MEDIO ORIENTE: Las ganancias de Iraq

Washington aún no dio respuesta al mensaje de los gobernantes árabes, que rechazaron categóricamente cualquier ataque contra Iraq, avanzaron en la resolución de las diferencias entre ese país y Kuwait y propusieron un plan de paz a Israel.

Los estados árabes no creen ya que Iraq constituya una amenaza. ¿Por qué cuando las potenciales víctimas no se sienten amenazadas, Estados Unidos insiste en señalar ese peligro? Esa es la pregunta que Washington deberá contestar si persiste en atacar a Iraq como parte de su guerra contra el terrorismo.

La cumbre de la Liga Arabe, celebrada la semana pasada en Beirut, sostuvo que el conflicto entre israelíes y palestinos y las repercusiones de un ataque a Iraq serán igualmente desestabilizadores para la región. Todas las miradas están puestas ahora en el gobierno de Estados Unidos.

Luego de la cumbre, Washington se manifestó ”profundamente escéptico” sobre el pacto de no agresión alcanzado entre iraquíes y kuwaitíes.

Bagdad tiene ”un deplorable historial de incumplimiento de sus obligaciones internacionales y de resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas”, dijo el portavoz del Departamento de Estado, Richard Boucher.

Pero el inesperado respaldo que los 22 países reunidos en Beirut dieron a Iraq no fue la única victoria del régimen de Saddam Hussein.

Bagdad consolidó el proceso de reconciliación con sus vecinos del Golfo comprometiéndose por escrito a no repetir una invasión como la que perpetró contra Kuwait en 1990.

El enviado iraquí Izzat Ibrahim y el príncipe heredero y regente de Arabia Saudita, Abdulá, se besaron por primera vez desde la crisis de 1990, cuando Bagdad amenazaba con derrocar ”las monarquías ilegítimas del Golfo” y Riyad autorizaba a Estados Unidos a utilizar sus bases para atacar a Iraq.

Ibrahim y el viceprimer ministro y canciller de Kuwait, jeque Sabah al Ahmad al Sabah, firmaron un acuerdo de acercamiento y estrecharon sus manos.

Gracias a la mediación de Omán y Qatar, el acuerdo asevera que los líderes árabes ”saludaron la confirmación de que Iraq respetará la independencia, soberanía y seguridad del estado de Kuwait y garantizará su integridad y unidad evitando cualquier circunstancia que pueda repetir lo ocurrido en 1990”.

En la construcción de la nueva camaradería, Kuwait dispuso amortiguar la retórica anti iraquí de su prensa.

Editores y directores de medios de prensa se reunieron con el canciller kuwaití y tomaron nota del repentino cambio de los periódicos iraquíes controlados por el Estado, donde ahora son frecuentes las referencias a los ”vinculos fraternales” entre los hasta hace poco enconados vecinos.

Kuwait había insistido en que Iraq admitiera que la invasión, que concluyó en 1991 con la guerra del Golfo encabezada por Estados Unidos, fue violatoria del derecho internacional.

El canciller kuwaití sostuvo más tarde que el apretón de manos fue un mero acto de cortesía, aunque admitió que estaba ”cien por ciento satisfecho” con el acuerdo y sugirió que su país ya no exigirá una disculpa a Bagdad.

La declaración reclama a Iraq que ”coopere para hallar una solución final a la cuestión de los prisioneros y desaparecidos kuwaitíes y la restauración de propiedades, de acuerdo a las resoluciones internacionales”.

La situación de los prisioneros de guerra es uno de los principales obstáculos. Kuwait sostiene que más de 600 soldados y ciudadanos desaparecieron durante la ocupación y acusa a Iraq de retenerlos en su territorio.

Bagdad admitió que tomó prisioneros, pero que perdió su rastro durante el levantamiento de la minoría musulmana chiíta en el sur del país, luego que las fuerzas iraquíes fueran expulsadas de Kuwait. Iraq también asegura que 1.140 de sus ciudadanos desaparecieron durante el conflicto.

Co todo, la reconciliación y el rechazo de la cumbre al uso de la fuerza contra cualquier país árabe con una clara advertencia a las intenciones estadounidenses.

Aunque Ibrahim señaló que Iraq extendía una rama de olivo como muestra de buena voluntad y no ”por temor a Estados Unidos, Gran Bretaña o cualquier otro enemigo”, está claro que el país obtuvo un tercer logro diplomático en la Liga Arabe, agregando ”otra espina a los designios hegemónicos de Washington”.

El acuerdo fue ”un gran paso para frustrar los planes hostiles (de Estados Unidos) contra Iraq”.

Bagdad intenta internacionalizar su enfrentamiento con Washington, estimó el analista iraquí Mustafá Alani.

”Iraq puede haber logrado sumar a los árabes a la posición europea sobre la base de que un ataque colocaría a Medio Oriente en un torbellino de inestabilidad, pero Washington cree que derrocar a Saddam es un propósito por el que vale la pena desafiar la opinión internacional”, agregó.

La cumbre no dejó lugar a una transacción sobre la cuestión iraquí, como vincular los intentos de mediación de Washington en el conflicto de Palestina con un presunto respaldo árabe a un ataque militar contra Bagdad, estimó P. V. Vivekanand, director del diario Gulf Today, de Emiratos Arabes Unidos.

”La cumbre explicitó a Washington que la crisis de violencia en Palestina y cualquier acción militar contra Iraq son asuntos diferentes que no pueden ser vinculados en cualquier contexto, excepto en la búsqueda de la estabilidad y la seguridad regional”, agregó Vivekanand. (FIN/IPS/tra-eng/nj/js/dcl/ip/02

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