AMBIENTE-BRASIL: Retos pendientes desde la Cumbre de Río

Brasil celebra algunos progresos en los 10 años transcurridos desde la Cumbre Mundial sobre Ambiente y Desarrollo, realizada en Río de Janeiro, pero los principales mandatos de aquella conferencia son aún asignatura pendiente.

Los numerosos incendios en los bosques amazónicos, que hace unos 12 años ubicaron a este país entre los verdugos ambientales, fueron reducidos y son mejor controlados ahora, pero persisten como un grave problema, indicaron ambientalistas este miércoles, Día Mundial del Medio Ambiente.

Hubo grandes avances en las normas y en la conciencia ambiental de la sociedad, aunque el gobierno aún no muestra capacidad de aplicar en la práctica sus propias legislaciones, dijo a IPS Roberto Smeraldi, coordinador de la organización no gubernamental Amigos de la Tierra.

En el area internacional, Brasil pasó de ostentar el papel de ”villano” a desempeñar una actuación proactiva, con una gran transformación ”cultural” en su diplomacia, que afronta hoy a un cuadro negativo a causa de las posiciones estadounidenses, agregó Smeraldi.

Brasil trata hoy de fortalecer su liderazgo en cuestiones claves como el cambio climático y la biodiversidad, rumbo a la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, también llamada Río+10, que se celebrará del 26 de agosto al 4 de septiembre en la septentrional ciudad sudafricana de Johannesburgo.

Brasil reclamará en Johannesburgo que los países industriales cumplan los compromisos firmados hace 10 años, en especial el aumento de la ayuda oficial a países en desarrollo a 0,7 por ciento del producto interno bruto, anunció el ministro de Medio Ambiente, José Carlos Carvalho.

Ante las dificultades de puesta en marcha del Protocolo de Kyoto, tratado internacional que establece metas de reducción de gases invernadero, causantes del calentamiento de la Tierra, Brasil propone una nueva fórmula para destrabar ese proceso.

La propuesta es elevar a 10 por ciento la participación de las fuentes renovables en la generación mundial de energía, con la posibilidad de que cada país pueda cumplir su meta financiando proyectos en otros, como también prevé el Protocolo de Kyoto en sus varios mecanismos.

América Latina y el Caribe acogieron la idea brasileña y la incluyeron en la Iniciativa Regional para el Desarrollo Sostenible, documento que será elevado a la conferencia Río+10.

Para asegurar la legitimidad de los reclamos y propuestas con que intenta evitar el anunciado fracaso de la reunión en Johannesburgo, Brasil trata, a la vez, de implementar medidas que se esperan de un país rico en recursos naturales, a pesar de sus dificultades económicas.

Por eso, el gobierno trata de acelerar la ratificación parlamentaria del Protocolo de Kyoto, para que el país se incorpore a los que formalizaron su adhesión a las medidas de mitigación del efecto invernadero, antes de la conferencia Río+10.

El secretario ejecutivo del gubernamental Foro Brasileño de Cambio Climático, Fabio Feldmann, manifestó su confianza en que el Protocolo de Kyoto quede en vigencia desde la reunión en Johannesburgo.

La ratificación de Japón y de los 15 países de la Unión Europea, aislando a Estados Unidos que se opone a las metas diferenciadas que regirán para los países industrializados, hace más probable la adhesión de Canadá y Rusia y, en consecuencia, la puesta en marcha del acuerdo.

El protocolo comenzará a regir cuando lo ratifiquen al menos 55 países que en total sumen como mínimo 55 por ciento de las emisiones de gases invernadero. Es una condición difícil de cumplir con la ausencia de Estados Unidos, que responde por un cuarto de las emisiones.

Brasil tiene también gran interés en avances de la Convención de Biodiversidad firmada en la Cumbre de Río, también llamada Cumbre de la Tierra. Es natural, dado que se trata del país que concentra la mayor diversidad biológica del mundo y que procura sacar provecho económico de esta característica.

Pero el gobierno brasileño no definió aún una política nacional para esa área, si bien espera concluirla antes de fin del año, cuando concluya el gobierno de Fernando Henrique Cardoso.

Una audiencia este miércoles en la Cámara de Diputados y otra fijada para el 4 de julio deberán poner fin al periodo de consultas públicas para la elaboración del decreto que orientará estrategias para el aprovechamiento y la conservación de la biodiversidad en el país.

Además, Brasil aún afronta presiones nacionales e internacionales para la superación de graves problemas ambientales, como la persistente desarbolización de la Mata Atlántica, ecosistema boscoso costero de mayor diversidad que la amazónica, hoy reducido a 7,8 por ciento de su área original.

En este Día Mundial del Medio Ambiente, organizaciones no gubernamentales entregaron al Congreso un pedido con 300.000 firmas para que sea aprobada una ley que regula la protección y la explotación de la Mata Atlántica. Se prevé que el proyecto se vote en las próximas semanas.

También está en examen en el parlamento una ley sobre residuos sólidos, luego que el país sufrió una serie de accidentes ambientales provocados por desechos industriales.

La organización Compromiso Empresarial para Reciclaje prevé que este año el reaprovechamiento de esos residuos aumente 50 por ciento y las ventas superando 1.200 millones de dólares.

Pero 78 por ciento de los 2,9 millones de toneladas de residuos industriales siguen siendo arrojados en basurales inadecuados. (FIN/IPS/mo/mj/en/02

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