POBLACION-BOTSWANA: Discriminación y sida diezman a la etnia san

La discriminación y el sida aumentan en Botswana las penurias de los san, una etnia de tradición nómade del desierto de Kalahari pero forzada al sedentarismo.

Las autoridades reconocieron este año algunos derechos de los san a conservar sus tradiciones, y les encomendaron la custodia de parte de su territorio ancestral, que conocen como nadie. No obstante, los obligaron a concentrarse en aldeas construidas para ellos.

Los san, que figuran entre las etnias más antigua de Africa, son una de las comunidades denominadas bosquimanas por los colonizadores holandeses.

El forzado fin del estilo de vida tradicional de los san es una calamidad, comentó el antropólogo Solomon Eyitay, de la Universidad de Swazilandia.

”La vida nunca fue fácil para mi pueblo, y temo que no llegaré a ver tiempos mejores”, comentó Tanya, una san de 25 años de edad, tan adelgazada por el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) que desde lejos parece tener 12.

La muchacha contrajo esa enfermedad ejerciendo la prostitución, obligada por el hambre, como otras san. Muchos jóvenes de esta etnia emigran a las ciudades, donde realizan tareas no calificadas, mendigan o delinquen para sobrevivir.

Tanya admite que tuvo relaciones sexuales con un hombre a cambio de comida en Gaborone, la capital, a donde llegó sin proponérselo, llevada por un automovilista que la recogió en la carretera.

Asistentes sociales la encontraron hambrienta cerca de un hospital, y lograron devolverla a la aldea construida por el gobierno donde vive su familia.

Algunos activistas humanitarios califican estas aldeas de ”campos de concentración”.

”No son instalaciones para el exterminio, pero sí lugares en los cuales un pueblo nómade ha sido concentrado contra su voluntad. Se les impone límites a la caza y la oferta de empleo es cero”, afirmó la activista Doo Apane.

La historia de Tanya ”es muy típica”, dijo a IPS Dave Morgan, guía desde los años 70 de una de las compañías que muestran el desierto de Kalahari a turistas deseosos de ver leones y otros animales, y también a los san.

”A veces tenemos que ahuyentar a jóvenes mujeres san que quieren ofrecerse (como prostitutas) a los turistas blancos”, comentó.

”Ellas fueron a las ciudades con la esperanza de conseguir empleo, vieron que muchos consideran a los san animales salvajes, y ahora piensan que sólo sirven para ser prostitutas”, añadió.

Los san vivieron alejados del resto de la población del país durante milenios, y eso los protegió de muchas enfermedades. Pero ahora parte de los que emigran a las ciudades regresan infectados por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida.

Botswana afronta una crisis de VIH/sida de enormes proporciones. El país tiene el índice de infección más alto del mundo, con 38,5 por ciento de la población sexualmente activa de entre 15 y 40 años portadores del virus.

El Ministerio de Salud no ha presentado cifras sobre la proporción de infectados entre los san, pues desconoce cuántas personas integran la etnia y el impacto del virus dentro de ella.

Los san, diezmados, perseguidos y expulsados de la mayoría de los países de Africa austral, se refugiaron en el desierto de Kalahari, al cual pocos asignaron importancia hasta el descubrimiento allí de yacimientos de diamantes, cuya explotación convirtió a Botswana en el tercer productor mundial.

Nuevas disposiciones y tratados firmados con el gobierno este año permiten a los san reanudar parte de sus actividades tradicionales en el desierto.

Observadores afirman que los acuerdos responden al interés de las autoridades en promover el turismo, pues a los visitantes les gusta ver a los aborígenes en sus típicas tiendas de campaña, siguiendo sus tradiciones.

Pero san pueden desilusionar a quienes esperen verlos desplazarse descalzos y semidesnudos. Ninguno de los jóvenes que acudió a saludar a una excursión de turistas en su aldea quiso quitarse la camisa.

”Soy civilizado y uso camisa”, dijo a IPS Tony, un joven san que asistió a una escuela de misioneros durante siete años, orgulloso de su precaria vestimenta.

A diferencia de los turistas, el joven no ve la desnudez como algo exótico, sino como señal de pobreza, y no usa zapatos sólo porque no puede comprarlos.

”Quiero un trabajo, pero no hay”, afirmó Tony, haciéndose eco de un reclamo común a todos los san.

Por su parte, Morgan consideró que ”el turismo, pero no del tipo explotador y consumista, es la respuesta a Tanya y a otras mujeres san que se ven forzadas a la prostitución”. El derecho de los san a un trabajo digno no está garantizado, agregó.

La industria turística crece en Botswana, y el turismo cultural comienza a desarrollarse. Los san podrían recibir directamente las ganancias de los visitantes y ocuparse de las excursiones, sugirió el guía.

Un funcionario del Ministerio de Salud estuvo de acuerdo. ”El sida es en gran parte una enfermedad de la pobreza y la prostitución. Eliminando esto, habrá desaparecido la matriz que llevó al sida a las mujeres san”, sostuvo. (FIN/IPS/tra- eng/jh/an/mp/mj/pr he/02

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