DESARROLLO: América Latina propone plan de energía renovable

Los gobiernos de América Latina y el Caribe propondrán una meta cuantificable en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible de Johannesburgo: el uso obligatorio de 10 por ciento de formas de energía limpias para 2010.

La adopción de un plan obligatorio en materia de energía podría evitar el fracaso, pronosticado por muchos ambientalistas, de la conferencia que la Organización de las Naciones Unidas llevará a cabo entre el 26 de agosto y el 4 de septiembre en Sudáfrica.

Con el respaldo de América Latina y el Caribe, Brasil presentará esta iniciativa, propuesta por el secretario de Medio Ambiente del estado brasileño de Sao Paulo, José Goldemberg, durante la Cumbre en busca de su aprobación como medida de cumplimiento obligatorio.

Alcanzar ese propósito exigirá un gran esfuerzo internacional, ya que en 1998 la energía limpia abastecía apenas 2,2 por ciento del consumo mundial.

La iniciativa no debilita el Protocolo de Kyoto ni pretende ser una alternativa al mismo, sino un acuerdo adicional para impulsar la sustitución de combustibles fósiles, explicó Goldemberg a Tierramérica.

La excesiva dependencia en los combustibles fósiles —petróleo, carbón y gas— es la principal fuente de gases invernadero que contribuyen al cambio climático.

Se trata de una idea más aceptable que el Protocolo de Kyoto, incluso para Estados Unidos, país donde algunos gobiernos estaduales estimulan esas alternativas, dijo Goldemberg, un físico que fue anfitrión de la Cumbre de Río, cuando ocupaba el cargo de secretario nacional de Medio Ambiente.

La iniciativa latinoamericana se da en momentos en que algunos gobiernos prevén frustraciones en la cumbre de Sudáfrica, también conocida como Río+10, envuelta en el pesimismo por el incumplimiento de las convenciones y compromisos asumidos hace diez años en la Cumbre Mundial de Medio Ambiente de Río de Janeiro.

”Reafirmar los principios de 1992 ya será un avance”, dijo a Tierramérica la ministra de Medio Ambiente de Venezuela, Ana Elisa Osorio, durante la reunión del Foro de Ministros ambientales de América Latina y el Caribe, que tuvo lugar en Sao Paulo del 15 al 17 de mayo.

La globalización asimétrica y sin ética no favorece el desarrollo sustentable, pues beneficia a un grupo restringido de países en desmedro de los demás, sentenció Ricardo Sánchez, director regional del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Los países industrializados tampoco cumplieron el compromiso de incrementar su asistencia oficial al desarrollo a 0,7 por ciento de su producto interno bruto (PIB). Al contrario, la redujeron a 0,2 por ciento, se lamentó el ministro brasileño de Medio Ambiente, José Carlos Carvalho.

El rechazo de Estados Unidos al Protocolo de Kyoto, que establece reducciones obligatorias a las emisiones de gases de efecto invernadero de las naciones industriales, amenaza con minar el ”único gran avance” de los últimos diez años, advirtió Fabio Feldman, secretario ejecutivo del Foro Brasileño de Cambio Climático.

En este escenario desalentador, la iniciativa de Brasil en torno a la energía renovable refrescó el ambiente.

La propuesta comprende pequeñas centrales hidroeléctricas, energía eólica, solar, geotérmica, marítima y la producida por biomasa, pero excluye el uso tradicional de leña, que supone gran desperdicio y deforestación.

América Latina puede ser la más beneficiada en el intercambio de derechos de emisión, mecanismo que permitiría a un país cumplir sus metas de reducción de gases financiando proyectos ”limpios” en otro, de un modo más sencillo y ”menos ambicioso” que los mecanismos de Kyoto.

Para René Castro, experto en energía del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y ex ministro de Medio Ambiente de Costa Rica, éste es el camino correcto.

El desarrollo sustentable mundial avanzará a corto plazo sobre todo en las cuestiones energéticas, pues la biodiversidad requiere conocimientos sólo posibles a largo plazo, señaló Castro.

De hecho, la propuesta brasileña es la única meta cuantificable y con plazos precisos de la Iniciativa Latinoamericana y Caribeña, una síntesis de las posiciones comunes aprobada en el foro ministerial de Sao Paulo.

Otros objetivos originales en materia de reducción de la pobreza y la desigualdad, saneamiento, deforestación y biodiversidad no fueron aprobados, para decepción de los activistas ambientales presentes en el encuentro.

Es muy poco para un documento político que ni siquiera establece compromisos obligatorios, protestó Marcelo Furtado, de la organización ambientalista Greenpeace, quien advirtió sobre el fracaso de Johannesburgo.

”Río+10 puede convertirse en Río menos 20”, revirtiendo la situación a la primera cumbre mundial del ambiente, celebrada en Estocolmo en 1972, ironizó.

Pero la iniciativa energética pone de manifiesto la unidad política de América Latina y el Caribe en su disposición a exigir los compromisos de 1992, acotó.

Sánchez, director regional del PNUMA, destacó el ”gran valor político” del documento al definir directrices, prioridades y metas orientadoras, pasando de ”lo conceptual a lo propositivo”. Asumir metas requeriría ”cambiar la globalización, el contexto económico internacional desfavorable”, observó.

Las cuestiones económicas, más que las ambientales, convertirán a Río+10 en una nueva batalla Norte-Sur.

Los abultados subsidios agrícolas aprobados este mes por Estados Unidos constituyen un duro golpe al desarrollo, la equidad y la calidad ambiental de la región, subrayaron Sánchez y representantes de varios países, en especial de Argentina.

Además del 0,7 por ciento del PIB en asistencia oficial para el desarrollo, América Latina y el Caribe reclamarán al Norte industrial más recursos financieros, acceso a los mercados y cancelación de deudas de los países pobres, como pasos indispensables para alcanzar el desarrollo sostenible.

La región también reclamará el fortalecimiento de principios consolidados en 1992, como el de ”responsabilidades comunes, pero diferenciadas”, el de precaución y el derecho soberano de cada país sobre sus recursos naturales.

Finalmente, los países del Caribe tienen especial interés en el Protocolo de Kyoto y otras medidas contra el cambio climático, cuyas manifestaciones amenazan a la subregión con desastres naturales y la elevación del nivel del mar.

*Publicado originalmente el 25 de mayo en la red de diarios latinoamericanos de Tierramérica. (FIN/Tierramérica/ma/dcl/en/dv/02

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