COLOMBIA: FARC, las paradójicas alas de Uribe

La escalada militar de las insurgentes FARC fue determinante en Colombia para catapultar a Alvaro Uribe, el candidato presidencial que propone más dureza contra la guerrilla y que podría triunfar este domingo sin necesidad de una segunda ronda electoral.

Las elecciones presidenciales están atravesadas, como nunca antes, por el conflicto armado que vive Colombia hace 40 años.

”Este domingo los colombianos van a votar en masa contra las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia): eso es Uribe, y lo demás es música de fondo”, escribió el politólogo Hernando Gómez en una columna publicada en la última edición de la revista Semana.

Gómez observó que Uribe es el primer candidato a presidente a quien las FARC intentaron asesinar. Ese atentado con explosivos en la septentrional ciudad de Barranquilla dejó en abril cuatro muertos. La organización rebelde había asesinado en 1983 al padre del candidato, Alberto Uribe.

Desconocidos al parecer pertenecientes a las FARC arrojaron el jueves, tres días antes de las elecciones, un artefacto explosivo contra la sede de la campaña de Uribe en la ciudad natal del candidato, la noroccidental Medellín. El atentado no dejó heridos ni muertos, pero sí daños materiales.

Pocas horas antes, el jefe de la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA), Santiago Murray, recomendó a Uribe y al candidato izquierdista Luis Garzón cuidarse de posibles intentos de asesinato.

Estas elecciones son también las primeras en que los paramilitares de derecha convocan a votar a un candidato, que no es otro que Uribe. En las zonas controladas por las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), una organización ilegal, se prohíbe hacer campaña a favor de sus rivales.

Esa presión es de tal magnitud que el principal adversario de Uribe, Horacio Serpa, del opositor Partido Liberal, lo calificó de ”candidato de los paramilitares”. Pero Serpa siempre aclara: ”No he dicho que Uribe sea paramilitar”.

Por otra parte, los guerrilleros izquierdistas presionan a la población de las zonas donde operan para que no voten a Uribe, e incluso amenazaron con atacar localidades donde sean numerosos los sufragios dirigidos a ese candidato, al que identifican con la ”autoridad”.

Cuando fue gobernador del noroccidental departamento de Antioquia, entre 1995 y 1997, Uribe alentó la formación de las Asociaciones Comunitarias de Vigilancia Rural (Convivir), organizaciones vinculadas con el ejército que tomaron las armas para combatir a la guerrilla, y de cuyo seno surgieron las AUC.

Uribe, quien pertenece al Partido Liberal pero se presenta fuera de ese sector, como candidato de la coalición Primero Colombia, tiene la adhesión de más de 49 por ciento de las personas consultadas por la firma Napoleón Franco, contratada por el diario El Tiempo y radio Caracol.

Los 26 puntos porcentuales de ventaja sobre Serpa le dan a Uribe gran confianza para ganar el gobierno sin necesidad de competir el 16 de junio en una segunda ronda, como debieron hacerlo sus antecesores desde 1994, cuando se instauró este sistema electoral.

En el sondeo de Napoleón Franco divulgado esta semana figuran, detrás de Uribe y de Serpa, Garzón, del izquierdista Polo Democrático, con 7,8 por ciento, y Noemí Sanín, procedente del gobernante Partido Conservador y hoy líder de una coalición en que no participa ese sector, con seis por ciento.

Otro sondeo, realizado la semana pasada por las encuestadoras Invamer-Gallup y el Centro Nacional de Consultoría y contratado por 11 medios de comunicación, asignaba a Uribe 48 por ciento de la intención de voto, 31 por ciento a Serpa, nueve por ciento a Sanín y seis por ciento a Garzón.

”Las FARC descarrilaron a Colombia”, sostuvo el politólogo Gómez.

Serpa, que el año pasado contaba con 41,2 por ciento de la intención de voto de los encuestados, había apostado por el éxito del diálogo de paz del gobierno de Andrés Pastrana con las FARC, y mantuvo la delantera mientras la actividad militar de los insurgentes era de baja intensidad.

Uribe, quien siempre había calificado el proceso de paz de ”proceso de mentiras”, contaba entonces con 24,6 por ciento de las intenciones de voto de los entrevistados por las encuestadoras.

Pero las FARC, que habían logrado que Pastrana negociara con ellas aun cuando persistieran los combates, lanzaron a comienzos de este año una escalada militar que restó credibilidad al diálogo. El hastío por la violencia se apoderó entonces de los colombianos y perjudicó a Serpa, según los analistas.

A comienzos de febrero, cuando el proceso de paz pendía apenas de los buenos oficios de diplomáticos extranjeros debido al aumento de la violencia, se empezó a hablar de ”Súper Alvaro”, pues Uribe se ubicó a la cabeza de los sondeos. El 20 de ese mes, Pastrana declaró roto el proceso de paz.

El líder de las FARC, Manuel Marulanda, vetó entonces a Uribe, en caso de que fuera elegido presidente, como interlocutor en una eventual negociación. El candidato replicó que ”la sensatez de los colombianos” manifestada en las urnas ”impedirá que los grupos irregulares definan el futuro de la democracia”.

Para Serpa, ”la manera equivocada en que el gobierno manejó el proceso de paz provocó una reacción de desagrado y disgusto contra la guerrilla, y la gente escuchó como un canto de sirena el llamado a la confrontación y a la guerra” entonado por Uribe.

Los últimos comunicados de las FARC, que con 18.000 combatientes es la organización armada irregular con más militantes y la más antigua de Colombia, califica a Uribe, Serpa y Sanín de ”guerreristas”.

Las FARC dejaron claro el domingo que pretende cobrar cara la reanudación del diálogo de paz con el gobierno que se instaurará el 7 de agosto, al formular como condición para eso la desmilitarización de dos departamentos del sur. Pastrana cedió a una exigencia similar para iniciar el anterior proceso.

Los principales aspirantes a remplazar a Pastrana la rechazaron. Incluso el izquierdista Garzón, constante defensor de una salida negociada al conflicto y de no profundizar la guerra, aseguró que ”no existe confianza para hablar de otra zona de despeje” (desmilitarizada).

Uribe, un disidente del tradicional Partido Liberal, nació hace 49 años en Medellín, segunda ciudad del país y capital de Antioquia, en una familia de hacendados. Casado y con dos hijos, es aficionado a los caballos y posee una extensa explotación ganadera.

Obtuvo con honores su diploma en derecho y ciencias políticas de la Universidad de Antioquia.

”Las crisis del sistema político y de la estructura del Estado”, manifiestas en la falta de autoridad y en el choque entre diversos bandos armados (militares, guerrilleros y paramilitares, con intervención de narcotraficantes), ”se articulan en el proceso electoral”, dijo a IPS el investigador de la estatal Universidad Nacional Luis Valencia.

Según Valencia, ”la guerra se politizó” y el sistema político, al que calificó de ”clientelista” y ”mafioso”, ”se concentra en el conflicto”. Por primera vez, en este año, tanto en las elecciones parlamentarias de marzo como en las presidenciales la guerra se ha metido de lleno en el proceso, agregó.

Hasta hace un tiempo, el interés de las FARC era sabotear las elecciones: ”Se colocaban afuera”, explicó Valencia. Ahora, están dentro de la campaña y realizan acciones militares con objetivos políticos.

El último combate registrado en las calles de Medellín, entre tropas del ejercito asistidos por helicópteros artillados y tanquetas y milicias de las FARC y la segunda organización insurgente del país, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), volvió el martes a incidir en la campaña.

En los combates murieron nueve civiles, entre ellos dos niños. Adversarios de Uribe aseguraron que estos hechos recrudecerán si este candidato gana las elecciones.

Ante representantes de la prensa extranjera, Uribe atribuyó los combates en Medellín a ”años de debilidad de autoridad” que permitieron el aumento del poder de ”grupos violentos”.

El Estado debe implementar como prioridad medidas para convencer a los niños que participan en organizaciones guerrilleras y paramilitares a abandonarlos y a reinsertarse en la vida ciudadana, afirmó el candidato.

Las autoridades temen que la jornada electoral sea sangrienta. El jueves murieron cuatro guerrilleros de las FARC en el sur de Bogotá, cuando preparaban un vehículo cargado con explosivos, al parecer para detonarlo este domingo en la capital. (FIN/IPS/yf/mj/ip/02

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