AMBIENTE: Al rescate de Johannesburgo

Está en marcha una campaña para salvar la cumbre Río+10, que exige avances en las relaciones Norte-Sur. El país anfitrión, Sudáfrica, se ofreció a buscar fórmulas para destrabar las negociaciones en busca de un difícil consenso.

El último esfuerzo para evitar un fracaso, que se fue perfilando en las cuatro reuniones preparatorias de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, se inició en el Seminario Internacional Río+10 Brasil, organizado del 23 al 25 de junio en la ciudad brasileña de Río de Janeiro.

El encuentro se realizó en el marco de la ceremonia del traspaso de la ”antorcha ambiental”, entregada por el presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, a su par de Sudáfrica, Thabo Mbeki.

Brasil acogió en 1992 la Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Río 92), antecedente directo de la próxima cumbre, conocida como Río+10, que se celebrará en la ciudad sudafricana de Johannesburgo del 26 de agosto al 4 de septiembre.

El primer ministro sueco Goran Persson acudió en representación de la primera cumbre ambiental mundial, realizada en Estocolmo en 1972.

Gobernantes, ambientalistas y funcionarios internacionales de todos los continentes urgieron a los líderes del mundo, en particular de los países ricos, a concurrir a Johannesburgo y poner en práctica los compromisos y principios firmados en 1992.

Mbeki prometió su máximo esfuerzo para destrabar las negociaciones, e inició sus gestiones compareciendo personalmente a la Cumbre del Grupo de los Ocho países más poderosos, que se llevó a cabo del 25 al 27 de junio en Canadá.

Las organizaciones ambientalistas saludaron la disposición de Mbeki, Cardoso y Persson, para encabezar la campaña que impida un ”inaceptable” fracaso en Johannesburgo.

En un mensaje dirigido a los gobernantes presentes, los ecologistas subrayaron las ”promesas incumplidas” de la cumbre de Río, y las heridas abiertas de la humanidad: un tercio de la población sufre escasez de agua o de servicios básicos de energía, y se profundizan el hambre y la miseria.

Ante ese escenario, las 41 organizaciones brasileñas e internacionales firmaron el llamamiento a los gobiernos para que, bajo el liderazgo de Sudáfrica, concluyan los acuerdos para aprobar el plan de acción de Río+10.

Ese documento final aún tiene más de 20 por ciento de sus puntos sin definición, por falta de consenso en cuestiones esenciales para los países en desarrollo y el movimiento ambientalista, como mayor asistencia al desarrollo, fondos para combatir la pobreza y eliminación de subsidios del Norte industrial.

Esos son los asuntos que levantan más resistencia de los ricos, en especial Estados Unidos.

Habrá acuerdo y avances en Johannesburgo, repitiendo el proceso de Río 92, que también empezó con pesimismo e indefiniciones y produjo resultados hoy elogiados, pronosticó a Tierramérica el ambientalista Paulo Nogueira Neto, quien ocupó varios cargos gubernamentales en Brasil.

Con ”optimismo realista”, el director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Klaus Toepfer, confió igualmente en el éxito de lo que calificó como una ”conferencia para la paz”.

Se trata de evitar, con medidas urgentes, graves conflictos por el agua, el hambre y otros deterioros ambientales y sociales, arguyó Toepfer.

Pero la cantidad y variedad de demandas dificulta el consenso, reconocieron gobernantes y ambientalistas.

Hay que ”concentrar el foco en tres prioridades: reducción de la pobreza, cambios en los modelos de producción y consumo, y financiamiento”, dijo a Tierramérica el ministro de Medio Ambiente de Brasil, José Carlos Carvalho.

Esas son metas inseparables del desarrollo sustentable, coincidieron Carvalho y el director regional del PNUMA para América Latina, Ricardo Sánchez.

Pero exigen no sólo más ayuda financiera del Norte al Sur, sino cambios en el ”carácter asimétrico de la globalización”, estimó por su parte el presidente brasileño.

”Lo más insostenible”, es que ”algunos consumen más de lo que deberían, mientras otros consumen menos que lo exigido por la dignidad humana”, concluyó Cardoso.

*Publicado originalmente el 29 de junio en la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (FIN/Tierramérica/ms/dcl/en/dv/02

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