AUSTRALIA: Tibet complica al gobierno

Grupos de derechos humanos censuraron al gobierno de Australia por recibir al secretario del Partido Comunista de China para el Tibet, Guo Jinlong, quien realizó una visita de una semana a este país y se reunió con el canciller.

En cambio, cuando el líder espiritual del Tibet en el exilio, el Dalai Lama, estuvo de visita en Australia hace dos semanas, el primer ministro John Howard y otros altos funcionarios de gobierno se negaron a reunirse con él.

”El gobierno debería avergonzarse por invitar a este violador de los derechos humanos”, declaró Marc Purcell, director ejecutivo de la Comisión Católica para la Justicia, la Paz y el Desarrollo, en referencia a Guo.

El funcionario chino se reunió durante una hora y media en la noche del jueves con el canciller australiano Alexander Downer, y este viernes con Christine Gallus, secretaria parlamentaria de la cancillería.

Una portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores restó importancia a la visita, a la que calificó ”de cortesía”, y señaló que la situación de los derechos humanos en Tibet fue planteada durante las reuniones.

”Downer le señaló que el libre ejercicio de la identidad cultural tibetana y la libertad de religión son asuntos que preocupan a Australia”, dijo otro portavoz del canciller.

”Estamos satisfechos con el diálogo sobre derechos humanos que se ha establecido con China… Creemos que es la mejor manera de cambiar las cosas”, agregó.

Pero el senador opositor Bob Brown opinó que Australia debería presionar a China para que convoque a un referendo de autodeterminación en Tibet.

China invadió Tibet en 1951. El Dalaí Lama y sus seguidores huyeron a India luego de una fallida sublevación en 1959 contra el gobierno chino, que reprimió el sistema religioso y la cultura de la población tibetana.

Desde India, el Dalaí Lama libra una lucha permanente por la independencia de Tibet y el regreso de la sociedad tradicional.

Cuando el líder espiritual tibetano estuvo en Australia hace dos semanas, el gobierno no sólo se negó a reunirse con él sino que también presionó para que el Club Nacional de la Prensa no obtuviera permiso para organizar una discusión televisada en el Gran Salón del edificio del parlamento, en Canberra.

Purcell, de la Comisión Católica, afirmó que Guo Jinlong es conocido entre los tibetanos como ”el ejecutor”.

”Intimar con violadores de los derechos humanos no favorece a los intereses de Australia”, dijo el activista, quien trabajó en un campamento de refugiados tibetanos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados durante seis meses, hasta mayo de 2001.

Guo, de 56 años, fue designado subsecretario de la Comisión del Partido para la Región Autónoma de Tibet en 1994, cuando las autoridades lanzaron la campaña ”Golpear duro”. En diciembre de 2000, fue ascendido al máximo cargo del partido en Tibet.

”Tras una serie de protestas callejeras a fines de la década de 1980 y principios de la de 1990, 'Golpear duro' fue una campaña de arrestos masivos e intimadaciones”, recordó Purcell.

Varios años después, Beijing lanzó una ”campaña de reeducación patriótica” por la que reprimió a los monasterios budistas que quedaban en Tibet.

El gobierno ”colocó espías dentro de los monasterios e hizo arrestar a las personas que tuvieran fotografías del Dalaí Lama. Básicamente, el objetivo era romper la espina dorsal del sistema monástico, el centro de un movimiento alternativo”, explicó Purcell.

La organización de derechos humanos Amnistía Internacional, con sede en Londres, también expresó preocupación por la reunión del canciller Downer con Guo.

”Esta visita inevitablemente nos hace preguntar cuál es la posición del gobierno australiano sobre la cuestión de los derechos humanos en Tibet”, declaró David Raper, portavoz de Amnistía.

En su último informe anual, Amnistía citó el caso de una mujer tibetana que fue condenada a seis años de prisión en mayo de 2001 por mirar un vídeo del Dalaí Lama.

Además, numerosos prisioneros de conciencia se encuentran en la tristemente célebre cárcel de Drapchi, al noreste de Lhasa, la capital tibetana.

”Continúan las violaciones a los derechos humanos de los budistas y nacionalistas tibetanos… Las autoridades clausuraron algunos monasterios y conventos, y expulsaron a monjes y monjas. Mientras, persisten los informes sobre tortura y maltrato de los presos”, denunció Amnistía.

Purcell consideró equivocada la estrategia australiana de entablar un diálogo bilateral con China sobre derechos humanos en lugar de trabajar a través de la Organización de las Naciones Unidas.

”Los seis años de diálogo con China han sido a puertas cerradas y no han producido éxitos tangibles”, dijo.

Downer optó por un perfil bajo durante la visita de Guo, aunque en general realiza recepciones públicas y conferencias de prensa cuando recibe a un representante de un gobierno extranjero.

”La situación es incómoda para el gobierno australiano, y por eso Downer mantuvo su cabeza baja durante toda la visita”, opinó Purcell. (FIN/IPS/tra-en/bb/mlm/hd/02

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