FUTBOL-ARGENTINA: Otro sueño roto

Los argentinos perdieron la esperanza de ganar otro título mundial de fútbol, que hubiera sido ”un regalo para la autoestima, tan decaída por la crisis”, según dijo una psicóloga tras el empate de este miércoles frente a Suecia.

La temprana despedida de la selección de Argentina de la Copa FIFA Corea del Sur-Japón 2002 arrasó con las ansias de conseguir al menos una alegría en medio de la peor crisis política, económica y social de la historia del país.

”Ahora hay que prepararse, porque se van a acelerar todos los conflictos”, dijo a IPS Martín Boggiano, un ingeniero que siguió las acciones por televisión junto a su familia del partido entre Argentina y Suecia jugado este miércoles en Japón.

El presidente Eduardo Duhalde ”se va a tener que ir antes de lo previsto”, comentó Boggiano tratando de dejar atrás la tristeza por el empate de Argentina frente a Suecia que lo alejó del campeonato mundial.

Duhalde fue designado por el Congreso el 31 de diciembre para completar en septiembre de 2003 el mandato constitucional de Fernando de la Rúa, elegido en 1999 y que renunció el 20 de diciembre en medio de fuertes protestas sociales y la debacle económica.

Pero la profundización de la crisis llevó esta semana al gobierno a sugerir la posibilidad de adelantar las elecciones presidenciales, si se alcanza un acuerdo de asistencia con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Por eso, varios funcionarios admitieron que esperaban con ansiedad un trinfo argentino en el mundial de fútbol para así ganar tiempo en las negociaciones con el FMI, que comenzarán este jueves.

Los jugadores del seleccionado argentino y su director técnico, Marcelo Bielsa, también viajaron a Japón con la necesidad declarada de darles por lo menos una alegría deportiva a los atribulados compatriotas.

En cambio, el gobierno de Duhalde temen que la eliminación del mundial, concretada este miércoles, profundice el malestar social y derive en un estallido social como el ocurrido en diciembre, cuando se registraron saqueos de comercios y protestas callejeras con un saldo de una treintena de personas muertas.

Sin embargo, la madrugada de este miércoles no se desató una protesta generalizada, sino sólo episodios aislados a cargo de frustrados simpatizantes, como la rotura de vidrieras y de paradas de autobuses en la central ciudad de Córdoba y en el balneario de Mar del Plata, 400 kilómetros de Buenos Aires.

”Vamos Argentina! Que las lágrimas ahondan la crisis!”, fue el título de portada del diario Crónica, de Buenos Aires, en una edición distribuida pocas horas después del empate que puso fin a la ilusión futbolística argentina en Japón.

”Ahora sólo queda volver a enfrentarse la 'malaria' (crisis)”, agregó el periódico en otro título.

Expertos indicaron que el campeonato mundial funcionaba como un velo momentáneo para la crisis, una alegría fugaz y compartida en medio de un deterioro social acelerado. Pero ninguno entiende que el torneo pudo tapar el colapso económico, que se expresa en un alto desempleo y una pobreza creciente.

”Esta vez no es como el mundial 78, cuando la dictadura (militar) intentó capitalizar la victoria argentina. Ahora, si ganaba Argentina, ganábamos nosotros, no el gobierno”, explicó a IPS Horacio Katz, otro argentino que siguió las alternativas del partido desde un bar junto a amigos y desconocidos.

La selección argentina obtuvo su primer título de campeón mundial de fútbol en 1978, en el torneo disputado en su país, donde regía una dictadura militar desde 1976. Luego repitió ese lauro deportivo en 1986 en México.

Tampoco los expertos creían que un resultado positivo pudiera esconder los datos de la crisis social, el hambre, el alza de precios, la falta de trabajo, los depósitos de los ahorradores atrapados en los bancos, la constante devaluación de la moneda local frente al dólar y los salarios congelados o rebajados.

”El mundial sería un alivio, un paréntesis en medio de la angustia, una forma de estar con los otros compartiendo un momento de emoción y no de protesta, y también un regalo para la autoestima que está muy decaída por la crisis”, comentó a IPS la psicóloga Marta Novas.

Pero miles de espectadores que decidieron mantenerse en vigilia hasta las 3.30 hora local para seguir las alternativas del partido lloraron con amargura e impotencia ante una eliminación precipitada del seleccionado en la primera fase del torneo.

La frustración fue mayor porque la mayoría de los periodistas deportivos locales y extranjeros señalaban antes de comenzar el campeonato que Argentina era uno de los favoritos a ganar la Copa FIFA. Buena parte de los argentinos también estaba convencida del triunfo.

Una encuesta realizada por IBOPE en víspera de la inauguración del torneo mundial indicó que sólo cinco por ciento de los consultados le daba ”pocas” posibilidades de triunfo a Argentina, mientras que 86 por ciento confiaba en que la selección tenía ”algunas” o ”muchas” posibilidades de ganar la copa.

Así, los argentinos se aferraron a un ”segura” victoria futbolística, que sacara al país de un escenario mundial de fracaso, donde se destaca la pobreza que alcanza a la mitad de los 36 millones de habitantes y el desempleo de 24 por ciento de la población económicamente activa.

”Necesitábamos una alegría”, comentó a IPS Marta Ferro, una fonoaudióloga de 57 años, en alusión al torneo. Cerca suyo, una médica nutricionista, Laura Fuksman, le respondió amargamente: ”lo que necesitamos los argentinos no es una alegría, es comida y trabajo para la gente”. (FIN/IPS/mv/dm/cr ip/02

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