La tala ilegal e indiscriminada en Rusia puede hacer desaparecer el escaso nueve por ciento de los bosques naturales que permanecen vírgenes, afirmó la organización no gubernamental (ONG) ambientalista Global Forest Watch.
El Atlas de los bosques intactos de Rusia publicado por esa organización define un bosque virgen como un área forestada mayor de 50.000 hectáreas no afectada por actividades humanas.
Rusia aún cuenta con 289 millones de hectáreas vírgenes en 26 por ciento del territorio cubierto por bosques, la mitad de ellas en cinco regiones de la nororiental Siberia y el este del país, indicó la ONG en un informe que acompaña al Atlas.
Rusia realiza cada año exportaciones de productos forestales por valor de 3.000 millones de dólares, y la tala ilegal genera ingresos anuales de otros 1.000 millones de dólares, destacó Andrei Ptichnikov, coordinador de programas del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés).
El país es el más forestado del mundo con unos 10 millones de kilómetros cuadrados de áreas boscosas, un quinto del total mundial.
La mayoría de esas áreas, ricas en diversas especies de pinos y píceas (árboles similares a los abetos) pertenecen a ecosistemas denominados taigá, ubicados en las regiones oriental y septentrional.
Las autoridades prometieron destinar por lo menos tres por ciento del producto interno bruto a la protección ambiental, pero activistas estiman que en la actualidad sólo le asignan un muy insuficiente 0,01 por ciento.
El presidente Vladimir Putin dispuso en mayo de 2000 que la Comisión Estatal para la Protección Ambiental y el Servicio Forestal Federal pasaran a ser departamentos del Ministerio de Recursos Naturales.
Los ambientalistas alegan que la protección del ambiente y la explotación de los recursos naturales no deben estar a cargo del mismo organismo gubernamental, porque quienes realizan esas tareas pueden tener intereses opuestos.
El Servicio Forestal fue creado en 1800, y el traslado de sus competencias al Ministerio de Recursos Naturales ha sido muy criticado por organizaciones ambientalistas, en especial porque el departamento en que fue transformado recibó muy escasos fondos en el presupuesto federal para este año.
Expertos en bosques y forestación enviaron el mes pasado una carta a Putin para pedirle fortalecer ese departamento.
También en abril, la oficina para Rusia de la ONG ambientalista internacional Greenpeace convocó a una protesta contra la tala ilegal en el centro de Moscú.
Las autoridades aún no han respondido a las demandas de los manifestantes, indicó Alexei Yaroshenko, activista de esa oficina y uno de los colaboradores en la realización del Atlas.
La amenaza a los bosques es mayor en las áreas orientales, donde casi dos tercios de las áreas forestadas fronterizas con China han sido taladas sin autorización, para contrabandear madera a ese país, indicaron expertos de WWF.
La sudoriental región administrativa de Primorie preocupa en especial a los ambientalistas. Según datos oficiales, la explotación forestal anual en esa zona produce tres millones de metros cúbicos de madera, y los activistas sostiene que la tala ilegal produce más de la mitad de ese volumen.
La asamblea legislativa de Primorie considera crítica la situación de robles y píceas, y elaboró en abril un proyecto de ley para prohibir por completo su tala.
Grupos ambientalistas elogiaron esa iniciativa, pero expresaron dudas de que las autoridades locales logren su objetivo.
El gobierno federal promete una nueva ley para combatir la explotación ilegal de la madera, con enmiendas al código penal que introduzcan penas más severas para los infractores, y restablecimiento de topes de exportación que fueron anulados. (FIN/IPS/tra-eng/sb/ss/lp-mp/en/02