La tolerancia política que se vive en Cuba desde la llegada del ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter el domingo recuerda el ambiente que rodeó la visita del papa Juan Pablo II en 1998, y también en esta ocasión podría tratarse sólo de una pausa en el camino.
Académicos, seguidores de Castro y también sus opositores coinciden en afirmar que nada cambiará en Cuba porque Carter haya tenido la oportunidad de reclamar libertades civiles, en un discurso transmitido por radio y televisión a todo el país el martes de noche.
La historia se repite en Estados Unidos, donde el presidente George W. Bush afirmó el martes que la visita de su antecesor no complica su política hacia Cuba porque, de hecho, no la ha cambiado.
Mientras en La Habana se habla de flexibilización del embargo estadounidense a Cuba, trasciende que la próxima semana Bush anunciará medidas para fortalecer las sanciones económicas y aumentar el aislamiento del gobierno de Fidel Castro.
En ese contexto, el que fuera presidente de Estados Unidos entre 1977 a 1981 presentó el martes de noche, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, lo que llamó su visión de futuro.
He comprendido que no hay respuestas sencillas, dijo Carter. Las salidas fáciles, y al parecer imposibles, serían el levantamiento de las sanciones económicas impuestas a Cuba desde 1960 o el abandono del poder por parte de Castro.
La dura realidad es que ni Estados Unidos ni Cuba han logrado definir una relación que sea positiva y beneficiosa y para que esto cambie Washington deberá dar el primer paso por la vía de la flexibilización del embargo, consideró.
Carter llegó a la isla el domingo en respuesta a una invitación del presidente Castro, y permanecerá hasta este viernes, aunque el programa oficial concluye con una cena de despedida este miércoles.
El visitante se reunirá el jueves, fuera de su agenda oficial, con líderes religiosos y representantes de organizaciones disidentes para ampliar su visión sobre la oposición a Castro, tras un primer intercambio el lunes de mañana.
La visión de futuro de Carter incluye una total integración de Cuba en un hemisferio democrático americano, participación de este país en el Area de Libre Comercio de las Américas, viajes libres entre Cuba y Estados Unidos e intercambios universitarios masivos.
Propuso, además, resolver el litigio por las propiedades estadounidenses nacionalizadas en Cuba y crear una comisión bilateral de ciudadanos notables para examinar las preocupaciones de todas las partes, incluidas las de exiliados cubanos.
Como pedidos especiales, el ex presidente solicitó al gobierno permitir visitas a las prisiones cubanas del Comité Internacional de la Cruz Roja y recibir a representantes de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas.
Así mismo, solicitó a Castro la publicación en la prensa estatal de los detalles del Proyecto Varela, una iniciativa de organizaciones opositoras que logró recoger más de 10.000 para, de acuerdo con la Constitución, solicitar un referéndum.
Promovido por 119 organizaciones opositoras, el Proyecto Varela propone la convocatoria de la ciudadanía a las urnas para pronunciarse sobre libertad de expresión y asociación, una nueva ley electoral, comicios generales y amnistía de presos políticos.
Cuando los cubanos ejerzan ese derecho para pacíficamente cambiar sus leyes mediante un voto directo, el mundo verá cómo son los cubanos, y no los extranjeros, quienes decidan el futuro de este país, afirmó Carter.
Uno de los principales impulsores de la iniciativa opositora, Oswaldo Payá, se mostró admirado por la honestidad del ex presidente al defender públicamente el Proyecto Varela, pero manifestó poca confianza en que Castro dé una respuesta positiva a la solicitud.
El gobierno le tiene un miedo inmenso al Proyecto (Varela) y por eso no lo dará a conocer, dijo Payá en una improvisada conferencia de prensa el miércoles de noche.
Por su parte, el integrante de la Mesa Reflexión de la Disidencia Interna Manuel Cuesta Morúa se mostró más esperanzado. A su juicio, la visita de Carter podría incentivar el intercambio bilateral y propiciar la liberación de presos de conciencia.
Carter podría influir en que el gobierno cubano vea las cosas de otro modo, que deje de contraponer los derechos humanos y los económicos y comprenda finalmente que tanto unos como otros pueden ir de la mano, dijo Cuesta Morúa.
El gobierno de Cuba afirma que este país garantiza, como ningún otro, el derecho de sus ciudadanos a la vida, la salud, la educación y el empleo.
La limitación de determinados derechos civiles, como el de libre asociación, se fundamenta, según las autoridades, por la hostilidad de Estados Unidos que, además, estaría detrás de cualquier organización de la oposición interna, con apoyo moral y financiero.
No hay que tratar de ver lo que no se puede dar. Esa es tal vez la primera regla para no decepcionarse. Ni desde la izquierda ni desde la derecha, dijo a IPS el miembro del gubernamental Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas de Cuba, Aurelio Alonso.
Carter no puede levantar el bloqueo ni va a hacer que cambie la estructura cubana de poder, añadió Alonso. Como sucedió cuando el papa Juan Pablo II visitó Cuba, la llegada de Carter levanta expectativas que seguramente exceden a la posibilidad de su impacto, añadió.
En enero de 1998, el Papa lanzó severas críticas contra políticas gubernamentales, llamó a la reconciliación de todos los cubanos y sugirió el tránsito pacífico hacia una nueva sociedad donde pudieran conjugarse justicia social y libertad individual.
No pocos observadores fuera de Cuba adelantaron entonces un cambio radical para Cuba que incluía, en buena medida, el fin del régimen de Castro. Cuatro años después, el gobierno cubano se mantiene inalterable, sin ceder en sus posiciones.
En tanto, fuentes especializadas cubanas vaticinan que una normalización de las relaciones entre La Habana y Washington no ocurrirá de golpe. Será un proceso lento, que avanzará por diferentes carriles y requerirá de gestos de un lado y del otro, sostienen. (FIN/IPS/da/mj/ip hd/02