Las sustancias con que se fabrican los teléfonos celulares se convierten en una amenaza para la salud y el ambiente, especialmente en países en desarrollo, una vez que los aparatos son descartados.
Más de 1.000 millones de teléfonos celulares son usados en todo el mundo, en su mayoría en países ricos como Estados Unidos, Japón y los europeos.
Se calcula que a fines de 2003 habrá unos 1.600 millones de esos aparatos y que la tendencia a un uso cada vez más extendido persistirá en América Latina, Africa y Asia.
Expertos en salud y ecología alertan sobre la cantidad de sustancias tóxicas que contienen, al igual que otros productos de la era de la información.
Cobre, litio, cadmio, zinc, níquel, arsénico y plomo, todos son elementos que componen los teléfonos móviles y están asociados con una variedad de trastornos reproductivos, neurológicos y del crecimiento.
Cuando se desechan, los retardantes de las llamas utilizados en los componentes plásticos de los teléfonos móviles pueden contaminar el agua subterránea y el suelo, algo que ya sucede en China.
La cantidad de teléfonos desechados aumenta por las ofertas del mercado que llaman a los consumidores a reemplazar sus aparatos por nuevos modelos más atractivos.
Sólo en Estados Unidos, 130 millones de teléfonos celulares, que pesan unas 65.000 toneladas, serán desechados en los próximos tres años y sustituidos por versiones mejoradas que ofrecen acceso a Internet, correo electrónico y otras funciones, predijo la organización no gubernamental (ONG) Inform, con sede en Nueva York.
Como estos artefactos son pequeños, su impacto ambiental parece ser mínimo. Pero el aumento de su uso es tan enorme que las consecuencias sobre el ambiente y la salud son causa de alarma, dijo la autora del estudio Desechos en el mundo inalámbrico, Bette Fishbein.
La Unión Internacional de Telecomunicaciones de la Organización de las Naciones Unidas anunció en febrero que el número de teléfonos celulares podría superar en marzo el de aparatos conectados por línea fija.
El hecho resulta poco sorprendente si se tiene en cuenta que en la zona neoyorquina de Manhattan hay más líneas fijas que en toda Africa subsahariana.
También en febrero, ONG estadounidenses revelaron que algunos países asiáticos, en especial China, Pakistán e India, se habían convertido en vertederos de la basura electrónica de Estados Unidos.
La investigación destacó el caso de la localidad de Guiyun, en la oriental provincia china de Guangdong, donde un ejército de trabajadores migrantes desmembra y funde enormes pilas de componentes de ordenadores importados desde Estados Unidos, para luego verterlos en ríos y arroyos de la zona.
La contaminación resultante es tan grande que el agua potable debe ser trasladada en camiones desde una distancia de 30 kilómetros. Las vetas subterráneas están envenenadas.
Nos encontramos con una pesadilla cibernética. Ellos lo llaman reciclaje, pero en realidad es desechar y darle otro nombre, dijo el coordinador de la Red de Acción de Basilea, Jim Puckett.
Para nuestro horror, descubrimos que en lugar de prohibirlo, el gobierno de Estados Unidos promueve este comercio horrendo con el fin de evitar soluciones reales para la inmensa cantidad de basura de computadoras generada diariamente en este país, agregó.
En 1994, un bloque de países en desarrollo, con el auspicio de la organización ambientalista internacional Greenpeace, adoptaron la Prohibición de Basilea de desechos peligrosos procedentes de los 30 miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Estados Unidos, Corea del Sur, Australia y Canadá, entre otros países, se negaron a ratificarla.
Las denuncias de los activistas se concentran en las computadoras obsoletas, pero los teléfonos celulares amenazan de modo similar la salud y el ambiente, puntualizó el estudio de Inform.
A medida que el consumo de los países industrializados alcanza su punto de saturación, las compañías de telecomunicaciones apuntan a los mercados amplios y relativamente vírgenes de países en desarrollo.
A principios de mayo, la compañía finlandesa Nokia, que domina un tercio del mercado de celulares, anunció una nueva línea de teléfonos de bajo costo para los países en desarrollo.
A pesar del enlentecimiento del mercado, aún hay un gran potencial, en especial para modelos muy accesibles en áreas como India y las zonas rurales de China y América Latina, dijo el portavoz de la compañía, Tapio Hedman.
Nokia no respondió a las preguntas de IPS sobre su política de reciclaje en América Latina.
Algunas compañías estadounidenses investigan formas de fabricar teléfonos no tóxicos.
La empresa con sede en Texas Valence Inc desarrolla nuevas baterías hechas con fosfato, relativamente inocuo. Motorola, importante fabricante de teléfonos móviles, explora la posibilidad de hacerlas en base a metano.
Estas dos opciones son precisamente las recomendadas por Inform.
El estudio destaca que la legislación de la Unión Europea y Japón supera a la estadounidense en la reducción de los efectos nocivos de los desechos electrónicos.
Para limitar la cantidad de basura, Inform urgió a Estados Unidos a adoptar una única normativa técnica para todos los teléfonos celulares.
Las normas de la Unión Europea son utilizadas por más de 130 países y dos tercios de los usuarios de teléfonos celulares. (FIN/IPS/tra-en/ks/nl/lp/mlm/he en/02