Rusia y las restantes economías en transición de Europa oriental y de Asia central, que comprenden a los países del disuelto campo socialista, figuraron en 2001 entre las de mayor crecimiento del mundo.
El crecimiento económico de Europa oriental y Asia central superó el de los demás países de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa (CEPE), entre los que se cuentan Estados Unidos, Canadá, Japón y los de Europa occidental. Esta comisión regional de la ONU tiene 55 miembros.
La secretaria general de la CEPE, Brigita Schmognerová, calificó de sorprendentemente buenos los resultados económicos de 2001 de los 27 países con economías en transición de Europa oriental y Asia central, que crecieron a un promedio de cinco por ciento.
Pero las palmas se las llevó el grupo de naciones integrantes de la Confederación de Estados Independientes (CEI), formada tras la disolución de la Unión Soviética en 1991.
En conjunto, el producto interno bruto (PIB) de los países de la CEI aumentó 6,2 por ciento en 2001. La mitad de los países de ese grupo alcanzó un crecimiento anual de alrededor de nueve por ciento.
En la presentación del informe económico de la CEPE, Schmognerová resaltó en particular el éxito de Rusia, una locomotora del crecimiento para el resto de los países de la CEI.
La transformación de Rusia después de la crisis financiera de agosto de 1998 ha sido notable, sostuvo la economista eslovaca que desde febrero dirige la CEPE.
Entre 1999 y 2001, el PIB de Rusia trepó a un promedio annual de 6,5 por ciento.
Los analistas de la CEPE atribuyen ese sólido comportamiento a dos factores: la depreciación del rublo a partir de 1998 y las condiciones favorables del mercado internacional de energía, con precios muy favorables.
Pero también reconocen méritos a las autoridades rusas, que realizaron un considerable esfuerzo para acelerar la transformación del sistema e introducir reformas del mercado.
En 2001, Rusia efectuó más reformas legislativas que en todos los años anteriores desde el derrumbe del régimen comunista.
La mayoría de esas reformas se orientó hacia la liberalización de la economía, y Schmognerová dijo confiar en que contribuyan al crecimiento futuro.
Sin embargo, el director interino de la División de Análisis Económico de la CEPE, el experto alemán Dieter Hesse, previno que la dependencia de las exportaciones de productos básicos, como los energéticos, no pueden constituir una estrategia a largo plazo para Rusia y los demás países de la CEI.
El jefe de la sección de Economías en Transición, Rumen Dubrinsky, de Bulgaria, comentó que Rusia necesita que el precio del barril de 159 litros de petróleo crudo se sitúe en los 22,5 dólares para obtener beneficios.
Por cada dólar que cae la cotización internacional del petróleo, el PIB de Rusia disminuye 0,1 por ciento, indicó Dubrinsky.
Ante las contrariedades que puede crear la dependencia del petróleo, a Rusia le cabe la tarea de desarrollar una estructura industrial competitiva para diversificar sus exportaciones, aconsejó Hesse.
El crecimiento económico sostenido se extendió a otras áreas de la región, como los estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), en los que llegó a 6,2 por ciento.
El promedio de todas las economías en transición de Europa oriental, que osciló en tres por ciento, fue disminuido por el flojo comportamiento de la mayor economía de la región, Polonia, con apenas uno por ciento.
El único resultado negativo entre las economías en transición, una caída de 4,6 por ciento, correspondió a la ex República Yugoslava de Macedonia, sacudida por problemas militares internos.
Tambien registraron una desaceleración de su crecimiento Hungría y Eslovenia. En esas dos economías se sintió con mayor profundidad el debilitamiento de la demanda en Europa occidental, estimó Schmognerová.
Dubrinsky interpretó que las situaciones más delicadas de países como Polonia o Hungría, que en los primeros tiempos figuraban a la vanguardia de las economías en transición, se debe a que atraviesan una etapa diferente del proceso de reformas.
Los países de la CEI y algunos de sus vecinos sólo ahora entran en la fase central de la transicion. En cambio, los países más avanzados ingresan al segundo grado del proceso, en el que tropiezan con problemas económicos diferentes al afrontar reformas institucionales y estructurales.
En el caso de Polonia, esas reformas tienen un costo pronunciado, precisó Dubrinsky.
La agencia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) pronosticó para 2002 una moderacion en el crecimiento de las economías en transicion respecto de 2001 debido a cierto estancamiento mundial y a una recuperación débil en Europa occidental.
Las últimas previsiones de la CEPE para la CEI en conjunto prevén un crecimiento cercano a cinco por ciento, inferior al registrado en 2001.
En los estados bálticos, el aumento será ligeramente superior a cuatro por ciento, mientras que en Europa oriental oscilará en 2,75 por ciento.
Para Rusia se espera un crecimiento de 4,3 por ciento, aunque los expertos previenen que eso dependerá de la marcha del mercado internacional del petróleo.
En Polonia, las políticas de austeridad que se dispone a dictar el gobierno deberían estancar la acitividad económica, con lo cual el crecimiento llegará apenas uno por ciento.
De todos modos, la CEI continuará siendo, según las previsiones, la región de la CEPE con mayor expansión en 2002. Para la mayoría de los países de la CEI se pronostican tasas de crecimiento de entre cinco y ocho por ciento.
El informe de la CEPE prevé para Estados Unidos un crecimiento en 2002 de 1,6 por ciento, para Canadá, de 1,4 por ciento, y para Europa occidental, también de 1,4 por ciento. La economía de Japón, por su parte, caerá 1,1 por ciento. (FIN/IPS/pc/mj/if/02