ellos vividos en el basural con sus cuatro hijos.
Mi madre habla de un derrumbe (de basura) que mató a dos personas en el vertedero, rememoró Andrea da Cruz Oliveira, quien pasó 16 de sus 24 años en el Alvarenga.
Nunca estudié, reconoció, pero no aprovecha la oportunidad de aprender a leer y escribir a través de este proyecto maravilloso, pues debe ocuparse de sus tres pequeños hijos.
Aunque los centros tienen capacidad para 80 trabajadores, la cantidad de residuos recogidos en los ecopuntos, edificios residenciales y empresas es insuficiente para asegurar ingresos a nuevos asociados, explicó Cándido.
Lo innovador de esta iniciativa es que asocia al sector público, la sociedad y el empresariado, sostuvo Elizabeth Grimberg, del Instituto Polis, quien coordinó la planificación estratégica del programa.
La especialista estudió el potencial del manejo integrado de residuos sólidos, con apoyo del Secretariado para el Manejo del Medio Ambiente y el canadiense Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo.
El programa promueve la responsabilidad social de las empresas, superando el asistencialismo, concluyó Grimberg.
* Publicado originalmente el 27 de julio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.(FIN/Tierramérica/mo/dcl/dv/en/02
