El desequilibrio entre los recursos destinados a la investigación de las enfermedades predominantes en el mundo industrializado y las que afectan a los países pobres se mantiene, pero los expertos confían en poder reducirlo.
Esa brecha ha sido bautizada 10/90 porque 90 por ciento de las enfermedades llevan sólo una décima parte de los 73.000 millones de dólares invertidos cada año en la investigación en salud.
En otras palabras, casi la totalidad del esfuerzo de investigación científica pública y privada en el mundo se concentra en los males que aquejan a una minoría de altos ingresos.
Los costos humanos y económicos que se desprenden de esa asignación errónea de los recursos son enormes, sobre todo para los pobres, señala el Foro Mundial para la Investigación en Salud, la institución internacional que se ocupa de ese problema.
Pero el Foro, constituido por entidades públicas, privadas y de la sociedad civil, se declara esperanzado en poder disminuir ese desequilibrio.
Hace 10 años o inclusive cinco, la existencia de la brecha 10/90 era muy poco conocida. En cambio, ahora la idea de esa diferencia ha ganado amplia difusión en los medios políticos, académicos y de comunicación, entiende el Fondo.
Por eso tenemos motivos para ser optimistas dijo exultante el presidente del Foro, el científico estadounidense Richard Feachem.
Cuando se reconoce la gravedad de un problema, se movilizan fuerzas para resolverlo, interpretó.
El objetivo del Foro es ayudar a corregir esa brecha para que la investigación se oriente hacia las dolencias que representan la carga más pesada de la salud mundial.
Las infecciones respiratorias agudas, las enfermedades diarreicas, los males cardiovasculares y la salud mental figuran entre las dolencias y condiciones de salud que requieren de prioridad en las investigaciones.
La lista, citada por el informe del Foro, incluye también la tuberculosis, las enfermedades tropicales, las condiciones perinatales y el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).
Al respecto, el informe consigna que sólo 13 de los 1.233 medicamentos que salieron al mercado mundial entre 1975 y 1977 eran para luchar contra enfermedades tropicales infecciosas, que aquejan en especial a las poblaciones pobres.
En otro ejemplo, el Foro observó que en 2000 sólo se invirtieron 383 millones de dólares en investigación de cuatro enfermedades predominantes en países del Sur, como son la malaria, la tuberculosis, la tripanosomiasis (enfermedad del sueño) y la leishmaniosis (una parasitosis).
Pero esas cuatro dolencias corresponden en conjunto a por lo menos cinco por ciento de las enfermedades en el mundo. Respecto del monto total invertido en investigación en salud, ese cinco por ciento debería representar una inversión de más de 3.500 millones de dólares.
Una redistribución de uno por ciento del gasto en investigación aportaría unos 700 millones de dólares para las actividades prioritarias, reflexiona el Fondo en su Informe 10/90 sobre la Investigación en Salud 2001-1002, distribuido esta semana.
La entidad estima que la corrección de la brecha 10/90 representa una enorme contribución al crecimiento, el desarrollo y la lucha contra la pobreza.
La corrección del desequilibrio es posible, pero requiere los esfuerzos individuales y concertados de miles de instituciones, agrega la entidad.
Lo contrario acarrea riesgos universales que se encargó de vaticinar el director de la Dirección de Cooperación y Desarrollo de Suiza, Walter Fust.
Sin adelantos en el campo de la salud y del desarrollo no habrá seguridad en el mundo, y los países industrializados tendrán que hacer frente a las consecuencias de los desastres provocados por los humanos, los cuales hubieran podido ser evitados, previno Fust.
Los recursos destinados a la investigación en salud en 1998 por los sectores público y privado ascendieron a 73.500 millones de dólares. Esa partida había sido en 1992, en valores actuales, 56.000 millones.
Los gobiernos desembolsaron 37.000 millones de dólares de los 73.500 millones de 1998, mientras que la industria farmacéutica aportó 30.500 millones y los 6.000 millones restantes procedieron de fondos privados, entidades sin fines de lucro y universidades.
La Comisión sobre Investigación en Salud para el Desarrollo, que funciona en la esfera de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha propuesto que los países de ingresos bajos y medianos revisen y fortalezcan la política de investigación en el rubro.
Una propuesta de esa comisión recomienda a los países de bajos y medianos ingresos que destinen a investigación por lo menos dos por ciento de su gasto nacional en salud y cinco por ciento de los programas con financiación externa.
Pero ninguno de los países ubicados en esas franjas de ingresos han cumplido hasta ahora con las recomendaciones de esa comisión.
Solamente Brasil y Cuba se acercaron, en 1998, a ese porcentaje de dos por ciento en la inversión destinada a investigación en salud, apunta el informe del Foro.
El secretario ejecutivo del Foro, Louis Currat, recomendó que se establezcan prioridades de la investigaciones nacionales e internacionales.
De esa manera, se conseguirá que los recursos limitados destinados a la investigación influyan en la mayor medida posible en la salud mundial, explicó Currat. (FIN/IPS/pc/dm/he/02