Las primeras transacciones del mercado de emisiones de gases invernadero de Gran Bretaña fueron decepcionantes, pero es prematuro pronosticar su fracaso, aseguraron analistas.
Un puñado de operaciones a valores insignificantes es lo que puede exhibir por ahora el Registro de Comercio de Emisiones, inaugurado el 2 de abril por el Departamento (ministerio) de Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales de Gran Bretaña.
Las 32 empresas inscriptas venden derechos de emisión de gases de efecto invernadero, que provocan el recalentamiento de la atmósfera, si en su actividad productiva logran liberar menos gases que los volúmenes asignados.
Las compradoras serán las que superen esos límites de producción de gases, resultantes de la combustión de petróleo, carbón y gas.
El comienzo fue alentador. Los participantes adoptaron metas de reducción de más de cuatro millones de toneladas de dióxido de carbono para 2006 en una subasta celebrada el 11 y 12 de marzo.
Pero desde entonces apenas hubo un par de transacciones y sus valores fueron insgnificantes, aseveró a IPS Russel Marsh, integrante del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
La cotización inicial de tonelada de dióxido de carbono fue establecida en 77 dólares, pero las operaciones se transaron a sólo 7,2 dólares la tonelada.
Es un mercado artificial, no ofrece incentivos reales. Si las empresas estuvieran haciendo un verdadero esfuerzo, el precio sería mucho más alto. El dinero público se usa para 'sobornar' a las compañías para que reduzcan sus emisiones, algo que deberían hacer de cualquier modo, opinó Marsh.
En efecto, a las empresas no les interesa particularmente la venta de carbono, sino los incentivos gubernamentales. El gobierno asignó para los próximos tres años un presupuesto de 313 millones de dólares destinado a financiar la reconversión tecnológica que las compañías registradas necesitan para reducir su contaminación.
De este modo, las firmas pueden obtener recursos para emitir menos gases y luego aprovechar su ventaja vendiendo derechos de emisión en el mercado.
Apenas ocho compañías suman 85 por ciento de la reducción de emisiones prevista, lo cual significa que las empresas más grandes obtendrán el grueso de la ayuda gubernamental, advirtió un informe de la consultora independiente Environmental Data Services.
El mercado ayudará a reducir las emisiones, aseveró a IPS David Nicholas, portavoz de British Petroleum. La firma ya había establecido su propio mercado interno de emisiones del que participan sus 120 centrales productivas en el país.
Nuestras instalaciones en Gran Bretaña arrojan 80 millones de toneladas de dióxido de carbono por año. Si no tomamos medidas, para 2012 habremos llegado a 130 millones de toneladas. Pero vamos a mantenernos en 80 millones, sostuvo Nicholas.
Se trata de un abordaje de mercado que permitiría que las emisiones se mantengan dentro de los límites acordados entre las empresas participantes, arguyó a IPS una fuente del Ministerio de Ambiente.
Gran Bretaña se comprometió a ratificar el Protocolo de Kyoto, que prevé reducciones obligatorias de los gases invernadero producidos por las naciones industriales.
Si este instrumento entra en vigor -previa ratificación de la Unión Europea, Japón y Canadá— el país deberá reducir 12,5 por ciento de sus emisiones de gases para 2012, respecto de los volúmenes de 1990.
La producción británica de dióxido de carbono creció marginalmente en los últimos 18 meses, reconoció la fuente gubernamental.
El mercado de emisiones es sólo uno de varios mecanismos para cumplir los compromisos del Protocolo de Kyoto, dijo la fuente gubernamental.
El Ministerio de Ambiente alienta nuevos proyectos en energía eólica, solar y otras fuentes limpias. El movimiento ambientalista espera que tengan más éxito que el alcanzado hasta ahora por el mercado del carbono.
*Publicado originalmente el 1 de junio en la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (FIN/Tierramérica/ss/dcl/en/dv/02
