Gobiernos occidentales aprobaron la liberación este lunes en Birmania de la líder opositora Aung San Suu Kyi, pero no mencionaron por ahora la posibilidad de levantar las sanciones contra el régimen militar de ese país.
La Unión Europea (UE) y Estados Unidos manifestaron su beneplácito por la liberación tras 19 meses de arresto domiciliario de la líder de la Liga Nacional para la Democracia, que en 1991 fue galardonada con el premio Nobel de la Paz.
La liberación incondicional de Suu Kyi, hija del héroe anticolonialista Aung San, era una de las principales exigencias de la UE y otros países occidentales para levantar severas sanciones económicas y políticas contra Birmania, sumida en una profunda crisis financiera.
Chris Patten, comisario de Relaciones Exteriores de la UE, consideró un primer paso positivo el levantamiento del arresto de Suu Kyi y manifestó su esperanza en que el resto de los presos políticos de Birmania/Myanmar sean liberados pronto.
Mientras, el secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, Colin Powell, también expresó satisfacción por la medida del régimen militar birmano, aunque no aclaró si ella permitirá el levantamiento de las sanciones.
Sin embargo, Washington había anunciado en febrero que consideraría el levantamiento del embargo si Rangún realizaba progresos significativos en sus conversaciones con Suu Kyi, incluida su liberación.
Las sanciones aplicadas incluyen un embargo militar, prohibición de inversiones, suspensión de la ayuda bilateral, restricciones de visas y congelamiento de programas multilaterales de créditos y becas.
La Liga Nacional para la Democracia (NLD) de Suu Kyi obtuvo en las elecciones de 1990 una arrolladora victoria de 80 por ciento, pero los militares desconocieron el resultado, prohibieron las actividades de la oposición y encarcelaron o desterraron a sus líderes.
Suu Kyi, quien se encontraba bajo arresto domiciliario desde 1989, fue liberada por primera vez en 1995, pero esa medida no produjo ningún cambio político.
Su segundo arresto domiciliario tuvo lugar en 2000, después que la líder opositora desafiara a la junta militar al abandonar Rangún e intentar viajar en tren a la ciudad de Mandalay.
Ahora, no está claro hasta qué punto está dispuesto a llegar el gobierno de facto para librarse de las sanciones internacionales que paralizan la economía nacional.
Nunca es fácil anticipar cuál será el próximo paso de la junta, admitió Soe Aung, uno de los numerosos exiliados birmanos en Tailandia.
El gobierno sabe cómo manipular el pensamiento de la gente mediante rumores, agregó Aung, uno de los directores de la Red para la Democracia, una organización no gubernamental con sede en Bangkok.
Para interpretar las medidas gubernamentales, los observadores analizan quién entró y salió de la casa de Suu Kyi en las últimas semanas, la limpieza de la vecindad luego de meses de abandono, el arreglo de las oficinas de la NDL y el número inusualmente alto de visas otorgadas a periodistas extranjeros.
Los observadores políticos birmanos estudian con particular atención una serie de hechos y declaraciones de Rangún desde comienzos de marzo.
El 7 de ese mes, los militares arrestaron a cuatro miembros de la elite intocable de Birmania: el yerno y tres nietos del ex dictador Gen Ne Win, quien gobernó el país durante 26 años.
Eso fue sorprendente. Nadie creyó posible que la familia más poderosa del país pudiera ser tratada de esa forma, comentó Zaw Min, miembro del Partido Democrático de Birmania para una Nueva Sociedad, quien vive exiliado en Bangkok.
Luego trascendió que el arresto se debió a una conspiración golpista de la familia Ne Win.
A comienzos de abril, comenzaron a surgir señales de un cambio de actitud del Consejo Estatal para la Paz y el Desarrollo, como se autodenomina la junta militar, hacia la más famosa prisionera de conciencia de Birmania.
El enviado especial de la Organización de las Naciones Unidas, Razali Ismail, sugirió a fines del mes pasado luego de su séptimo viaje a Rangún que se producirían hechos importantes en los días siguientes.
Ismail, el mediador de las negociaciones iniciadas hace un año entre Suu Kyi y la junta militar, se mostró especialmente optimista en su última visita.
El pasado viernes surgieron nuevas señales con la liberación de prisión de varios dirigentes de la NLD.
Ahora, tras la liberación de Suu Kyi, queda por ver hasta dónde está dispuesto a llegar el gobierno militar en sus reformas democráticas.
Birmania ha estado bajo dictadura militar en los últimos 40 años. La actual junta, encabezada por los generales Than Shwe, Maung Aye y Khin Nyunt, tomó el poder en 1988. (FIN/IPS/tra-en/mmm/js/mlm/ip-hd/02