El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, descartó este lunes cualquier alivio al embargo comercial de más de 40 años contra Cuba y estableció condiciones precisas para poner fin al bloqueo.
Si el gobierno de Cuba da los pasos necesarios para asegurar que las elecciones de 2003 (para la Asamblea Nacional legislativa) son probadamente libres y limpias, y si Cuba inicia reformas de mercado significativas, sólo entonces trabajaré con el Congreso para aliviar el embargo sobre el comercio y los viajes entre nuestros dos países, dijo Bush.
Bush prometió resistir la presión del Congreso legislativo para aliviar el embargo en un discurso pronunciado en la Casa Blanca, y reiterado más tarde en el bastión anticastrista de la meridional ciudad de Miami, al conmemorarse el centenario de la independencia de Cuba de la ocupación estadounidense.
Sin pasos importantes de Cuba para abrir su sistema político y económico, el comercio con Cuba no ayudará a su pueblo, sostuvo Bush, seis días después de que su antecesor Jimmy Carter (1977-81) fuera recibido en La Habana por el presidente cubano Fidel Castro.
Es importante comprender que sin reforma política y económica, el comercio con Cuba sólo enriquecerá a Fidel Castro y a sus compinches, agregó.
Bush se refirió al Proyecto Varela —una iniciativa opositora de referéndum avalada por 11.000 firmas, sobre libertad de expresión y asociación, nueva ley electoral, comicios generales y libertad de presos políticos— asegurando que si La Habana autoriza la consulta, puede ser el preludio de un cambio real en Cuba.
Si bien la Constitución de Cuba permite la consideración de peticiones respaldadas por la firma de más de 10.000 ciudadanos, el gobierno de Castro aún no se pronunció sobre la iniciativa.
Pero la atención de Bush se centró en las elecciones legislativas del año próximo, que consideró la oportunidad de ofrecer a los votantes cubanos la sustancia de la democracia, no sus formas huecas y vacías.
Funcionarios de la Casa Blanca calificaron el discurso como el mapa de ruta hacia la normalización de las relaciones.
Sus palabras fueron saludadas con entusiasmo por la comunidad cubana anticastrista del meridional estado de Florida y la extrema derecha del gobernante Partido Republicano.
Este gobierno está decidido a consentir a los exiliados extremistas de Florida, sostuvo el ex embajador Wayne Smith, máximo representante de Washington en La Habana en los años 80 e integrante del Centro sobre Política Internacional, con sede en la capital estadounidense.
El hermano del presidente y gobernador de Florida Jeb Bush afrontará una dura batalla por su reelección el próximo otoño, subrayó Smith.
El discurso de Bush fue notable en omisiones.
El presidente no mencionó la acusación lanzada este mes por el subsecretario de Estado para el Control de Armas y la Seguridad Internacional, John Bolton, de que Cuba posee armas biológicas de capacidad ofensiva limitada y que compartiría esa tecnología con otros estados renegados.
Los cargos rechazados de plano por La Habana contradijeron estimaciones de inteligencia ya divulgadas y crearon una tormenta política en el Congreso, donde los legisladores reclamaron pruebas al Poder Ejecutivo.
La tormenta se intensificó cuando Carter divulgó desde Cuba que los funcionarios de Washington que lo visitaron poco antes de su viaje —como la asesora nacional de seguridad Condoleezza Rice— no dijeron una sola palabra sobre la cuestión.
El propio secretario de Estado (canciller) Colin Powell, jefe directo de Bolton, se distanció de la acusación, que parece haber sido un intento personal y no autorizado del funcionario para agravar las tensiones y complicar el viaje de Carter.
No tienen ninguna prueba. Terminaron mostrándose como tontos, sostuvo Smith, autor de una extensa y categórica respuesta a las acusaciones de Bolton.
También fue evidente la omisión a Carter, cuya visita de la última semana a la isla para promover los derechos humanos y las reformas políticas obtuvo un protagonismo inédito en los propios medios de prensa cubanos.
La televisión estatal transmitió en directo a todo el país el discurso que Carter pronunció en español en la Universidad de La Habana, y el diario oficial del Partido Comunista, Granma, reprodujo el texto completo de la alocución.
Durante su estadía, Carter se reunió abiertamente con varios líderes opositores.
El ex mandatario pidió el fin del bloqueo comercial de Estados Unidos como primer paso para la restauración de relaciones entre ambos países, urgió a Castro a poner fin a las restricciones a la libertad de expresión y asociación y brindó amplio respaldo al Proyecto Varela.
Bush, en cambio, prometió cumplir a rajatabla el embargo sobre viajes y comercio, y resistir los intentos por levantar la prohibición de financiar exportaciones estadounidenses de alimentos a Cuba.
En 2000 el Congreso estadounidense eximió del embargo comercial a los alimentos pero prohibió toda financiación a la exportación de alimentos a Cuba, forzando a La Habana a pagar las compras en efectivo.
Luego del paso del huracán Michelle, en noviembre del año pasado, Cuba adquirió 20 millones de dólares de alimentos estadounidenses, y desde entonces las compras crecieron hasta casi 100 millones de dólares.
Esas ventas avivaron el interés de exportadores estadounidenses de alimentos, quienes procuran la aprobación de leyes que autoricen la financiación.
Bush prometió medidas para aumentar el flujo de asistencia humanitaria al pueblo cubano, mediante organizaciones de la sociedad civil cubana independientes del Estado, becas a estudiantes y profesionales que participemn en esas organizaciones y para familiares de presos políticos en la isla.
El nuevo Grupo de Trabajo sobre Cuba, integrado por 40 legisladores republicanos y del opositor Partido Demócrata, divulgó la semana pasada un plan de nueve puntos para aliviar el embargo y promover el comercio bilateral y los viajes a la isla.
No hay dudas de que el Congreso se mueve hacia una política distinta en relación a Cuba, basada en el hecho de que la actual es anticuada e irrelevante, dijo al diario The New York Times el senador republicano Chuck Hagel, del central estado agrícola de Nebraska.
Quitar el empapelado viejo de una pared resquebrajada —tal el significado de la propuesta de Bush— no resuelve el problema. Necesitamos un cambio fundamental en la forma en que miramos a Cuba, sostuvo el senador demócrata Christopher Dodd, presidente del subcomité de Asuntos del Hemisferio Occidental.
El Congreso y el pueblo estadounidenses no están anclados en el pasado como parecen estarlo los presidentes Bush y Castro. Estamos trabajando para cambiar nuestra política, agregó Dodd. (FIN/IPS/tra-en/jl/lp-dcl/ip/02