El Senado de Estados Unidos aprobó el jueves por la noche la ley de vía rápida para negociar tratados comerciales, pero resta un largo camino para armonizar este proyecto con la versión votada por la Cámara de Representantes.
La aprobación, por 66 votos a favor y 30 en contra, de la Ley de Autoridad de Promoción Comercial, que incluye las facultades presidenciales de la vía rápida, es un paso esencial para avanzar en la agenda comercial de América y fortalecer la economía estadounidense, dijo el presidente George W. Bush.
El mandatario considera prioritario contar con la vía rápida, pues lo faculta a negociar acuerdos comerciales internacionales que el Congreso legislativo deberá aprobar o rechazar en bloque, sin posibilidad de introducir enmiendas.
Este mecanismo permitiría concluir las negociaciones del Area de Libre Comercio de las Americas (ALCA) a inicios de 2005, el plazo previsto.
Sin embargo, aún quedan muchas piedras en el camino para que el proyecto se convierta en ley, por las radicales diferencias con la versión que en diciembre aprobó por un voto la Cámara de Representantes (cámara baja) del Congreso legislativo, advirtieron analistas.
El trabajo del comité bicameral que debe reconciliar ambos proyectos para hacerlo aceptable a ambas cámaras será penoso y podría insumir todo el verano boreal, dijo un asesor del Senado.
El pasaje por el Senado fue la parte fácil. Ahora los dos paquetes se sumergen en el pantano del comité y entonces, si surge un acuerdo, éste deberá librar una dura batalla para lograr mayoría en la cámara baja, sostuvo la activista Lori Wallach, de Public Citizen.
La organización lidera la coalición de sindicatos y grupos ambientalistas y civiles que se oponen a la vía rápida.
El aspecto más complicado es la enmienda que autoriza al Senado a modificar cualquier parte de los acuerdos comerciales que alcance el gobierno, cuando perjudiquen a la industria nacional o debiliten las leyes contra los subsidios y el dumping (competencia desleal de precios).
Esta modificación cuenta con el firme respaldo de más de cien legisladores demócratas, que esta semana enviaron una carta al líder del gobernante Partido Republicano en la cámara baja, Dennis Hastert, urgiendo a mantener e incluso profundizar este punto.
El gobierno podría vetar todo el proyecto si la enmienda sobrevive al debate en el comité bicameral.
Esto es proteccionismo bajo una vestimenta de procedimiento. Trabajaremos para asegurar que no figure en la propuesta final, dijo el representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Zoellick.
El Congreso estadounidense sostuvo la vía rápida hasta mediados de los años 90, cuando creció la preocupación pública por el impacto que podía provocar la integración económica del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) o las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Varios intentos del ex presidente Bill Clinton (1993-2001) para renovar la vía rápida, que expiró en 1995, fueron rechazados sobre todo por la oposición de los legisladores del gobernante Partido Demócrata, respondiendo a sus votantes sindicalistas y ambientalistas.
Bush anunció desde el principio su voluntad de promover el ALCA y una nueva ronda de negociaciones en la OMC, y necesitaba la vía rápida para lograrlo.
El proyecto aprobado por el Senado le otorga esa autoridad, mientras renueva y amplía la Ley de Preferencia Comercial Andina, por la cual quedan libres de aranceles algunos productos exportados de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.
La versión del Senado extiende así mismo el Sistema General de Preferencias, que libera de impuestos aduaneros a ciertos bienes procedentes de 140 naciones en desarrollo.
Por otra parte, se establece en 1.200 millones de dólares el fondo de un programa para asistir a trabajadores que perdieron sus empleos a consecuencia del ingreso de productos importados.
Este punto, introducido por la mayoría de senadores demócratas, será resistido por los republicanos de la cámara baja, cuyos votos el gobierno necesita para ganar la votación final.
Incluso si este aspecto se supera, el gobierno debe allanar muchos intereses contrapuestos para lograr la aprobación en la cámara baja que, si bien contralada por una ajustada mayoría republicana, tiende a ser mucho más proteccionista que el Senado.
La versión votada en diciembre excluyó condiciones mínimas reclamadas por los demócratas en materia de derechos laborales y protección ambiental. En consecuencia obtuvo la negativa de más de 20 demócratas proclives a iniciativas de libre comercio.
Tampoco los votos republicanos están asegurados, pues algunos legisladores de extrema derecha podrían cambiar su decisión si el proyecto da lugar a grandes beneficios para los trabajadores.
Otros representantes republicanos de estados donde predomina la industria textil, aseguran que su voto estaba atado a la promesa de la Casa Blanca de modificar las preferencias a las importaciones del Caribe, los países andinos y Africa, un compromiso aún no cumplido.
Esto significa que Bush no puede lograr la aprobación de la vía rápida sin la adhesión demócrata en la cámara baja.
Las principales centrales sindicales rechazan la ley, aun cuando mantenga los beneficios laborales introducidos en el Senado y el movimiento ecologista sostiene igualmente su oposición a la vía rápida.
El Senado rechazó una modificación al proyecto destinada a impedir previsiones como la del TLCAN, que permite a corporaciones extranjeras litigar a gobiernos cuando se consideran perjudicadas por sus leyes ambientales o sanitarias.
Esto no hizo más que profundizar la oposición ambientalista a cualquier texto que emerja de la negociación bicameral. Tres representantes demócratas advirtieron que sólo votarán por la vía rápida si el proyecto incluye una enmienda similar.
Hay un conjunto de cuestiones pendientes. Será muy difícil hallar el equilibrio que asegure la votación en la cámara baja, sostuvo el activista Dan Seligman, de la organización ambientalista Sierra Club. (FIN/IPS/tra-eng/jl/dcl/if/02
