Pocos piensan en inseguridad alimentaria cuando se habla de la Unión Europea (UE), pero el bloque afronta crecientes problemas en la materia, debido a problemas de sanidad animal, a la prevista incorporación de países ex comunistas y a nuevos fenómenos climáticos.
Expertos y activistas temen que los nuevos problemas lleven a la UE a disminuir su asistencia a la lucha contra el hambre en el resto del mundo, y el director general de la FAO, Jacques Diouf, enfatizó que el bloque puede y debe contribuir más a esa lucha.
La UE aún es amenazada por el impacto en su ganado de la fiebre aftosa y de la llamada enfermedad de las vacas locas (encefalopatía espongiforme bovina), y el problema se agrava por bajos niveles de exigencia sanitaria en países de Europa Central y Oriental a los que compra carne, a varios de los cuales se prevé aceptar como miembros en 2004.
La expansión hacia el este determinará que la UE incluya áreas donde existen problemas de desnutrición y hambre, contrastantes con las sociedades de la abundancia de Europa Occidental, señaló la Conferencia regional para Europa de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Ministros de Agricultura y otros altos funcionarios de 43 países europeos participantes en esa conferencia, que se llevó a cabo en Nicosia la semana pasada, destacaron además que la escasez de agua y la desertificación pueden afectar la producción regional de alimentos, si no se adoptan medidas preventivas.
Esos problemas, que en un tiempo se asociaban ante todo con Africa, amenazan también a Europa, por ejemplo en áreas centrales y meridionales de Italia, afectadas en la actualidad por una sequía sin precedentes en las últimas décadas y causante de pérdidas agrícolas calculadas en unos 1.000 millones de dólares.
Entre las medidas en estudio para afrontar esa crítica situación está la sustitución de vegetales que se cultivan en la actualidad por otros genéticamente modificados para que sean más resistentes a la escasez de agua, pese a que la resistencia internacional a los transgénicos tiene firmes bases en la UE.
De todos modos, las mayores preocupaciones actuales de los técnicos y funcionarios de la UE son cuestiones de seguridad alimentaria relacionadas con la sanidad, y la Conferencia pidió un Plan de Acción Paneuropeo en la materia.
Ese plan debe incluir eficaces y transparentes acuerdos en relación con toda la cadena alimentaria, y mayor cooperación entre países para la supervisión conjunta, la detección temprana de riesgos y la respuesta rápida a los mismos, sostuvo.
Tal cooperación debería ser apoyada por la FAO, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras instituciones internacionales, para aumentar la capacidad de afrontar problemas de sanidad alimentaria en países de la región, añadió.
Los habitantes de la UE consumen alimentos producidos en todas las demás regines del mundo, y la creciente preocupación de las autoridades del bloque por los contoles de sanidad los llevó a la decisión de crear una agencia común de seguridad alimentaria, que tendrá sede transitoria en Bruselas.
La ubicación de la sede definitiva es muy disputada entre Helsinki y la septentrional ciudad italiana de Parma.
Cerca de 30 por ciento de los habitantes de países industrializados sufren cada año enfermedades producidas por alimentos, y es probable que la incidencia mundial de esas enfermedades sea de 300 a 350 veces mayor que la registrada, según la FAO.
La agencia de la ONU considera que 70 por ciento de los 1.500 millones de casos anuales de diarrea se deben a la ingestión de alimentos contaminados.
Europa llegará a la próxima Cumbre Mundial de la alimentación, que se prevé realizar en Roma del 10 al 13 de este mes, con datos preocupantes de obesidad pero también de desnutrición.
Hay unos 9,5 millones de hambrientos en la región, y casi 60 por ciento de ellos habitan en cuatro países sudorientales, Armenia, Azerbaiján, Georgia y Moldavia.
Un tercio del total residen en los Balcanes, donde la inseguridad alimentaria aumenta debido a conflictos armados, pobreza, desastres naturales, malos sistemas sanitarios y derrumbe de los sistemas de seguridad social.
Diouf, señaló que el actual panorama europeo también incluye datos estimulantes, entre los cuales destacó la reducción de la cantidad de personas que viven con menos de dos dólares por día en países con economías en transición del socialismo al capitalismo.
Esas personas eran unos 21 millones en 1998, pero varios factores han y en los últimos tres años varios factores han contribuido a disminuir la pobreza y la inseguridad alimentaria en Europa Central y Oriental, indicó.
El primer factor fue la estabilización política de países que integraron Yugoslavia, el segundo los resultados extraordinarios de cosechas en la temporada 2000-2001, y el tercero el aumento en promedio del producto interno bruto de esa subregión durante tres años consecutivos, con buenas perspectivas para el año en curso, explicó.
Las medidas recomendadas por la Conferencia para aumentar la seguridad alimentaria europea incluyen mayor coordinación de todos los actores gubernamentales y no gubernamentales de la cadena alimentaria, incluyendo a los productores primarios.
También unificar en la región normas y sistemas de control, en materia sanitaria y de control de calidad, así como aumentar la transparencia de esos sistemas, fortalecer la organización independiente de los consumidores donde sea necesario, y priorizar la prevención en la lucha contra enfermedades animales.
Por último, se destacó la importancia de coordinar los sistemas de seguridad alimentaria y control de calidad con los de protección del ambiente y los de investigación, diagnóstico, alerta temprana y respuesta rápida. (FIN/IPS/tra- eng/ht/jrc/mp/dv/02