Las restricciones aplicadas en Cuba al comercio minorista de componentes de computadora, artefactos electrodomésticos y materiales de construcción motivaron el rápido aumento del mercado negro.
Las medidas, algunas de las cuales ya estaban en vigor, aún no han sido divulgadas por los medios de prensa locales, controlados por el Estado, pese a que fueron resueltas en diciembre por el Ministerio de Comercio Interior.
La gente no sabe nada, pero a nosotros se nos informó que no se podían seguir vendiendo piezas de computadoras, teclados, mouse (ratón), torres de disquetes ni discos duros, señaló un empleado de una tienda de la cadena DITA, especializada en alta tecnología.
En los comercios donde hasta hace unos meses se podía adquirir componentes de computadora y otros equipos vinculados a la informática ahora se venden lavadoras y refrigerados y, como un recuerdo del pasado, disquetes y cd-rom.
La venta de computadoras a la población está prohibida desde hace años en Cuba, pero como alternativa y sin mucha promoción aparecieron en 1999 establecimientos que vendían componentes por separado.
Muchas personas lo que hacían era comprar piezas poco a poco para ir armando el muñeco (la computadora). Algunas se encontraban en las tiendas y otras en el mercado negro, explicó Melba Díaz, una profesional de 39 años que dice haberse quedado con los deseos de tener una máquina.
Ahora no queda más que una opción. Cada vez que el Estado deja de vender algo libremente es una posibilidad que se abre para el robo y la especulación, opinó.
En ese mercado subterráneo sin una ubicación específica, pero que se extiende por todo el país colocando productos de puerta en puerta, pueden adquirirse los teclados que ya no vende el Estado y computadoras Pentium que nunca ha vendido.
Una computadora Pentium IV puede comprarse por 1.800 dólares, mientras que otras máquinas menos avanzadas oscilan entre 500 y 900 dólares. Los teclados se venden a 15 dólares y las torres de disquete y los mouse a 20 dólares.
El dólar se cotiza a 26 pesos cubanos y el salario medio mensual es de 245 pesos, mientras se calcula que cada familia habanera necesita siete veces el nivel de sus ingresos para satisfacer sus necesidades básicas.
Así y todo, las personas ahorran dinero que obtienen por diversas vías, legales o ilegales, o destinan parte de las remesas en dólares que reciben de familiares radicados en el exterior, en especial en Estados Unidos.
Pero más difícil aún que encontrar una computadora es comprar una impresora o cualquier otro equipo similar, porque su venta siempre ha estado sujeta a regulaciones específicas, debido al temor de que sean utilizadas para reproducir textos sin el visto bueno de las autoridades.
La decisión del gobierno de Fidel Castro coincide con su política de masificación de la tecnología de la informática, que ha elevado el número de computadoras en centros estudiantiles, científicos y culturales.
Las autoridades del sector ponen énfasis en señalar que todos los recursos existentes en el país están destinados al uso social de la informática y no a la utilización privada.
El comercio minorista cubano está monopolizado por el Estado. La venta por particulares sólo está permitida en mercados agropecuarios, artesanales e industriales, este último con una oferta escasa y por lo general de baja calidad.
La resolución de diciembre prohíbe la venta de computadoras, equipos de impresión offset, mimeógrafos, fotocopiadoras y cualquier otro medio de impresión masiva, así como sus partes, piezas y accesorios, a las asociaciones, fundaciones, sociedades civiles no lucrativas y personas naturales.
También se restringe la comercialización de equipos electrodomésticos y de la construcción, de alta demanda popular, algunos de los cuales nunca se han vendido y otros desaparecieron como por encanto de la red de tiendas en divisas hace ya varios años.
La lista de prohibición incluye videocaseteras, acondicionadores de aire, cocinas, hornos, calentadoras, freidoras, duchas y cafeteras eléctricas, hornos de microondas, tostadoras de pan, congeladores y ollas arroceras.
Se prohíbe también la venta minorista, tanto en moneda local como en divisas libremente convertible, de cemento gris, productos de hormigón, ladrillos de cerámica roja y una amplia gama de elementos de cantera, como arena lavada o granito.
En algunos casos las restricciones responden al programa gubernamental de ahorro de energía, como una de las vías para contrarrestar los efectos de la crisis económica iniciada en 1990.
No se puede comprar la olla arrocera legalmente, pero cualquiera va a las afueras de una tienda que vende sólo a diplomáticos y las puede adquirir por tres o cuatro veces más de su valor, afirma un estudioso de la economía informal cubana.
Así, en la isla de régimen socialista el que busca encuentra. Las videocaseteras se cotizan a 250 y 300 dólares, los hornos de microonda oscilan entre 200 y 300 dólares e, incluso, pueden comprarse televisores de marcas japonesas, que usualmente no se expenden en las tiendas.
En el rubro de los electrodomésticos, hay vendedores de altura que ofrecen sus servicios por teléfono, gestionan los encargos de sus clientes fijos y entregan la carga en la casa, sin recargo por el transporte.
Los materiales de construcción se compran generalmente a los mismos trabajadores del sector o a sus intermediarios que venden, en pesos cubanos, todo lo que hace falta para hacer o restaurar una casa.
Según el economista retirado Rafael García, la economía sumergida en Cuba demuestra constantemente su capacidad de renovación.
La bolsa negra se renueva y es más flexible que el Estado. Ya tiene aprendidos de memoria todos los puntos débiles de nuestras instituciones y funciona con la vieja ley de la oferta y la demanda, explicó García a IPS.
Como parte de ese mecanismo de adaptación han comenzado a aparecer productos terminados, que se colocan con la complicidad de empleados, en la red de tiendas estatales para la recaudación de divisas, bares y restaurantes.
Para especialistas como García, la cuenta es simple. Mientras la demanda exista y el Estado ceda el espacio que le corresponde para satisfacerla, el mercado negro jugará su papel y la gente comprará lo que necesita de forma ilegal, aseguró. (FIN/IPS/da/dm/if/02