EEUU-MALASIA: Washington rehabilita a Mahathir

La visita esta semana a Washington del primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, dejó claro hasta qué punto cambiaron las relaciones internacionales desde los ataques terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos.

El presidente George W. Bush recibió cálidamente el martes a Mahathir, quien había sido tratado casi como un paria por la administración de Bill Clinton (1993-2001) por sus ataques a Israel y a supuestos especuladores financieros judíos, su desobediencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) y su represión de la disidencia política.

Mahathir ofreció un discurso a empresarios estadounidenses sobre los males del terrorismo (incluidos los ”ataques contra civiles por las fuerzas de Israel en Jenín y otras partes”) y fue ovacionado de pie por su audiencia.

Mientras, funcionarios de la embajada malasia distribuían una declaración de una página firmada por Bush en papel de la Casa Blanca, en la que considera a Malasia ”un estado musulmán moderno, moderado y próspero, y un ejemplo importante para la región y el resto del mundo”.

En una reunión con abogados en el Capitolio, el primer ministro malasio defendió lo que llamó ”valores asiáticos”.

”La democracia puede afectar la estabilidad y terminar en guerra en naciones que no están acostumbradas a ella”, advirtió Mahathir, quien se encuentra en el poder desde 1981.

”Algún día quizá nos sintamos cómodos con sus valores, pero por el momento no”, declaró, y agregó que Occidente está demasiado impaciente por los cambios democráticos.

Mahathir es el último de una serie de líderes autoritarios que han sido compensados con recepciones en Washington por su cooperación con la ”guerra contra el terrorismo” lanzada por Bush hace siete meses.

Desde el 11 de septiembre, los primeros mandatarios de Argelia, Uzbekistán, Kazajistán, Pakistán y Yemen -con quienes, en circunstancias normales, ningún presidente de Estados Unidos se fotografiaría- fueron recibidos como aliados en la Casa Blanca.

Todos ellos aprovecharon la guerra contra el terrorismo no sólo para congraciarse con Estados Unidos y obtener su ayuda militar, sino también para reprimir con más dureza a su propia oposición.

Activistas de los derechos humanos advirtieron sobre esa tendencia poco después que Bush anunciara que Washington distinguiría entre países amigos y enemigos por su cooperación contra el terrorismo.

”Habrá un verdadero cambio paradigmático de política exterior. El principio fundamental de organización será ahora el esfuerzo contra el terrorismo”, predijo un antiguo funcionario de la administración Clinton poco después de los atentados.

La visita de Mahathir a Washington, la primera desde 1994, es una prueba más de ese cambio, porque pocos líderes -salvo los de los considerados ”países renegados” por el Departamento de Estado- molestaron Washington tanto como él en los últimos años.

Ese malestar no tuvo tanto que ver con el desapego del mandatario malasio hacia la democracia, como con su independencia y su desprecio hacia los valores occidentales, que consideraba ”hipócritas”.

Mientras buscaba inversiones occidentales a principios de la década de 1990, Mahathir criticaba las políticas del Banco Mundial y el FMI y el unilateralismo de Washington.

Las tensiones aumentaron tras el estallido de la crisis asiática, en julio de 1997.

Mahathir, en contra de las recomendaciones del FMI, impuso controles al capital para tratar de aislar la economía malasia y acusó al financista húngaro-estadounidense George Soros de realizar ataques especulativos contra el ringgit, la moneda nacional, lo cual fue negado por Soros.

El primer ministro llegó a afirmar que había un plan judío para destruir la economía de Malasia, generando acusaciones de antisemitismo.

Las relaciones con Occidente empeoraron cuando Mahathir destituyó y encarceló al viceprimer ministro Anwar Ibrahim, por cargos de sodomía que la mayoría de los observadores consideraron inventados.

Anwar, considerado un impulsor de las reformas políticas y económicas promovidas por los países occidentales en ese entonces, se transformó en un caso célebre para la administración Clinton.

Incluso algunos funcionarios de la administración Bush expresaron satisfacción en privado el año pasado porque los renovados problemas económicos de Malasia parecían revitalizar a la oposición.

Pero eso cambió luego del 11 de septiembre, cuando Washington encontró en Mahathir un aliado clave para combatir a la organización terrorista Al Qaeda, acusada de haber planificado esos atentados.

Washington halló en Mahathir un mandatario que no tendría prurito en aplicar las draconianas herramientas legales a su disposición -en particular la Ley de Seguridad Interna- para reprimir a supuestos militantes islámicos.

La Ley de Seguridad Interna, que permite la detención de sospechosos sin juicio hasta por dos años, fue rápidamente empleada para poner a más de 75 supuestos terroristas tras las rejas, entre ellos el hijo del líder del opositor Partido Islámico de Malasia y algunos partidarios de Anwar.

Kuala Lumpur también se apresuró a brindar datos de inteligencia sobre algunos de los secuestradores de los aviones del 11 de septiembre que pasaron por Malasia y otros militantes aparentemente vinculados con Al Qaeda.

”Mahathir está manipulando la guerra contra el terrorismo para justificar el uso de la Ley de Seguridad Interna”, afirmó Mike Jendrzeczyk, director del grupo de derechos humanos Human Rights Watch para Asia.

Human Rights Watch exhortó públicamente a Bush a presionar a Mahathir para que derogue esa ley, pero en la sesión fotográfica conjunta de cinco minutos, el presidente estadounidense elogió al mandatario malasio por su apoyo a la guerra antiterrorista.

Luego de la reunión, Mahathir destacó que Bush no había mencionado la Ley de Seguridad Interna ni el caso Anwar en sus conversaciones privadas, una afirmación que la Casa Blanca no desmintió. (FIN/IPS/tra-en/jl/aa/mlm/ip/02

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe